Si no prestamos suficiente atención, la cruzada proteccionista, aislacionista y nacionalista de Donald Trump en materia comercial podría percibirse como lejana para Costa Rica. A fin de cuentas, las noticas que leemos todos los días sobre el asunto se concentran en planteamientos del republicano como repatriar a la industria estadounidense o imponer aranceles a las importaciones provenientes de países como China, México y Canadá o de regiones completas como la Unión Europea.
Esa sensación de “lejanía”, sin embargo, no podría ser más errónea.
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Las ideas del presidente estadounidense amenazan a países como Costa Rica, que son altamente dependientes del comercio internacional, de la inversión extranjera directa y de las importaciones. Además, pueden influir al alza sobre los precios de muchos de los productos que consumimos todos los días, así como sobre las tasas de interés que pagamos por nuestros créditos.
¿Por qué la cruzada proteccionista y aislacionista de Donald Trump es más que una guerra de aranceles “lejana” para Costa Rica? Estas son algunas de las respuestas más evidentes (y no tanto).

Comercio e inversión
A lo largo de la campaña presidencial en Estados Unidos, Donald Trump dejó claras varias de sus intenciones en materia comercial. Entre ellas, crear incentivos para que las grandes empresas de Estados Unidos y del resto del mundo se reubiquen en suelo estadounidense, de modo que generen empleo; así como imponer aranceles —su palabra favorita, según dijo— con el doble objetivo de incentivar la reubicación de empresas en Estados Unidos y de disminuir el déficit comercial de más de $1.200 billones que existe entre las importaciones y las exportaciones de su país.
Estos planteamientos, altamente proteccionistas, incluso fueron parte de las explicaciones de su gran éxito electoral en algunos estados tradicionalmente demócratas como Míchigan, Pensilvania y Wisconsin, que son parte del gran cinturón manufacturero en el noreste de su país conocido como el Rust Belt (el cinturón del óxido, en español).
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Ya en el poder, Trump ha anunciado apenas algunas medidas relacionadas con esas ideas de campaña, pero con fuertes repercusiones. Por ejemplo, ha impuesto aranceles de un 25% a todas las importaciones de acero y de aluminio, ha subido a un 20% los aranceles a China, y ha amenazado con impuestos de importación de un 25% sobre todos los productos provenientes de México y Canadá —aunque ha suspendido dos veces su implementación y actualmente están aplazados para entrar a regir hasta el próximo 2 abril.
El mandatario, además, anunció tasas de un 25% sobre automóviles, chips y productos farmacéuticos, las cuales también entrarían a regir en el cuarto mes del año.
Aunque ninguna de estas medidas se refiere directamente a Costa Rica, tienen repercusiones indirectas de mucho peso para el país.
Rodrigo Cubero, expresidente del Banco Central y actual socio de la firma Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), explicó que el irrespeto de la administración Trump a los tratados de libre comercio como los que ya tiene vigentes Estados Unidos con México y Canadá son una señal negativa en materia de seguridad jurídica para las empresas que quieran establecerse en Costa Rica y exportar hacia los Estados Unidos.
Además, indicó que el llamado de Trump para que las grandes empresas de Estados Unidos y del resto del mundo reubiquen sus operaciones en suelo norteamericano representan un desincentivo para su instalación en otras zonas geográficas, como Costa Rica, aún cuando el mandatario no haya anunciado todavía mayores medidas en ese sentido más allá de sus planes de subidas arancelarias.
“Esto podría ser muy problemático”, describió en una reciente entrevista con el programa Hablando Claro, que se transmite en Radio Columbia. “Se podría dar no solo una reducción de los flujos de IED para Costa Rica sino eventualmente, en el peor de los casos, una reversión de los beneficios que ya recibimos; es decir, que se nos vayan algunas de las empresas que están operando en Costa Rica para aprovechar incentivos en Estados Unidos o para obviar los desincentivos, los garrotes, que les pueden poner por exportar desde afuera, como los aranceles”, añadió.
Gran parte del éxito o del fracaso económico de Costa Rica depende de Estados Unidos, que es el principal socio comercial del país. La potencia norteamericana es el destino de un 47% de las exportaciones de bienes y del 60% de las exportaciones de servicios del país. Gran parte de esa actividad se relaciona con empresas estadounidenses que se han instalado en Costa Rica para aprovechar beneficios fiscales en zonas francas. En ese sentido, según Cubero, Costa Rica se enfrenta a un alto nivel de exposición a las políticas trumpistas.
La inversión estadounidense tiene múltiples efectos económicos en Costa Rica. Por una parte, como generadora de empleo y, por otra, como generadora de divisas (que mantienen estable el tipo de cambio).
Semiconductores
En materia de atracción de IED, las políticas de Trump también han supuesto un freno en seco para los planes costarricenses de convertirse en un hub para empresas del sector de los semiconductores. El mandatario estadounidense ha dejado clara su intención de revisar la Ley de Chips (Chips Act, en inglés), de la cual Costa Rica pretendía beneficiarse.
“La Ley de Chips es una cosa horrible”, dijo este 4 de marzo ante el Congreso estadounidense, durante su primer discurso del estado de la Unión de su segundo mandato, y remató: “damos cientos de miles de millones de dólares y no significa nada (...) solo queremos proteger a nuestras empresas y a nuestra gente, y (las empresas) igualmente vendrán porque si construyen en Estados Unidos no tendrán que pagar aranceles”.
Esta visión de los semiconductores como una industria que debería de ubicarse exclusivamente en Estados Unidos representa un portazo para las intenciones de países como Costa Rica, que habían sido calificados como socios estratégicos por parte de la administración Biden.
El discurso de Trump, además, ya se evidencia en algunas decisiones. Recién el 3 de marzo pasado, el gigante de los microchips de alta calidad taiwanés TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Co.) anunció una inversión de $100.000 millones en nuevas plantas; pero directa y exclusivamente en Estados Unidos.
Precios e inflación
Los planteamientos de Trump, además, implican un alto riesgo inflacionario.
Si bien los aranceles encarecen principalmente el costo de vida de las poblaciones de los países que los imponen; también implican una subida de los costos de producción para la industria estadounidense y de los países que también apliquen este tipo de cargas como represalia. En ese sentido, los mayores costos de importación de materias primas como metales y semiconductores puede repercutir en mayores precios de los bienes acabados como automóviles, dispositivos electrónicos y materiales para la construcción, que finalmente se comercian internamente pero también en el resto del mundo.
Róger Madrigal, presidente del Banco Central (BCCR), señaló la situación como un “riesgo” durante la presentación del último Informe de Política Monetaria, en enero pasado.
“El mundo, comercialmente, pareciera irse hacia un esquema de bloques; ya no tanto ese mundo globalizado. Sigue siendo globalizado, pero con fricciones entre bloques”, señaló en aquel entonces. “Se habla de restricciones comerciales y, básicamente, de mayores costos de importación en algunos mercados”, anotó.
Algo similar destacó Adriana Rodríguez, gerente general de Acobo Puesto de Bolsa, en un análisis publicado por el puesto de bolsa nacional.
Ella explicó que el mero “escenario de incertidumbre comercial” que se ha generado en los primeros días de la administración Trump “agrede directamente cadenas de producción internacionales, interrumpe el comercio de bienes y deriva en presiones alcistas sobre los precios de los bienes finales".
Tasas de interés
Esta presión inflacionaria, además, podría traducirse en el mantenimiento de las relativamente altas tasas de interés de referencia que han estado vigentes en los últimos meses por parte de las principales autoridades monetarias del mundo.
Estas tasas de referencia, a su vez, inciden en el costo crediticio para personas y empresas.
Ya a finales de enero pasado, la Reserva Federal estadounidense optó por mantener entre 4,25% y 4,5% sus tasas de interés, como ocurre desde noviembre pasado; mientras que, en Costa Rica, la tasa de política monetaria (TPM) se mantiene en un 4% desde octubre del año pasado.
Estas tasas se mantienen en niveles altos porque se considera que existen amenazas alcistas sobre los precios y entonces se usan para restringir el consumo, incentivar el ahorro y evitar crisis inflacionarias.
Según Cubero, los hechos más recientes seguramente harán que sea más difícil para las autoridades monetarias aplicar reducciones de tasas. Desde el punto de vista del abogado y economista, el Banco Central quizás pudo realizar mayores recortes en los últimos meses, pero “ahora no es tan claro que el Banco Central tenga el espacio en términos de percepción”. “Aunque el nivel (de inflación) todavía daría para bajarlo, el momento no es adecuado”, subrayó.

La dimensión del daño
A pesar de su encendido discurso, Donald Trump tiene dos situaciones que podrían frenar su ímpetu o reducir el alcance de sus planteamientos en un futuro cercano. Por un lado, está el comportamiento de los mercados financieros y de la bolsa, que han reaccionado negativamente ante sus propuestas de aranceles. Por otro, el efecto que puedan tener sus planteamientos sobre los precios del mercado interno estadounidense, que pueden ser un factor de peso de cara a las elecciones de medio período en 2026, que serán claves para que pueda mantener el control del Poder Legislativo (el Senado y la Cámara de Representantes).
La mera incertidumbre, sin embargo, genera daños complejos por sí misma.
“Al final la inversión extranjera siempre se ve afectada por un ambiente de incertidumbre. Cuanta mayor incertidumbre haya, menor inversión, y eso en Economía está muy bien investigado”, recordó Cubero. “Eso genera posposición de inversiones, porque el inversionista no quiere arriesgar su dinero en una apuesta que eventualmente no va a fructificar porque de pronto el ambiente se percibe como demasiado riesgoso”, puntualizó.