Diferenciarse de la competencia es la regla en un mercado internacional cada vez más reñido.
La certificación de procesos se muestra entonces como uno de los caminos a seguir en pos de ese objetivo.
Para ello, programas como el Proyecto de Certificaciones para la Exportación (Certex), de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), han salido a luz y procuran atraer cada vez más empresas a sus filas.
EF conversó con Pedro Beirute, gerente general de la Promotora, para entender los alcances del proyecto y su funcionamiento.
¿Por qué lanzar Certex?
El programa lo que busca es reducir la brecha de competitividad que tienen algunas de nuestras mipymes en relación con la tenencia de contar, o no, con certificaciones. Entonces, el programa se enfoca en tres áreas: la certificación en temas de calidad, inocuidad alimentaria y prácticas agrícolas.
“Las certificaciones son fundamentales para las empresas que quieran ingresar a mercados con estándares más altos, como el mercado norteamericano y el europeo”.
¿En qué consiste el acompañamiento que se le da a las mipymes?
El proyecto incluye tres elementos principales: la capacitación y asistencia técnica personalizada a cada una de las empresas para la obtención de las certificaciones, un apoyo financiero no reembolsable o capital semilla y un apoyo financiero crediticio.
“Hablamos de un proceso que tarde en promedio unos nueve meses gracias al acompañamiento que damos a las empresas. Una mipyme que no tiene un soporte como este puede demorar hasta dos años en obtener una certificación”.
¿Los fondos que usted menciona como capital semilla provienen del Sistema de Banca para el Desarrollo?
Sí. El Sistema de Banca para el Desarrollo aporta $100.000 por cada 25 empresas para la realización de un diagnóstico. Se otorgan unos $4.000 por empresa, los cuales no tienen que devolver. Ese es el capital semilla que recibe del Sistema la empresa y uno de los mayores beneficios.
¿Por medio de cuáles entidades llega el apoyo crediticio?
El proyecto se entiende como una alianza público-privada y en ella también están involucrados el BAC San José y el Banco BCT.
“Entonces, con fondos del Sistema de Banca para el Desarrollo, que se colocan a través de estas entidades financieras, las mipymes cuentan con una línea de crédito para que puedan realizar las inversiones en infraestructura o lo que necesite para lograr la certificación”.
El proyecto está en una primera fase, ¿cuántas son las empresas anotadas en ese proceso?
La primera fase se inició en octubre del 2016 con un primer grupo de 25 empresas, que se espera logren sus certificaciones en octubre próximo. Allí participaron nueve empresas del sector alimentario, once de manufactura y cinco del sector agrícola.
“Otras 25 empresas, que iniciaron su proceso en marzo de este año, terminarán en enero de 2018. Ahí encontramos 14 firmas de alimentos, siete de industria y cinco de agro”.
¿Cuáles son los procedimientos que sigue una empresa en el proyecto?
Una empresa viene, nos toca la puerta y nosotros le hacemos un prediagnóstico, nos aseguramos de que es una pyme y entra al proceso. Ese diagnóstico es en dos sentidos y dependiendo de la norma que quiera obtener.
“Primero se le genera un informe donde la empresa sabe con exactitud qué tan largo está de cumplir los requisitos, cuánto tiempo le tomará y cuánto le costaría. Luego llega un segundo informe empresarial.
“En ese momento, nosotros le damos la opción a la empresa de si quiere continuar el proceso o no, sea porque a nivel interno perciben que está lejos de llegar a la certificación, o porque nosotros mismos lo identificamos. Si es así, resulta mejor que espere a otro grupo que venga con características similares y no hacer a la empresa tomar riesgos sin asegurarse de que pueda obtener la certificación.
Fuera del programa, ¿cuál es el costo para una mipyme de certificarse?
Hay dos costos diferentes, uno es el costo de la certificación como tal y eso depende del tipo de certificación y del tamaño de la empresa; eso ronda entre los $1.000 y $4.000 por año. Luego llega el resto del proceso, que es lo costoso; usualmente un proceso de certificación requiere cerca de $10.000, que incluye el apoyo del asesor que brinda el fortalecimiento empresarial. A eso se deben sumar también otras inversiones en infraestructura, si se requiere.
¿Cómo llega el contacto de las empresas con las certificadoras finales?
Nosotros hacemos un proceso de fortalecimiento empresarial con consultores expertos con la norma, pero los consultores no pueden ser jueces y parte; entonces hacemos el proceso con un especialista en la norma y después ponemos a las empresas en contacto con diferentes certificadoras que llegan a hacer la auditoría externa y otorgan la certificación.
¿Por qué invitar a una empresa a certificarse?
En algunos casos, el comprador internacional lo percibe (la certificación) como un valor, en otros casos lo define como un requisito indispensable; entonces, es una combinación de agregar valor con superviviencia.
¿Tiene el proyecto una fecha de caducidad?
La idea nuestra es mantenerlo como algo permanente dentro de los programas de apoyo y acompañamiento que tiene Procomer. Esperamos que cada cierto tiempo podamos ir abriendo más fases y que las empresas mantengan su interés por participar.
“Es muy importante que la empresa esté muy comprometida, es un proyecto de unos nueve meses en el que debe hacer inversiones y dedicar tiempo y energía, es vital que la empresa entienda en qué consiste”.
¿A qué certificaciones se puede aspirar?
ISO9001
Calidad: Es una norma de sistemas de gestión de la calidad (SGC) reconocida internacionalmente. Esta es aplicable a cualquier tipo de organización, sin importar el servicio que brinda o el producto que elabore.
FSSC22000
Inocuidad alimentaria: Es desarrollada por la Fundación para la Certificación de la Seguridad Alimentaria y se entiende como un nuevo enfoque en la gestión de riesgos de seguridad alimentaria en toda la cadena de suministro.
Es aplicable a todos los productos alimenticios, ingredientes alimenticios y a los fabricantes de materiales de embalaje, independientemente del tamaño, sector y ubicación geográfica de la organización.
Y está diseñada para impulsar la armonización internacional y la transparencia en las normas de seguridad alimentaria.
Global GAP
Buenas prácticas agrícolas: Es un conjunto de normas internacionalmente reconocidas sobre las buenas prácticas agrícolas, ganaderas y de acuicultura (GAP). Bajo la marca GlobalGAP, se agrupa un conjunto de protocolos de buenas prácticas gestionadas por Food Plus GmbH, organización sin fines de lucro, que desarrolla estándares para la certificación de los procesos de obtención de productos del sector primario a escala internacional, incluida la acuicultura.
Fuente Lloyd’s Register Quality Assurance (LRQA).