Carlos Alvarado es un politólogo que prefiere no entrar en el plano político. El nuevo ministro de Trabajo promete resultados y diálogo, antes de matricularse con fórmulas para alcanzarlos.
A casi un mes de la renuncia del anterior jerarca, Alvarado cree preciso resignificar palabras y plantearse un nuevo estilo de trabajo. En su diccionario figuran nuevas acepciones para los términos “convención colectiva”, “educación dual”, “economía social solidaria” y, sobre todo, “diálogo”, que –insiste– usará como eje en sus planes.
A semanas de su llegada a un nuevo escritorio, mantiene la cautela y no evita calificarse como un idealista a quien se juzgará por sus soluciones.
¿Qué rescata como principales logros del jerarca anterior?
Don Víctor (Morales Mora), como persona, es un gran ser humano y un amigo muy querido.
“Destaco el espacio de la Alianza por el Empleo, de trabajo con sectores productivos, y la Reforma Procesal Laboral (que es un logro de todo Costa Rica)... Es un legado muy oportuno.
“Obviamente hay una continuidad: algunos procesos se verán fortalecidos, otros no tanto. Pero es normal: somos personas diferentes. Adelanto que hay cosas en las que habrá continuidad, pero dejaré mi propia impronta”.
¿Mantiene la misma tesitura de su antecesor sobre la economía social solidaria?
Cuando nos metemos a ideologizar es cuando perdemos el camino. Si genera empleo, bienestar o reducción de pobreza en un marco de transparencia, es algo que tenemos que fomentar.
Entonces está de acuerdo, pero no se compromete...
Sí. Hay iniciativas. Así como hay un espacio de Alianza por el Empleo que se trabaja de la mano con Uccaep, hay un decreto de economía social solidaria y trabajo con organizaciones. He visto mucho la complementariedad de esfuerzos. Hay una falta de afinidad, más en el plano político que en el de los resultados.
“En este momento no me interesa entrar en el plano de lo político, pero sí en los resultados”.
¿Cuál es la principal diferencia que desearía dejar?
Me gustaría, sin que signifique que no se haya abordado, fortalecer el diálogo tripartito. Por ejemplo, en el caso de la informalidad: es un tema muy importante que involucra a patronos, trabajadores y Gobierno. Para lograr avances se requiere una gran dosis de diálogo con sectores.
¿Le parece que le fijaron un umbral muy bajo por la petición de renuncia al ministro anterior?
Creo que eso… En ese punto a mí… No tengo una opinión al respecto. Desde que estoy sirviendo en la administración lo hago por invitaciones del Presidente y tengo muy claro que estoy aquí por el tiempo que él así lo considere o hasta que yo decida permanecer.
Su principal propósito es crear 217.000 trabajos, ¿qué parte hará el Ministerio para lograrlo?
Lo que el Ministerio puede trabajar allí, y el Gobierno en general, es mejorar las condiciones macroeconómicas, como lo ha venido haciendo.
“Si bien el desempleo abierto ha estado fluctuando en el 8,5%, en el quintil más pobre tenemos un desempleo del 24%.
“Esta una discusión de empleo, pero también de exclusión. Tiene que haber un proceso de inclusión social y estamos trabajando en políticas de búsqueda activa de esa población.
“El Ministerio trabajará temas en el entorno económico (simplificación de trámites, trabajo en mesas). Creo que la informalidad es fundamental”.
Se suele señalar la falta de talento humano como una desventaja competitiva del país, ¿qué puede hacerse ?
Es como en las eliminatorias de fútbol, cuando dicen que uno depende de sus propios resultados. Lo mismo Costa Rica. Es una oportunidad: no una barrera.
“Mi experiencia en el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) demostró que lo primero que tenemos que hacer es poner en el centro de las políticas a las familias y que, de ahí, las instituciones se alíen para trabajar en conjunto. En capacitación y empleo, tenemos mucho potencial”.
Educación dual se ha señalado como una solución, ¿qué opinión tiene al respecto?
Tenemos que resignificar las palabras, a veces el debate d2e educación dual se asocia directamente con el proyecto de ley. Hay que verlo más con los objetivos y resultados. Yo no apostaría a que nos enfrasquemos en una discusión sobre un sí o un no, sobre algo específicamente legislativo, sino sobre ese objetivo final.
Entonces hay un impulso a la propuesta con o sin proyecto de ley.
Sí. Definitivamente.
Su antecesor ganó enemistades por la racionalización de convenciones colectivas, ¿está dispuesto a continuar esa batalla?
No lo veo como una batalla. Nuestra apuesta es que los patronos y jerarcas de cada institución entren en cada negociación para que, donde haya abusos, se acabe con ellos, y si hay incumplimientos, subsanarlos, pero es un trabajo que tiene que ver con la negociación respetuosa y firme, no basada en lo ideológico.
“Hemos satanizado muchas palabras, dependiendo de nuestro origen y creencias... El mismo diálogo. Alguien podría decir es muy idealista: veamos si es idealista a partir de los resultados”.