Con el avance del proyecto que legaliza ciertos usos del cannabis, dentro de poco el Plenario Legislativo deberá definir si da luz verde al nacimiento de una nueva industria en torno al cáñamo industrial, o si también abrirá la puerta a la marihuana para usos medicinales.
El proyecto, presentado por la diputada independiente Zoila Volio, formó parte de una de las agendas para la reactivación económica propuesta por el Poder Ejecutivo en 2019. Desde entonces, Casa Presidencial redelineó su posición para favorecer al cáñamo.
LEA MÁS: Bases sólidas para una industria cannábica
Las perspectivas de crecimiento para los próximos años hacen a los derivados del cáñamo y la marihuana dos mercados atractivos para inversionistas y gobiernos. Costa Rica también podría insertarse en estas industrias y ser un origen de la materia prima o desarrollar productos a base de estas plantas para consumo interno o exportación, y así abrir otra fuente de ingresos para una economía a la que se le dificulta levantarse luego del golpe de la pandemia de COVID-19.
El texto del proyecto sufrió algunos cambios en la Comisión de Ambiente con respecto al original, donde fue dictaminado a inicios de noviembre. Ahora le espera, posiblemente, un largo camino en medio de inquietudes y recelos de distintos sectores. ¿Perdería el país si finalmente se rechaza la marihuana medicinal?
Las oportunidades de Costa Rica
Las condiciones climáticas y la forma de cosecha en las que crece el café son similares a las características del cultivo de las plantas cannabis, razón por la cual nuestro país podría ser un lugar ideal para su producción.
El proyecto de ley que se encuentra en la corriente legislativa contempla no solo la siembra de las plantas, sino también el desarrollo de una industria a base de ellas en las que se elaboren productos farmacéuticos, cosméticos, cremas, aceites, alimentos, entre otros.
La diputada proponente del proyecto, Zoila Volio, respalda su propuesta con un estudio realizado en 2017 por Deloitte Canadá, en el que se hace un análisis de diferentes escenarios para Costa Rica.
Según este estudio, proporcionado por el despacho de Volio, para 2017 el cannabis de uso medicinal era legal en 21 países, pero solo en 13 eran permitidas las importaciones.
En esta lista de importadores están naciones como México, Alemania, España o Australia, y juntos suman 411 millones de personas como potenciales consumidores.
Para tal demanda, el estudio plantea cuatro posibles escenarios en los que Costa Rica podría suplir desde el 1% hasta el 10% del consumo mundial de cannabis medicinal. Para 2021, esos porcentajes representarían 26.200 y 262.000 kg respectivamente.
En términos de ingresos, el estudio calcula que el país percibiría $131 millones en caso de producir el 1% y $1.311 millones por el 10%, solo del cannabis para uso medicinal.
Para Volio, el cultivo de estas plantas sería una oportunidad para pequeñas cooperativas y asociaciones, tal como se establece en el proyecto de ley, con el fin de desarrollar una pequeña y mediana industria.
“Es industrializar la planta para uso medicinales. Nadie está promoviendo el uso recreativo o el fumado, estoy haciendo una industria de una planta que ahora está en el mercado ilícito”, dijo.
Sin embargo, ya diferentes sectores han mostrado sus dudas con respecto a la marihuana medicinal, lo que dejaría espacio solo para el cáñamo industrial. Para el abogado Giancarlo Andreoli, especialista en legislación sobre cannabis de BLP Legal, este panorama haría que el país pierda espacio en un mercado valioso.
“Tendría un impacto. Si bien es cierto el cáñamo se puede usar para textiles u otros productos, estos tienen un costo un poco más elevado. Lo que es más atractivo en estos momentos son el cannabis medicinal y su cultivo y lo que gira en torno a esto. Si lo dejamos por fuera posiblemente muchos inversionistas se desinteresarían”, consideró Andreoli.
Una opinión diferente tienen en la Coalición Costarricense de Cáñamo, que agrupa a 14 organizaciones con el fin común de educar y promover la industria del cáñamo. Su representante, Silvio Bonomelli, afirma que los derivados de esta planta son el mercado principal en este momento.
“El negocio más grande que hay es el de los alimentos a base de cáñamo, que la gente consume porque contiene CBD”, aseguró Bonomelli.
Precisamente, la coalición trabaja en promover emprendimientos de este perfil y ya tienen productores de chocolate y de kombucha con extracto de CBD proveniente de cáñamo orgánico que están gestionando los permisos ante el Ministerio de Salud, como productos terminados y sin THC.
La propuesta de la coalición es promover la creación de productos que combinen el cáñamo con productos agrícolas de exportación como el cacao, el café o la caña de azúcar.
No obstante, Bonomelli mencionó que desde el punto de vista de la salud, no aprobar el cannabis medicinal podría afectar la vida de personas que se beneficiarían de él.
Volio, quien es ingeniera agrónoma, explicó que la aplicación medicinal de estos compuestos es más caro porque requiere de tecnología y necesidades más específicas. En el caso del cáñamo, la legisladora visualiza una pequeña industria en la que se procese para hacer fibras, por ejemplo, o solo se cultive el tallo y se exporte a otros mercados. Todo dependerá de las posibilidades financieras y de espacio de cada emprendimiento.
Misma planta, dos nombres
El cáñamo y la marihuana son en realidad dos nombres comunes que se le dan a las plantas que pertenecen al género Cannabis, cuya especie principal es la Cannabis sativa.
Al pertenecer a la misma familia, comparten características físicas, pero químicamente la concentración de sus compuestos varía.
De estos compuestos sobresalen dos que son su principal diferencia y son el centro de la discusión: la marihuana tiene altos contenidos de tetrahidrocannabinol (THC) y bajos niveles de cannabidiol (CBD), mientras que en el cáñamo es a la inversa, es decir, más CBD y menos THC.
El THC está relacionado al efecto psicoactivo por la que es conocida la marihuana, pero que también puede tener efectos terapéuticos y medicinales. El CBD, por su parte, no es un compuesto psicoactivo y se aprovecha también para usos terapéuticos o en la industria alimentaria, mientras las fibras del cáñamo además pueden aplicarse en textiles, por ejemplo.
Ambos compuestos pueden tener efectos terapéuticos o medicinales, pero para ciertas patologías o condiciones, el cannabis medicinal tiene más efecto.
Mercado creciente
Las estadísticas y proyecciones hablan por sí mismas. Las ventas de productos derivados del cáñamo y del cannabis para uso medicinal experimentarán un cuantioso crecimiento en los próximos cinco años.
El empuje proviene de la alta demanda en Estados Unidos, Europa y China, principalmente.
La paulatina legalización del cultivo de estas plantas en diferentes países ha contribuido a despertar un nuevo mercado que promete revolucionar la concepción que hasta ahora se tenía del cannabis.
Este progreso a nivel político responde en parte a una demanda social que promueve una regulación del uso del cannabis para fines medicinales, respaldada por estudios que han demostrado beneficios en pacientes con enfermedades como la artritis.
Según las proyecciones de Euromonitor International, proveedor de investigación de mercado, todo el mercado del cannabis en su conjunto (uso medicinal, uso recreativo y productos de solo CBD) tendrá un valor de $27.728 millones al cierre del 2020.
El rubro de más peso será el de cannabis de uso recreativo con $13.300 millones, seguido por los productos con CBD con un valor por $8.112 millones, mientras el cannabis medicinal sumaría $6.315 millones.
Para 2025, el cannabis de uso recreativo tendrá un crecimiento de 376% y su valor mundial se colocaría en torno a los $68.000 millones, superando ampliamente las otras dos categorías.
En el caso de productos con CBD, extraído del cáñamo, sumarían poco más de $26.000 millones.
Para el caso de América Latina, las cifras son más conservadoras, pero hay también una mayor tendencia del mercado proveniente de la marihuana tanto para uso medicinal como recreativo.
El rubro de mayor valor este 2020 en la región sería el de CBD con $194 millones, seguido del cannabis medicinal que llegaría a $152 millones y el de uso recreativo solo $2 millones. Pero para 2025, el uso medicinal tomaría el primer lugar con un mercado cercano a los $3.500 millones, más que el uso recreativo y el CBD juntos.
Para Spiros Malandrakis, jefe de bebidas alcohólicas en Euromonitor, el perfil del consumidor de cannabis está cambiando y eso eleva la demanda de nuevos usos y presentaciones.
“El consumidor moderno de cannabis no solo seguirá tomando menos alcohol y fumando menos tabaco, sino que también diversificará su consumo de la flor tradicional recreativa a otros formatos”, afirmó en un comunicado de prensa.
Otros datos de un estudio de octubre anterior de la Promotora del Comercio Exterior (Procomer), estiman las ventas de derivados del cáñamo industrial a nivel mundial en $5.733 millones para este año.
Los tres principales segmentos derivados del cáñamo son los de suplementos y bebidas con CBD, los textiles y otras aplicaciones industriales y de construcción.
Según Procomer, del cáñamo se podría aprovechar el extracto de CBD, el grano y la fibra en una gran variedad de aplicaciones.
El CBD sería la opción más rentable, pero con los costos iniciales más altos, por lo que la institución recomienda mantener un porcentaje de THC cercano al 1% para una mayor utilidad.
Procomer dejó de lado en su estudio el cannabis de uso medicinal, aunque sí está contemplado en el proyecto de ley. Lo que no está incluido en la iniciativa es el cannabis de uso recreativo.
Piedras en el camino político
El proyecto de ley 21.388 Ley del Cannabis para Uso Medicinal y Terapéutico y del Cáñamo para Uso Alimentario e Industrial inició su recorrido en mayo del 2019, pero fue hasta el pasado 11 de noviembre cuando se dictaminó en la Comisión de Ambiente.
A partir de ahora continuará al plenario para la discusión por parte de los 57 diputados.
El texto sufrió algunas modificaciones durante su paso por la Comisión de Ambiente. Por ejemplo, se eliminó la licencia para el cultivo del cáñamo, pues los diputados consideraron que al poseer un bajo nivel del contenido psicoactivo THC no era necesario. Sin embargo, sí se mantiene la obligación de inscribirse ante un registro de productores de cáñamo.
Un segundo cambio es la eliminación de los montos de la licencia para cannabis medicinal que tenía el texto original, que incluía una primera categoría para instalaciones de extracción e industrialización por una tarifa de $300.000, y una segunda categoría para laboratorios para la producción de medicamentos cuyo valor era de $100.000.
Estos montos se suprimieron y, en su lugar, la Comisión decidió que le corresponderá al Poder Ejecutivo definir el costo de la licencia en el reglamento de la ley.
La tercera variación importante tiene que ver con el impuesto para el cannabis de uso médico. El texto original de Volio establecía una tasa de 3% sobre las utilidades netas, pero la comisión rebajó ese porcentaje al 1%.
El proyecto se ha encontrado también con posiciones más conservadoras desde distintos sectores.
Ya varias figuras del Gobierno y la propia Casa Presidencial han mostrado sus dudas con respecto a legalizar el cannabis medicinal, específicamente. En el caso del cáñamo industrial parece haber un mayor consenso de apoyo.
Ante la consulta de EF, el Ministerio de Salud envió un documento de 20 páginas firmado por el jerarca de la cartera, Daniel Salas, en el que cuestiona que se permita hasta 1% de THC en productos no psicoactivos, cuando en la mayoría de países el límite es del 0,3%.
Por su parte el Ministerio de Seguridad resaltó los esfuerzos que el país ha hecho para combatir el tráfico ilícito de marihuana y argumenta que legalizar el cannabis constituye una serie de riesgos en materia de seguridad.
La divergencia de posiciones es el principal escollo en el camino del proyecto de ley.
Para Bonomelli, de la Coalición Costarricense de Cáñamo, la iniciativa de ley es innovadora, pero cree que fue un error incluir los dos temas en un solo texto debido a la poca viabilidad política en torno al cannabis medicinal.
La misma Volio reconoce ahora que no visualizó la oposición que podría generar el tema del cannabis medicinal. “Como ingeniera agrónoma no visualicé la parte política y los metí juntos. (...) No le vi nada malo al cannabis medicinal”, dijo.