Boris Johnson lanzó el lunes una bomba sobre las estancadas negociaciones posbrexit con la Unión Europea, al amenazar con abandonarlas a mediados de octubre y reconocer que se dispone a modificar disposiciones claves del firmado y ratificado Tratado de Retirada.
La tensión aumentó inmediatamente con Bruselas. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, advirtió que los compromisos firmados "deben respetarse" y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó que Londres está "obligado" por "la ley internacional" a aplicar dicho tratado.
En reacción a una información del diario Financial Times, según la cual el ejecutivo británico presentará el miércoles un proyecto de ley que "anularía" partes claves del acuerdo de divorcio, principalmente en lo relativo a la provincia británica de Irlanda del Norte, un portavoz admitió que se están "tomando medidas limitadas y razonables".
Su objetivo es "clarificar elementos específicos del protocolo de Irlanda del Norte en la legislación nacional, para eliminar cualquier ambigüedad y garantizar que el gobierno siga siendo capaz de cumplir sus compromisos con el pueblo norirlandés", afirmó.
Durante mucho tiempo este fue el principal escollo entre Londres y Bruselas, ¿cómo evitar restablecer una frontera con la vecina República de Irlanda que podría amenazar el frágil acuerdo de paz del Viernes Santo que en 1998 puso fin a 30 años de sangriento conflicto?
LEA MÁS: Unión Europea y Gran Bretaña retoman el Brexit y esta vez lo hacen por videoconferencia
Cambiarlo todo ahora sería "una forma muy imprudente de actuar", lanzó el ministro irlandés de Relaciones Exteriores, Simon Coveney, subrayando el peligro de desestabilizar una paz de tan solo 22 años.
"Sería una traición a lo ya acordado e infligiría un daño irreversible a nuestra economía y al acuerdo del Viernes Santo", dijo por su parte el Sinn Fein, exbrazo político del IRA que ahora participa en el gobierno autónomo norirlandés.
15 de octubre
Tras años de durísimas negociaciones con Bruselas y caóticos enfrentamientos en el Parlamento británico, el Reino Unido salió finalmente de la UE el 31 de enero cuando, gracias a la aplastante mayoría parlamentaria obtenida el diciembre anterior, Johnson logró la aprobación de un acuerdo que establecía las condiciones del divorcio.
No obstante nada cambió en la práctica para los británicos, que se encuentran hasta finales de este año en un periodo de transición destinado a negociar su futura relación comercial con sus vecinos más cercanos y principales socios comerciales.
Pero esas conversaciones llevan meses estancadas en dos grandes cuestiones: los europeos quieren conservar su derecho a pescar en las ricas aguas británicas y limitar las subvenciones públicas de Londres a las empresas locales para evitar lo que según ellos sería una competencia desleal.
Johnson se niega a ambas cosas, denunciándolas como condiciones injustas que la UE no impone a ninguno de sus otros socios comerciales, y para dejarlo claro amenazó con dejar la mesa de negociación dando un portazo.
"Debemos llegar a un acuerdo con nuestros amigos europeos de aquí al Consejo Europeo del 15 de octubre para que entre en vigor antes de final de año", lanzó el primer ministro británico en un comunicado publicado en Twitter.
"No tiene sentido pensar en plazos que irían más allá", asegura. "Si no logramos ponernos de acuerdo para entonces, no veo un acuerdo de libre comercio entre nosotros", agregó.
¿Catalizador o torpedo?
El martes comienza en Londres la octava ronda de contactos entre Barnier y su homólogo británico David Frost. Y la partida de póquer se vuelve más tensa dado que el tiempo apremia: para entrar en vigor el 1 de enero de 2021, el acuerdo debe cerrarse en octubre para que los respectivos parlamentos tengan tiempo de ratificarlo.
El lunes toda la prensa británica se preguntaba si la maniobra del controvertido 'premier' será un catalizador que dé paso a concesiones y permita avanzar o un torpedo que hunda toda posibilidad de éxito.
"No ha habido absolutamente ningún movimiento del lado británico en las conversaciones todavía. Si este enfoque no cambia rápidamente, estaremos en el camino de un fracaso en la negociación con todas sus consecuencias económicas negativas", dijo un diplomático europeo a la AFP en Bruselas.
Alemania, que preside este semestre la UE, está "convencida de que esto puede concluirse con éxito, pero al mismo tiempo se está preparando para la posibilidad de que no se llegue a tal acuerdo", afirmó el portavoz de la canciller Angela Merkel.
Los temores renovados de una ruptura brusca en cuatro meses hicieron desplomarse la libra esterlina.