Brasilia. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se reunirá la próxima semana con su par estadounidense Donald Trump en la Casa Blanca para sellar una naciente alianza conservadora hemisférica, que busca redoblar la presión sobre Nicolás Maduro en Venezuela y fortalecer sus lazos económicos.
Décadas de relaciones que no pasaban de cordiales entre Brasilia y Washington quedaron atrás con la llegada al poder en enero del exmilitar ultraderechista, apodado el "Trump tropical" por su admiración y su sintonía ideológica con la agenda nacionalista y "antiglobalista" del estadounidense.
"Es la primera visita de carácter bilateral realizada por el presidente al exterior, una muestra de la prioridad que el gobierno atribuye a la construcción de una sólida asociación con Estados Unidos", declaró el miércoles el portavoz de Bolsonaro, Otávio do Rêgo Barros.
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Acompañado por seis ministros y su hijo y diputado federal Eduardo Bolsonaro -sumamente activo en las articulaciones con representantes de la ola neoconservadora mundial-, el mandatario brasileño estará en Washington de domingo a miércoles y se alojará en la Blair House, la residencia oficial para huéspedes de marca, situada frente a la Casa Blanca.
Además de mantener una "reunión privada" con Trump el martes en el Salón Oval, el mandatario aprovechará su estancia en la capital estadounidense para reunirse con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y participará en varios foros sobre las oportunidades que ofrece la economía brasileña.
El domingo por la noche asistirá a una cena en la residencia del embajador de Brasil con "varios formadores de opinión" a la que, según versiones de prensa, asistirán el escritor brasileño residente en Estados Unidos Olavo de Carvalho, considerado gurú de Bolsonaro, y Steven Bannon, el controvertido exasesor del presidente de Estados Unidos.
Grandes tuiteros, dueños de una retórica polémica y enemistados con la prensa, Trump y Bolsonaro abordarán uno de los temas que más les une: su férrea oposición a la "dictadura" de Venezuela y las ganas de sacar a Maduro del poder.
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Estados Unidos está al frente de los más de 50 países -entre ellos Brasil- que reconocen al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino, y ha aplicado sanciones económicas y un embargo al crudo de Venezuela, crucial para su economía, que empezará a regir el 28 de abril.
Trump ha afirmado repetidas veces que todas las opciones están sobre la mesa y no excluye una intervención militar en Venezuela.
Pero Bolsonaro, que participó en la frustrada operación de ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela por las fronteras de Colombia, Brasil y Curazao, sigue la línea del Grupo de Lima -formado por una decena de países latinoamericanos y Canadá-, partidario de estrechar el cerco económico y diplomático sobre Maduro sin recurrir a la fuerza.
"Es poco probable que Brasil adopte acciones militares para resolver la situación en Venezuela, pero es posible que Bolsonaro adopte una postura más firme públicamente después de este viaje a Washington", explicó a la AFP Roberta Braga, directora asociada del centro latinoamericano del Atlantic Council, con sede en Washington.
Pese a su rechazo a la vía militar, a Trump le interesa tener un aliado de peso como Brasil "para seguir ejerciendo presión sobre Maduro y garantizar que esa ola de apoyo que Guaidó recibió no disminuya con el paso del tiempo", opinó por su lado Thomaz Favaro, analista de Control Risks.
El portavoz de Bolsonaro explicó también que Bolsonaro y Trump, cuyo país es el segundo socio comercial de Brasil después de China, firmarán tres acuerdos, de los que no quiso dar detalles.
La expectativa es que uno de ellos otorgue salvaguardias tecnológicas para que Estados Unidos pueda usar la base de lanzamiento de satélites de Alcántara (norte), una opción denunciada por sectores nacionalistas brasileños, que la ven como un riesgo de pérdida de soberanía.
La base de Alcántara tiene una ubicación ideal para los lanzamientos, pues está muy próxima a la línea del ecuador, lo que permite economizar hasta 30% del combustible o llevar más carga. De ahí el interés de Estados Unidos.
“La firma de Alcántara es otra muestra del alineamiento de Bolsonaro con Estados Unidos. Como hizo al aceptar el acuerdo entre Boieng y Embraer”, explicó a la AFP el internacionalista Paulo Wrobel, de la Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro (PUC-Rio).
Los analistas esperan que ambos mandatarios discutan también medidas para aumentar el comercio bilateral -sin rebasar límites que en el caso de Brasil impone Mercosur- y el ingreso del gigante sudamericano en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Después de su viaje a Estados Unidos, Bolsonaro visitará Chile y viajara aún a fin de mes a Israel, en una muestra clara de su tentativa de acercamiento a gobiernos que considera comprometidos con sus opciones ideológicas conservadoras y económicamente liberales.