El Aeropuerto Internacional Juan Santamaría está listo para recibir turistas, después de casi 5 meses cerrado para este tipo de vuelos.
El 18 de marzo el país cerró sus dos aeropuertos internacionales -Santamaría y Daniel Oduber- por un período de 26 días. El lapso se extendió hasta este 1º de agosto y se hará efectivo el 3 de agosto, cuando ingrese al país un vuelo de Iberia procedente de España, con 200 turistas.
Cuando el país puso la restricción inicial, había en Costa Rica 41 casos de COVID 19. En estos cinco meses, no solo los casos aumentaron a más de 17.800; el país se sumió en una serie de protocolos y medidas de seguridad para evitar que el virus siga creciendo en el país.
Esas medidas llegan al aeropuerto. Ahora llegar o salir del país será una actividad de nuevos pasos, protocolos, mediciones y distanciamiento.
Llegada al aeropuerto
La normalidad cambia desde la llegada al aeropuerto. Sin haber dado el primer paso dentro del edificio, en la entrada de las distintas puertas hay una serie de lavatorios disponibles.
Al empezar el ingreso el piso, antes de cerámica, ahora está cubierto por alfombras sanitizantes. Inmediatamente después aparece una nueva opción para limpiarse: dispensadores automáticos de alcohol en gel.
Tan solo unos metros después y aún sin haber cruzado las puertas de acceso al lobby, una cámara recibe a los pasajeros.
El puesto es controlado por dos funcionarios de la Cruz Roja y tiene dos fines. Primero, medir la temperatura corporal de las personas, más de 38 grados activa de forma inmediata una alerta en la computadora y la persona es separada para un chequeo más intenso, donde se determinará si puede viajar o no.
Las cámaras también permiten identificar si la persona tiene puesta una mascarilla, instrumento indispensable. Además, las imágenes quedan guardadas por un mes, y a disposición de las autoridades, en caso de que sea necesario buscar a una de las personas que ingresaron.
Después de todo esto, se cruzan finalmente las puertas.
Lobby
A simple vista el lobby del Juan Santamaría presenta cambios. Decenas de señales en los sueños destacan la separación que se deberá tener, entre una persona y otra, para realizar el proceso dentro del aeropuerto.
Pequeñas postales de pies dejan claro dónde se podrá poner de pie cada pasajero mientras realiza la fila hacia el counter de cada una de las aerolíneas.
Otras señales en forma de acrílicos, sumadas a las pantallas informativas recuerdan en todo momento la normativa: separación de 1,8 metros, portar mascarilla y seguir los protocolos.
Dentro del lobby también hay disponibles espacios para realizar auto check-in, para evitar al máximo el contacto físico, cada uno con alcohol en gel nuevamente a la mano.
La entrega de equipaje, más allá de las medidas de separación, los equipos protectores que portan los empleados del aeropuerto y de las aerolíneas y una nueva barrera plástica, se realiza de forma normal.
Seguridad y tiendas
Tras dejar las maletas, los pasajeros deberán pasar por el área de seguridad y revisión de equipaje de mano. Ahí las medidas de revisión se mantienen idénticas con la adición de pantallas de plástico para separar a los policías de los turistas, mascarillas, guantes y caretas.
También hay una serie de postales en el suelo que indican los espacios de separación mínima entre los pasajeros. Las canastas para poner las pertenencias en la cinta transportadora de la revisión son sanitizadas de forma constante, antes de que vuelvan a usarse.
Después de pasar ese filtro, el pasajero está encaminado hacia su avión. Las tiendas que reciben a los turistas que dejan el país cumplen con las mismas medidas de cualquier tienda.
La mayoría están cerradas a falta de compradores, aunque están autorizadas para operar. Las pocas abiertas demuestran con cintas amarillas los espacios que no están disponibles para el público. En todas se observan rótulos que recuerdan las medidas de seguridad, así como pantallas con mensajes sobre las normas a seguir.
De la misma forma los espacios de duty free están abiertos. Las seis tiendas libres de impuestos administradas por el Instituto Mixto de Ayuda Social (Imas), abren sus puertas a la espera de turistas. Antes de la pandemia estos negocios contaban con 400.000 clientes anuales.
De acuerdo con datos del Imas, de cada dólar que se vendió en el Duty Free durante el 2019, el 17% está dirigido a programas que atienden a familias en pobreza con múltiple vulnerabilidad social.
Salas de espera
Las salas de abordaje también tienen cambios visibles. Las sillas fueron acomodadas para separarlas unas de las otras y se colocaron más butacas.
En la alfombra del piso, se distinguen 10 cuadros de otro color que señalan las personas que harán fila para ingresar al avión. Ahora los pasajeros serán llamados de 10 en 10, de atrás hacia adelante del avión; y cada uno se colocará en uno de estos espacios demarcados.
Cada pasajero cuenta con un pase de abordar auto escaneable, con el objetivo, nuevamente, de reducir el contacto entre personas.
Después de todo este proceso, el pasajero está listo para subir al avión.
¿Y a la vuelta?
Cuando, por el contrario, el pasajero está ingresando -o regresando- a Costa Rica, el proceso se repite a la inversa, pero hay algunos cambios importantes.
Tan solo bajar del avión, los pasajeros deberán pasar por tres alfombras distintas para limpiar sus zapatos e inmediatamente después se repite el proceso con las cámaras para medir la temperatura.
Las tomas de temperatura son prácticamente al salir del avión. Si se detecta un pasajero con una temperatura mayor a 38 grados es separado y examinado por aparte. En caso de ser detectada alguna anomalía, el Ministerio de Salud pasa a hacerse cargo.
El pasajero no se puede simplemente devolver. Es por ese motivo que el país solicita como requisito de entrada, un seguro de viaje que cubra gastos médicos y hospedaje en caso de cuarentena.
Migración y equipaje
El proceso de migración también tiene algunos cambios. Además de las distancias detalladas en el suelo, los plásticos separan a los oficiales de los turistas que ingresarán al país.
Lo que sí tiene un cambio importante es el reclamo de equipaje.
A los pies de las bandas transportadoras se detallan nuevamente pequeñas huellas de dónde se podrán ubicar las personas. Sin embargo, para vuelos grandes estos espacios son insuficientes.
Por ese motivo el aeropuerto contrató a un equipo encargado de sacar y colocar las maletas a lo largo de los espacios de las salas, para que los pasajeros, haciendo filas, puedan buscar y recuperar sus equipajes.
Finalmente, los turistas pasarán el último filtro de seguridad y revisión de maletas. Este se mantiene casi idéntico. Tras cruzar las puertas de salida el aeropuerto presenta su último cambio. Toda la zona donde las personas acostumbran a esperar a los recién llegados está completamente cerrada para personas externas. Los turistas deberán buscar un transporte autorizado o esperar ser recogidos, para abandonar el aeropuerto.