La conformación de la Asamblea Legislativa cambió profundamente en los últimos treinta años. La estructura bipartidista cedió a un multipartidismo que dio sus primeros pasos en 2002, que luego se acentuó y ahora parece haber llegado para quedarse.
Por sexta vez consecutiva desde 2002, el Congreso apunta a dividir el poder entre varios bloque significativos este 6 de febrero. Además, como en los últimos seis procesos, también es previsible que sean cinco o más los partidos que logren alguna curul.
El pronóstico es que Costa Rica tenga una nueva Asamblea ‘de migajas’, con un récord de más de 30 agrupaciones políticas, entre nacionales y provinciales en las papeletas.
Lejos quedaron los congresos bipartidistas, dominados casi exclusivamente por el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
El estallido
Desde 1990 hasta 2022 son 18 los partidos políticos que han ocupado sillas en el Congreso. Sin embargo, los únicos que repiten en todos los cuatrienios son el PLN y el PUSC: los miembros del histórico bipartidismo que dominó la escena política costarricense en la segunda mitad del siglo XX.
Durante la década de los noventa, los partidos tradicionales siempre sumaron más de 23 escaños. Los liberacionistas incluso llegaron a ostentar 28 en 1994 y los socialcristianos 29 en 1990, cifras que nunca más repitieron.
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Por el contrario, podría decirse que la ruptura del sistema bipartidista en el Congreso ocurrió desde el año 2002, con la aparición de partidos nuevos como Acción Ciudadana (PAC) y Movimiento Libertario (ML); los cuales irrumpieron en la escena política y se dejaron hasta 20 escaños en conjunto (14 y seis, respectivamente) ese año.
A partir de entonces no hubo marcha atrás. Escándalos que involucraron a expresidentes y el desgaste de las instituciones tradicionales hicieron aflorar una enorme cantidad de nuevas banderas que, más tarde, se colaron en Cuesta de Moras.
La máxima muestra del multipartidismo en el Congreso llegó hasta 2014, con la presencia de hasta nueve bancadas (tres de ellas con un solo diputado).
Ya para el actual período (2018-2022), el número de agrupaciones presentes en Cuesta de Moras se redujo a siete. Sin embargo, hasta 12 congresistas de diferentes agrupaciones se declararan independientes y seis de ellos, electos por Restauración Nacional (PRN), se organizaron en un nueva especie de fracción informal (el bloque independiente Nueva República).
Algo similar ya había pasado en 2002 con la primera fracción legislativa del PAC. De ella salieron seis legisladores que fundaron un grupo autodenominado Bloque Patriótico.
Por la forma en que se eligen los diputados en el país, es poco probable que muchos más partidos lleguen al Congreso en este 2022. Sin embargo, es esperable que tampoco sean muchos menos.
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El politólogo Ronald Alfaro, del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, explicó que la existencia de barreras de votos mínimos para la repartición de escaños hace que, aún en escenarios en los que muchas agrupaciones participen, finalmente el número electo sea más acotado.
La provincia que ofrece mayores posibilidades para la dispersión es San José, al ser también la que ofrece espacio para una mayor cantidad de legisladores (hasta 19).
Unos entran y otros salen
La estructura partidaria en el Congreso sufrió pocas variaciones entre 2006 y 2014, en cuanto a las agrupaciones que accedieron a escaños. Los cambios tuvieron una mayor relación con la cantidad de diputados de cada partido (por su auge o su desgaste).
Esa situación varió en las elecciones de 2018. En estas, tres partidos con presencia casi ininterrumpida en los procesos anteriores (Movimiento Libertario, Renovación Costarricense y Accesibilidad Sin Exclusión) desaparecieron del Plenario y le cedieron su espacio a otros que justamente prometieron un recambio.
Entre ellos estuvieron el entonces nuevo Partido Republicano Social Cristiano (PRSC), creado para esas elecciones; el Partido Integración Nacional (PIN), que encontró impulso en la figura de su entonces candidato Juan Diego Castro; y Restauración Nacional (PRN), la opción conservadora que se benefició de la discusión religiosa y social en torno al matrimonio igualitario.
Para este 2022 se espera una dinámica de recambio similar. Más allá de un aumento de partidos en el Congreso, es esperable que algunos pierdan fuerza y otros aprovechen su salida.
Por ejemplo, parece inevitable que Restauración Nacional pierda fuerza tras perder a su candidato presidencial en 2018, Fabricio Alvarado, quien fundó la agrupacion Nueva República (PNR). Asimismo, parece lógico que el desgaste electoral del oficialista PAC se traduzca en menos escaños.
También queda por ver si partidos como el PIN o el PRSC lograrán retener los seis escaños que consiguieron en 2018, o si los perderán ante otros partidos tradicionales o nuevas ofertas que despuntan en estudios de opinión, como el Liberal Progresista (PLP) o el Progreso Social Democrático (PPSD).
La última encuesta del CIEP-UCR de cara al proceso electoral de febrero, para la cual entrevistó a 1.006 personas entre estos 27 de enero y 1 de febrero (con un margen de error de 3,1 puntos porcentuales), encontró que la indecisión de cara a las elecciones legislativas es aún mayor que para las presidenciales. Un 47% de las personas entrevistadas dijo no saber a qué partido apoyar.
A la espera de un desenlace incierto, solo cuatro partidos superaban el 5% de la intención de voto legislativa a nivel nacional: PLN (13,4%), PUSC (10,5%), FA (6,8%) y PPSD (6,3%). Sin embargo, otra veintena de agrupaciones también fue mencionadas en porcentajes menores y resta por ver cuáles de ellas captarán a más indecisos.
Para quedarse
Más allá de cualquier suposición, lo seguro es que el multipartidismo llegó para quedarse. Esa es una conclusión inevitable, según la politóloga Eugenia Aguirre, del Observatorio de Política Nacional (OPNA) de la UCR. “Quienes estén pensando que la dispersión del voto va a contribuir a esquemas bipartidistas, creo que no ha entendido la transformación del sistema político nacional”, afirmó.
Será difícil que en un escenario cercano se repita la tendencia de antaño, que dividía en mitades las diputaciones para el PLN y el PUSC.
Lo que no cambia es el beneficio que acarrea el actual sistema electoral para los partidos que resulten más votados.
El politólogo Alfaro lo describió como “un defecto del sistema” al haber “provincias muy pequeñas”. “Si uno tuviera menos provincias, pero con el tamaño electoral de San José o Alajuela, se representarían más partidos (al existir más escaños). Pero con provincias de baja densidad poblacional, como las que tenemos en las costas, eso es menos probable en nuestro sistema actual”, subrayó.