Ni sus comentarios incendiarios, ni sus innumerables problemas legales, ni el cambio de timón en el bando demócrata impidieron la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses y su próximo regreso a la Casa Blanca. El expresidente y candidato republicano barrió de forma categórica frente a la vicepresidenta Kamala Harris, dejándose el respaldo de estados claves como Pensilvania: un territorio con tendencia histórica favorable para los demócratas, de donde el presidente saliente Joe Biden es originario y que en 2020 fue clave para impedir su reelección consecutiva.
Trump ya dirigió a la potencia norteamericana por cuatro años, entre 2017 y 2021. Sin embargo, su regreso al primer plano de la política internacional suscita incertidumbre. Regresa con un discurso aún más proteccionista, anti inmigratorio y conservador en líneas generales.
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Además de acceder a la presidencia, el republicano también se anotó otras grandes victorias en las elecciones de este 5 de noviembre. Los republicanos ya se garantizaron el dominio del Senado y todo apunta a que también controlarán la Cámara de Representantes, como lo hicieron al inicio del primer mandato de Trump en 2016.
Costa Rica —que depende de la potencia norteamericana en múltiples campos económicos y de seguridad— ahora queda a la expectativa de cómo manejará el magnate su segundo cuatrienio al mando de la principal potencia del mundo. Entre tanto, EF analiza los resultados de los comicios y su posible impacto para el país.
Proteccionismo recargado
El regreso de Donald Trump es un factor que abre paso para la incertidumbre en Costa Rica.
Al menos así lo evaluó la Unidad de Inteligencia de The Economist, que en julio pasado elaboró un índice de riesgo de Trump (Trump Risk Index, en inglés), según el cual Costa Rica era la segunda nación del mundo con un mayor nivel de riesgo potencial frente a una eventual victoria de Trump.
El índice contempló criterios de comercio, inmigración y seguridad; y fue precisamente en este último campo en el que se detectó una mayor vulnerabilidad.
Según el informe, la inversión de Costa Rica en defensa puede considerarse “nula o limitada”, lo cual le hace particularmente dependiente de Estados Unidos y de la apertura que tenga para apoyar a la región.
En ese sentido, el informe destacó que Trump ha tenido un discurso negativo en relación con la cooperación internacional, priorizando el uso de recursos estadounidenses para atender necesidades meramente locales: una línea de pensamiento que bien podría materializarse en una reducción del apoyo a otras naciones o quedarse solamente en palabras.
En el plano comercial, el índice otorgó puntuaciones de mayor riesgo a países como México o China, que son blancos frecuentes de críticas por parte de Trump.
Sin embargo, Costa Rica tampoco está exento de eventuales impactos.
El propio ministro de Comercio Exterior, Manuel Tovar, llegó a reconocer “preocupaciones” ante un eventual segundo mandato de Trump, e incluso llegó a decir textualmente que prefería una victoria demócrata para el bienestar del país.
“Si ustedes me dicen a mí ‘¿qué le sirve a Costa Rica?’, es un gobierno demócrata y no un gobierno republicano", aseguró. “Hemos escuchado algunas manifestaciones de cierto proteccionismo, imposiciones de aranceles, y eso es algo que ciertamente vemos con preocupación”.
El ministro dio esas declaraciones durante una reunión con los jefes y las jefas de fracción de la Asamblea Legislativa el 22 de agosto, aunque más tarde emitió una aclaración en la cual reiteró el “respeto” de Costa Rica por el proceso electoral estadounidense.
Durante la campaña electoral, Trump mostró una tendencia clara hacia el proteccionismo en términos económicos y comerciales. Recalcó su convicción de que las empresas estadounidenses deberían de reubicarse en el territorio norteamericano para aumentar el empleo y disminuir la dependencia de otras naciones y, además, señaló su intención de imponer un arancel mínimo del 10% a las importaciones, aunque con tasas todavía más altas para productos estratégicos provenientes de China.
Según Pablo González, especialista del Grupo Financiero Mercado de Valores, este tipo de acciones podría afectar la producción a nivel mundial, “generando presiones de demanda (inflacionarias) y un menor ritmo de crecimiento del comercio internacional”.
El peso de Estados Unidos para el comercio de Costa Rica es más que elevado. El país registró exportaciones de bienes por $19.277,7 millones en 2023, de las cuales más de un 45% se dirigieron hacia los Estados Unidos. Asimismo, en materia de inversión extranjera directa (IED), se recibieron $3.921 millones en el mismo período, de los cuales un 71% correspondieron a capitales provenientes de la misma nación.
¿‘Reshoring’?
Precisamente en materia de inversión extranjera, el ministro Tovar también había señalado riesgos.
“No vemos a un Peter Navarro, que es el principal ideólogo comercial de Trump, haciendo lo mismo que hace Gina Raimondo (actual secretaria de Comercio demócrata), diciendo ‘vengan a invertir en Costa Rica’”, declaró.
Según dijo, Trump parece más enfocado en un reshoring que en un nearshoring; es decir, “acabar con el nearshoring, trasladando nuevamente a Estados Unidos toda la industria y la producción".
Si esa es la postura final de la administración Trump, Costa Rica podría experimentar un fuerte golpe sobre su capacidad de crecimiento económico y para generar empleos mayormente cualificados.
El criterio de Tovar, sin embargo, es distinto al de otras personas como el exministro de Relaciones Exteriores, Enrique Castillo; quien aseguró en un reciente artículo de opinión publicado por EF que el nearshoring se puede ajustar con el espíritu proteccionista de Trump, quien ya promovió la instalación de empresas estadounidenses en países cercanos como México, y en menor medida Costa Rica, en el pasado.
“La administración Biden ha continuado esa política y no es esperable que Trump la abandone, pues de ella se han beneficiado sus empresas y su país", comentó.
Cómo se comporte finalmente la administración Trump en su segundo mandato, sin embargo, seguirá siendo una incógnita hasta que asuma el poder formalmente en 2025.
Además de la inversión estadounidense ya instalada en Costa Rica, el país tiene particular interés por atraer actores del sector de los semiconductores, una industria que Estados Unidos quiere atraer tanto como le sea posible por motivos de seguridad nacional y de su cadena de suministro.
Durante la administración Biden, Costa Rica incluso fue seleccionado como “socio estratégico” de la la Ley de Ciencia y Chips, impulsada de manera bipartidista durante la actual administración estadounidense; aunque el alcance final que pueda tener dicha designación sigue siendo una incógnita.
Migración y geopolítica
En materia de migración, por otra parte, también se podrían esperar alteraciones con el regreso de Trump, que en campaña prometió llevar adelante “la mayor deportación de nuestra historia”.
Desde el punto de vista del exministro Castillo, las promesas de Trump podrían causar “un reflujo de esos migrantes al ser devueltos a sus países en Centroamérica” y ocasionar “trastornos” en naciones como Costa Rica.
Costa Rica —como nación ubicada en el centro del continente americano— es un territorio de paso para miles de migrantes que salen de Sudamérica con la intención de ingresar a Estados Unidos de forma irregular por la frontera mexicana, una situación que ya provocó crisis durante la primera administración de Trump y la actual de Joe Biden, por flujos de personas provenientes de países como Cuba, Haití y Venezuela, entre otros.
Asimismo, el país también es receptor de poblaciones migrantes que no desean avanzar hasta Estados Unidos, o que desisten de hacerlo a lo largo de sus travesías.
En cuanto a los conflictos geopolíticos en curso, por otra parte, Trump deberá lidiar con varios frentes de conflicto encendidos, principalmente en Medio Oriente y en Europa del Este. En estas regiones ocurren la incursión de Israel en Gaza y la invasión de Rusia en Ucrania, respectivamente.
Al respecto, el exministro Castillo opinó que, si bien Trump ha demostrado un “comportamiento arrogante e irrespetuoso” en el ámbito político y diplomático, también ha demostrado no tener especial interés en agravar la seguridad mundial o iniciar nuevas guerras.
“Por el contrario, hizo esfuerzos hacia la paz con Corea del Norte; negoció, aunque torpemente, la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán; medió para un acercamiento entre Arabia Saudí e Irán y, de ese modo, acercó algunos países árabes a Israel. Ahora promete terminar con la invasión rusa a Ucrania, aunque está por verse si lo logra”, añadió.
Sin embargo, al igual que pasa en cuestiones económicas, el comportamiento del pasado sirve como una señal; pero no se debería interpreta como una predicción específicamente.
En una entrevista con el multimillonario Elon Musk, en agosto pasado, Trump aseguró que el mundo actualmente se arriesga a una tercera guerra mundial; aunque también dijo que quiere evitarla. Sobre Vladimir Putin y Xi Jinping, los presidentes de Rusia y de China, agregó que “es bueno llevarse bien con ellos“ porque “están en la cima del juego”. Asimismo, los calificó como “duros, inteligentes y protectores de sus países".
En cuanto a las tensiones en Medio Oriente, dijo tener confianza en que Irán no realizará grandes ataques que desestabilicen la región.
Además, es reconocida su cercanía ideológica con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien fue una de las primeras personas en felicitarle por su victoria, a la cual calificó como “el mayor regreso de la historia”.
Por el momento, lo único seguro es que Trump fue elegido por la población estadounidense para regresar al mando de la primera potencia mundial en los próximos meses. El republicano había sido privado de su reelección consecutiva en 2020; sin embargo, finalmente obtuvo su revancha cuatro años más tarde.
Como su segundo mandato no será consecutivo, quedará marcado en la historia de Estados Unidos como el presidente número 45 y como el número 47 de la potencia norteamericana. Esa doble designación es una marca que hasta ahora solo tenía el expresidente Grover Cleveland, mandatario número 22 y número 24, específicamente. El demócrata también había tenido su primer mandato entre 1885 y 1889, pero luego falló en su primer intento de reelección, y finalmente regresó a la silla presidencial hasta cuatro años más tarde.
En su discurso de victoria, que dio antes de que se confirmara el número de votos electorales necesarios para certificarla adecuadamente, Trump llamó a “dejar atrás las divisiones de los últimos cuatro años".
“Este día será recordado como el día en que el pueblo estadounidense recuperó el control de su país”, dijo desde su cuartel de concentración en Palm Beach, Florida, augurando una “época dorada” para su país. “Haremos que Estados Unidos vuelva a ser seguro, fuerte, próspero, poderoso y libre, y pido a todos los ciudadanos que se unan a mí en este esfuerzo noble y justo. De eso se trata. Es hora de dejar atrás las divisiones de los últimos cuatro años. Es hora de unirnos y vamos a intentarlo. Vamos a intentarlo. Tenemos que intentarlo”, puntualizó.