La Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) dio a conocer días atrás los resultados de su estudio Evaluaciones de la calidad en la prestación de los servicios aeroportuarios en los principales aeropuertos de Costa Rica, en el que evaluó no solo a los aeropuertos internacionales (con excepción del Juan Santamaría), sino también a una serie de aeródromos menores ubicados en todo Costa Rica.
El estudio se desarrolló durante el 2023, pero utiliza datos del 2022, los más recientes disponibles en ese momento.
Uno de los aspectos que incluyó Aresep en su reporte es la utilización de los aeródromos locales. Esto se hizo a través de la contabilización de los vuelos domésticos que llegan y salen de los cuatro aeropuertos internacionales (Juan Santamaría, Daniel Oduber, Tobías Bolaños y Limón) hacia las pistas locales en diferentes partes del país.
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Las cifras
Los números del estudio no solo incluyen a los vuelos comerciales itinerados, es decir, los que las aerolíneas locales ofrecen de forma frecuente y con horarios, sino también se contabilizan los vuelos privados o chárter.
Del estudio se desprende que los aeródromos ubicados en zonas costeras, cerca de playas, son los que tienen más movimiento. Todas las primeras, además, en el Pacífico.
El de Tambor es el aeródromo más utilizado. Esta pista reportó poco más de 11.600 operaciones, tanto de entrada como de salida, en el año 2022.
Quepos tiene el segundo aeródromo con más demanda. En ese lugar aterrizaron y despegaron cerca de 7.600 vuelos, 4.000 menos que en Tambor.
En tercer lugar está la pista de Puerto Jiménez, con poco más de 4.500 operaciones locales en 2022. Este lugar es una de las puertas de entrada para el parque nacional Corcovado.
Un total de 11 aeródromos en el país tuvieron en 2022 más de 1.000 operaciones. A estas se suman otros ocho que enlistó Aresep que estuvieron por debajo de esa cifra y llega hasta las 271 de la pista Miguel Ángel Castillo, de Nicoya.
La pista de Arenal, que sirve al pueblo de La Fortuna, es la más usada fuera de zonas costeras. En 2022 vio entrar y salir a poco más de 1.800 vuelos domésticos.
Seguida de esa en San Carlos está la pista de Altagracia, que lleva ese nombre por el hotel a la que pertenece, en Pérez Zeledón.
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Menos operaciones
El análisis de Aresep expuso también una cifra menos alentadora. La cantidad total de operaciones anuales, si bien está en recuperación, aún está lejos de alcanzar los niveles prepandemia.
La emergencia sanitaria ocasionó un desplome en las operaciones aéreas locales. En 2020 hubo casi 21.000 vuelos, una quinta parte de los que se registró el año previo.
La autoridad reguladora, sin embargo, menciona en el estudio otros factores que han afectado a esta industria en los últimos años.
“Con las estadísticas podemos apreciar el desplome de las operaciones entre el año 2017 y el 2023 de más de un 51%, principalmente por los altos costos operativos, cargas sociales, mantenimiento, combustible, altos impuestos en repuestos, tasas aeroportuarias y otros insumos que hacen que la actividad aérea local pase por momentos difíciles”, indica el texto.
En 2021 y 2022 las operaciones crecieron, pero el último dato representa cerca de la mitad del número del 2019.
En un reportaje realizado por EF en agosto del 2022, varios operadores locales visualizaban en ese momento un porvenir positivo para la industria de vuelos domésticos después de los años de pandemia.
“La pandemia fue un borrón y cuenta nueva. Las compañías que lograron sobrevivir están ahorita en una situación de bastante oportunidad porque el turismo está disparado”, comentó en ese momento José González, jefe de pilotos de Aerocaribe.
En Costa Rica existen actualmente 23 empresas que realizan vuelos internos con aviones pequeños y también helicópteros. Sansa controla cerca del 75% del mercado, seguida por Green Airways con el 13%. Estas son las únicas compañías que tienen vuelos itinerados dentro del país.
El restante 12% se reparte entre 21 operadores que se dedican exclusivamente a vuelos chárter o privados.