Berlín. Angela Merkel empieza a preparar su sucesión y este lunes decidió nombrar a la que muchos ven como su heredera, Annegret Kramp-Karrenbauer, como número dos del partido conservador, respondiendo a las críticas internas que exigen sangre nueva.
La designación de Kramp-Karrenbauer suscitó una “amplia aprobación” dentro de la dirección del partido, declaró Merkel en una rueda de prensa conjunta con la actual jefa del gobierno del estado regional de Sarre.
Muy cercana a la canciller, esta mujer de 55 años se convertirá en la secretaria general del partido demócrata-cristiano (CDU). En este puesto estratégico, servirá de apoyo a Merkel, presidenta de la formación desde 2000.
Es la misma Kramp-Karrenbauer la que quiso ocupar este puesto, prosiguió Merkel. “Esta idea me gustó y me la apropié rápidamente”, agregó.
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Por su parte, la política de Sarre cortó con los rumores que la designan como la favorita de la canciller para sucederla, afirmando que no es ella la que se puso “esta etiqueta”.
Annegret Kramp-Karrenbauer sustituirá a Peter Tauber, de 43 años, que dimitió por razones de salud, y muy crítico con la formación desde los malos resultados en las últimas elecciones legislativas. Aunque el movimiento ganó los comicios, obtuvo sus peores cifras (32,9%) desde principios de los años 1950.
Kramp-Karrenbauer será oficialmente investida en un congreso del partido en Berlín la semana próxima.
Se la conoce como “la Merkel de Sarre” o “mini-Merkel” por su proximidad ideológica y de carácter con la canciller, o simplemente por sus iniciales “AKK”.
“Merkel y Kramp-Karrenbauer han enviado la primera señal clara en el debate sobre la sucesión” de la canciller como máximo dentro de cuatro años, comentó el lunes el diario Süddeutsche Zeitung.
Casada y madre de tres hijos, es licenciada en Ciencias Políticas y Derecho Público y gobierna desde 2011 el estado regional de Sarre, el más pequeño de Alemania.
En el punto de mira de Merkel desde hace tiempo, su figura empezó a ganar peso en las elecciones regionales de marzo de 2017, cuando los conservadores vencieron en la región y dieron un revés a los socialdemócratas, a pesar de la popularidad de la que gozaba en aquel momento el presidente de la formación, Martin Schulz.
Aunque no es muy conocida a nivel federal y no tiene experiencia ministerial, Kramp-Karrenbauer dispone de apoyos firmes dentro de la CDU, donde es “extremadamente popular”, indica el semanario alemán Der Spiegel.
La canciller le dio un papel clave en las recientes negociaciones que concluyeron en un acuerdo de coalición con los socialdemócratas
“Cercanas y sin embargo completamente diferentes”, apunta el semanario Die Zeit.
Kramp-Karrenbauer defiende, como Merkel, una tendencia centrista para el partido democristiano, frente a las demandas cada vez más importantes para que la formación sea más conservadora y pueda frenar el ascenso de la extrema derecha.
“AKK” mantiene sin embargo una posición más firme que Merkel sobre la cuestión de los migrantes, defendiendo la expulsión de aquellos a los que se desestimó el derecho de asilo o a los que falsificaron su identidad.
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Esta católica practicante -Merkel, hija de un pastor, es protestante- es también reticente a la publicidad a favor del aborto.
Estos elementos le sirven a la canciller para hacer frente al ala más conservadora del partido, que exige un cambio a la cabeza de la formación.
Desde hace semanas, Merkel tiene que encarar un movimiento opositor interno en la CDU que, además del descontento por los malos resultados en las legislativas, le reprocha las concesiones que tuvo que aceptar para lograr gobernar con los socialdémocratas.
La canciller tuvo que renunciar al ministerio de Finanzas, que fue considerado durante años “propiedad” de los conservadores.