Costa Rica lleva décadas sumergida en la discusión del supuesto estancamiento de la pobreza, un indicador que después de la crisis económica de los 80 se redujo a niveles cercanos al 20% y, según las estadísticas oficiales, permaneció así, con muy pocos cambios. Sin embargo, esta afirmación podría no ser del todo cierta.
Sobre este tema, los economistas Andrés Fernández Aráuz y Ronulfo Jiménez se plantearon una pregunta: ¿se redujo la pobreza en Costa Rica en las últimas décadas?
Para contestar esta interrogante, sobre la cual se ha desarrollado una amplia discusión en el país, los dos economistas desarrollaron la investigación titulada “La tendencia de largo plazo de la pobreza en Costa Rica: 1987-2017”.
El estudio concluyó que la pobreza sí se redujo en el país en los últimos 23 años y pasó del 26,9% en 1994 al 18,9% en el 2017. El documento también ofrece algunas luces para entender a quiénes afecta más esta condición social, por ejemplo, a las mujeres en general, pero sobre todo a aquellas que no tienen un compañero, es decir, mujeres solas.
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La investigación abarca el periodo comprendido entre 1987 y 2017 (de 31 años), en el cual se identificaron cuatro subperiodos con diferentes comportamientos de la pobreza. Dos de estancamiento (1987-1992 y 1994-2006) y dos de reducción (1992-1994 y 2006-2017).
Este reportaje se enfocará en el periodo de 1994 al 2017 debido a que la discusión en el país se centró en el precepto de que la pobreza se mantuvo estancada en niveles del 20% durante los últimos 23 años.
Nuevos datos, ¿nueva historia?
Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) situaron la pobreza en un nivel del 20% desde 1994 y esa cifra se ha mantenido prácticamente estable hasta el 2017, salvo el 16,7% registrado en el 2007 (su punto más bajo) y el 22,3% del 2014 (su punto más alto).
Entonces, ¿por qué los datos de esta nueva investigación contradicen los resultados oficiales del INEC?
Fernández y Jiménez construyeron una nueva serie de pobreza comparable para todo el periodo 1994-2017, a partir de ajustes hechos a la metodología que utiliza el INEC llamada línea de pobreza por ingresos, en la cual se utiliza el valor de la canasta básica alimentaria (CBA) como parámetro.
Los hogares por debajo de la línea de pobreza se consideran pobres, y dentro de este grupo, los que no tienen ingresos suficientes para comprar una canasta básica cada mes se ubican en condición de pobreza extrema.
Debido a que el INEC incluyó modificaciones en el tiempo para adaptar la canasta básica alimentaria a la realidad socioeconómica del país, los investigadores crearon dos series de canasta básica y de línea de pobreza con base en cifras oficiales de los distintos periodos y luego estimaron el crecimiento.
El resultado de la nueva investigación muestra una tendencia general a la baja en la incidencia de la pobreza en el país entre 1994 y 2017.
Para Jiménez, no se trata de reescribir la historia de la pobreza, pero sí de aportar nuevos datos y elementos a la discusión sobre este tema en el país.
Zoom in a los resultados
Los investigadores reestimaron ocho series de la pobreza en Costa Rica que son comparables para el periodo 1987-2017.
En todos los casos (las ocho series) se muestra una caída en el nivel de la pobreza en los últimos 23 años, periodo sobre el cual se centró el debate sobre el presunto estancamiento de esta condición en el país.
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A partir de 1994 empezó nuevamente un subperiodo de estancamiento de la pobreza que se prolongó durante 12 años hasta el 2006, en ese año inició una época de reducción de los hogares en esa condición socioeconómica en el país hasta el 2017.
La disminución en la incidencia de la pobreza entre 2006 y 2017 coincide con un mayor crecimiento de la economía del país que incluso alcanzó niveles del 5,5% en 2010 y del 6,5% en 2012, según datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
En este periodo también se registró una reducción de los hogares en pobreza general, pobreza extrema y en condición de vulnerabilidad (aquellos que están muy cerca de caer en esa condición porque sus ingresos sobrepasan, por muy poco, el dinero que se necesita para cubrir las necesidades básicas).
El país tiene un nivel de pobreza 48% menor al que se registró en 1987 y 30% más bajo en comparación con la década de los 90, cuando empezó el periodo de “estancamiento” sobre el cual gira la discusión nacional de los últimos años.
Si se analizan las subpoblaciones del país se puede encontrar que la mayoría de hogares pobres son jefeados por hombres. Sin embargo, la incidencia de la pobreza afectó más a las familias lideradas por mujeres y, sobre todo, a aquellas en los que la jefa no cuenta con un compañero o pareja.
Mientras entre 1997 y 1994, casi el 70% de los hogares eran liderados por hombres con pareja, para el 2017 la estructura cambió y se duplicó la proporción de hogares jefeados por mujeres solas.
Justamente los hogares liderados por mujeres sin pareja son el grupo de mayor incidencia histórica de la pobreza y por eso estas familias son las que tienen mayor vulnerabilidad.
Esta realidad se explica porque los ingresos de las mujeres son menores en relación con los que reciben los hombres por sus trabajos, y también, porque en un hogar liderado por una mujer sola hay menos personas que reciben un salario y más dependientes de ese sueldo, posiblemente hijos u otros familiares.
Otro factor asociado con la pobreza es el nivel educativo de las familias. En 1987 casi el 80% de los hogares en pobreza extrema y el 70% en pobreza general tenían un bajo clima educativo (menos de seis años de educación en las personas mayores de edad).
Los efectos positivos del aumento en la cobertura educativa en Costa Rica se reflejan mejor a partir del 2017. Los datos muestran que solo el 36% de los hogares pobres tienen un clima educativo bajo, en algunos casos lograron mejorar su condición a un nivel intermedio, es decir, cuando los mayores de edad de la familia tienen entre seis y 11 años de preparación académica.
El estudio concluyó que la pobreza es mayor en los hogares con jefatura femenina, liderados por personas de mayor edad, ubicados en zonas rurales y, sobre todo, en regiones fronterizas o costeras.
Un elemento que pesó en la reducción de la pobreza en las últimas dos décadas es el aumento en las transferencias o ayudas sociales (becas, pensiones y demás) que entrega el Gobierno a los hogares de menores ingresos del país.
Otras mediciones
En Costa Rica las cifras oficiales de la pobreza son publicadas por INEC, esta institución realiza encuestas a los hogares desde 1976 con el objetivo de recabar información que permita obtener datos sobre las características del empleo y desempleo, actividades productivas, ingresos, condiciones de las viviendas y, por supuesto, la incidencia de la pobreza.
El método oficial que utiliza el INEC para medir la pobreza en Costa Rica tiene grandes limitaciones a la hora de comparar a largo plazo debido a cambios en las metodologías empleadas para obtener el ingreso de los hogares y para definir la línea de pobreza por canasta básica alimentaria.
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Sobre la medición del ingreso que se obtiene con las encuestas de los hogares, los investigadores señalaron que desde 1987 el INEC introdujo varias modificaciones en la muestra, los conceptos y las variables.
También hubo un cambio de instrumento ya que hasta el 2009 se aplicó la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) y a partir del 2010 se empezó a implementar la Enaho.
Fernández y Jiménez aclararon que las limitaciones de comparabilidad, señaladas en el estudio, a la serie oficial de pobreza, no implican que el INEC haya cometido errores en su trabajo, ya que esta institución utiliza las mejores metodologías disponibles en cada época para hacer mediciones, aunque no necesariamente serán comparables en periodos largos.
Los investigadores también aplicaron el método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) -el segundo es utilizado por el INEC desde el 2015- para concluir que en Costa Rica se redujo la pobreza bajo otras mediciones diferentes a la línea de ingresos.
El IPM mide 20 variables repartidas en cinco ámbitos que son educación, vivienda, salud, trabajo y protección social. El método de NBI no se utiliza en el país de manera oficial, pero existen datos disponibles para los años 1984, 2000 y 2011 y permite conocer el nivel de satisfacción de necesidades en cuatro dimensiones: acceso a albergue digno, una vida saludable, conocimiento y otros bienes y servicios.
Tras la aplicación de ambas mediciones los resultados mostraron una reducción en la incidencia de la pobreza. En el caso del IPM se observó una caída en las cifras entre 2005 y 2017.
Jiménez aseguró que la medición de la pobreza por ingresos (Línea de Pobreza) refleja características de corto plazo de la coyuntura macroeconómica del país. Por ejemplo, si la inflación aumenta, es posible que el costo de la canasta básica se incremente lo que llevaría a un grupo de familias a caer en condición de pobreza porque sus salarios no tuvieron ningún incremento.
Los métodos de NBI e IPM son multidimensionales y más estructurados, lo que permite tener una mejor lectura de los cambios que ocurren en los hogares en ámbitos como la calidad de la vivienda, el acceso a servicios básicos, las condiciones de salud y los niveles de educación.
De hecho, uno de los factores que influyó en la reducción de la pobreza -medida por IPM- es el acceso a internet. El Informe Estado de la Nación 2017 evidenció que en 2001, en el 75% de los hogares del país (pobres o no pobres) ningún miembro de la familia había utilizado internet en los últimos meses, esa cifra se redujo al 21% en el 2015.