Atrás quedaron las elecciones presidenciales del pasado 4 de febrero. Costa Rica presionó un enorme botón de "reinicio" que pone a los electores, sin importar el partido político al que sean afines, en una disyuntiva.
Las opciones son respaldar a Fabricio Alvarado, del Partido Restauración Nacional (PRN); apoyar a Carlos Alvarado, del oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC); o desperdiciar su oportunidad de pronunciarse como ciudadano.
Lo cierto es que los dos candidatos que se disputarán la presidencia el próximo domingo 1.° de abril, paradójicamente el Domingo de Resurrección, tienen que cortejar a los votantes.
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La misión es asegurarse el apoyo de quienes salieron de la indecisión para darles sus votos en primera ronda y ampliar su base de electores, porque hasta ahora los porcentajes no dan para hablar de victorias contundentes.
Mientras Carlos y Fabricio Alvarado dirigen sus primeros esfuerzos post electorales a la conquista de alianzas con partidos y fuerzas políticas, realmente deberían buscar acuerdos con actores civiles, grupos sociales y colectivos que representan posiciones en la población.
El hecho de que una figura política de un partido salga públicamente a anunciar su apoyo a uno u otro aspirante presidencial, no se convierte en una garantía de que los votantes de esa agrupación van a seguir la orden de su líder.
¿A quién cortejar?
Esta es, sin duda, la pregunta estratégica más importante que debe girar en la cabeza de los jefes de campaña y líderes de Restauración Nacional y Acción Ciudadana.
Para entender a quiénes deben dirigir sus esfuerzos en esta fugaz campaña de dos meses, ambos partidos deben conocer los perfiles específicos de sus votantes en primera ronda.
Restauración Nacional convocó a las urnas, principalmente a mujeres de entre 18 y 34 años o mayores de 55 años, con educación primaria o secundaria. En este grupo están los votantes que se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo.
En la acera del PAC, los electores tienen un rango de edad de entre 18 y 34 años, son hombres y mujeres, con alto nivel académico (técnico y universitario) y respaldan la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) sobre el matrimonio igualitario.
Estos perfiles se desprenden de las encuestas realizadas entre octubre del 2017 y enero del 2018 por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR.
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La encuesta de panel (aplicada a las mismas 923 personas en diferentes momentos de la campaña) de este centro de investigaciones reveló que los dos candidatos presidenciales lograron la mayoría de su apoyo para la primera ronda, de votantes provenientes del grupo de indecisos.
Eso quiere decir que ambos aspirantes a Casa Presidencial se metieron en segunda ronda con "votos prestados" y por eso deberían empezar por amarrar el apoyo de quienes ya los apoyaron una vez.
Si se revisan los flujos de apoyo cosechados por Carlos Alvarado entre octubre y enero, se puede ver que existe una base de votantes del PAC que se mantiene constante en el tiempo, pero el empujón final se lo dieron un fuerte grupo de indecisos, desertores del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) y del Partido Liberación Nacional (PLN).
En enero, el candidato oficialista también logró robar una pequeña parte de apoyo a Juan Diego Castro, del Partido Integración Nacional (PIN) y al Frente Amplio (FA).
El FA es aliado natural del PAC en el Congreso y en la escena política, de hecho es el único partido que ya pidió a sus seguidores votar por Acción Ciudadana en segunda ronda.
En las tiendas de Restauración Nacional el análisis es diferente. La encuesta de panel del CIEP muestra que entre octubre y diciembre del 2017, Fabricio Alvarado tenía un porcentaje tan bajo de apoyo que ni siquiera se puede observar en los gráficos.
En panorama cambió a partir del 9 de enero anterior, ese día el fallo de la Corte IDH le dio una razón de ser a la causa del candidato evangélico quien con un discurso en favor de la "familia tradicional" logró catapultar sus niveles de apoyo en la recta final.
El diputado y cantante de música cristiana atrajo la mayoría de su apoyo del grupo de los indecisos, pero logró quitarle votantes a todos los partidos, en especial a Antonio Álvarez, del PLN y Juan Diego Castro, del PIN. Los dos últimos excandidatos con un discurso en favor de la familia.
Fabricio Alvarado también le arrebató Puntarenas, Limón y Guanacaste a Liberación Nacional, provincias que fueron bastiones del PLN.
Sin embargo, los porcentajes de apoyo para ambos candidatos son muy bajos y todavía no cuentan con una base sólida de votantes para acreditarse la segunda ronda.
La misión es convencer
Los Alvarado apenas se acreditaron el 46,5% de los votos, es decir, allá afuera queda un 53,5% de electores que se repartieron entre otras opciones políticas. Es a ellos a quienes deben convencer, pero la tarea no es tan fácil.
¿Deben llegarle directamente a los votantes? ¿Basta con sellar alianzas con los partidos políticos que no van a segunda ronda? ¿Se puede mantener el apoyo entorno a un solo tema: el matrimonio gay?
Lo primero que deben entender los partidos es que no son mayoría, sino que son las dos primeras minorías. Ninguno alcanzó el 40% de los votos y ambos irán a segunda ronda con los porcentajes de apoyo más bajos de la historia.
Entonces deben tratar de llegarle a directamente a los votantes, formar alianzas con grupos sociales, colectivos comunales y organizaciones civiles, ya que son estas estructuras las que pueden conectarlos directamente con los ciudadanos y sus problemas sin filtros políticos.
Ronald Alfaro, investigador del CIEP-UCR, considera que las alianzas con partidos son importantes y pueden ser determinantes, pero los dos candidatos están urgidos de pactos con organizaciones de la sociedad civil.
En una coyuntura electoral tan incierta, con liderazgos caídos, es muy difícil creer que las alianzas con figuras del PLN o el PUSC, se traducirán en votos reales.
El PLN atraviesa una crisis interna, los interlocutores del PAC y Restauración Nacional no saben bien con quién hablar. Antonio Álvarez fue candidato presidencial, pero un amplio sector del liberacionismo habló en su contra con el peor resultado electoral que recuerde ese partido.
Rodolfo Piza se mantiene como el líder que levantó a la Unidad Social Cristiana y que abrió las puertas a negociar con el PAC y el PRN de cara a la segunda ronda.
Entre el PLN y el PUSC representan el 34,6% de los votos, pero las alianzas no son garantía de apoyo. Sus electores son libres y ya no obedecen a las imposiciones partidarias de liderazgos desgastados.
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Jorge Vargas Cullell, director del Programa Estado de la Nación, insiste en que los dos candidatos tienen la obligación de convencer.
Restauración Nacional debe demostrar que es un partido para gobernar y no solo para oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Mientras que el PAC debe desmarcarse de las sombras del actual Gobierno y dar señales claras -compromisos, si se quiere- de que tomará otras posturas sobre la situación fiscal y el manejo económico del país.
Todo esto ocurre mientras el ajedrez político se mueve sin parar. En Acción Ciudadana ya sumaron el apoyo del Frente Amplio, se reunieron con Juan Diego Castro, Rodolfo Piza y los obispos de la Iglesia Católica.
Restauración Nacional se lo toma con más calma y apuesta por Mario Redondo, diputado evangélico, como su primera ficha, pero buscará acercamientos con el PUSC y el PLN.
La obligación de los partidos es consolidar su base de votantes, atraer nuevos electores y demostrarle al país y al mundo, que son capaces de gobernar con responsabilidad fiscal, equipos de alto nivel y políticas realistas.