El presidente Xi Jinping condenó la represión occidental contra China, impulsada a su juicio por Estados Unidos, y llamó al sector privado a innovar más para que el gigante asiático sea menos dependiente del extranjero.
Las ambiciones de Pekín para desarrollar tecnologías punteras se topan con crecientes restricciones por parte de Washington y sus aliados, lo que lleva a las empresas chinas a redoblar sus esfuerzos para prescindir de importaciones cruciales.
En concreto, China y Estados Unidos libran una feroz batalla por la fabricación de semiconductores, componentes electrónicos indispensables para el funcionamiento de teléfonos inteligentes, vehículos conectados o equipamiento militar.
En nombre de la seguridad nacional, Washington multiplicó en meses recientes las sanciones contra los fabricantes de semiconductores chinos, que ahora no pueden abastecerse con tecnología estadounidense.
"Los factores inciertos e imprevisibles aumentaron considerablemente" para China, declaró Xi Jinping en la sesión legislativa anual en Pekín, según publicó la agencia de prensa estatal Xinhua el lunes por la noche.
"Países occidentales encabezados por Estados Unidos han puesto en marcha una política de contención, cerco y represión contra China, que han traído severos desafíos sin precedentes para el desarrollo de nuestro país", agregó el presidente de 69 años, que debe obtener un tercer mandato en esta sesión parlamentaria anual.
"Ante los cambios profundos y complejos tanto a nivel internacional como en China, conviene mantenerse tranquilos, concentrados (...), actuar de forma proactiva, demostrar unidad y atreverse a luchar" por el éxito, dijo Xi.
Las empresas privadas "deben tomar la iniciativa y seguir el camino de un desarrollo de calidad", señaló.
Previamente el lunes, Xi había llamado a reforzar la independencia de China "construyendo un sector industrial fuerte".
"Un gran país de 1.400 millones de habitantes debe confiar sólo en sí mismo" en esta cuestión porque "los mercados internacionales no pueden protegernos", insistió.
Los contenciosos entre Pekín y Washington se multiplicaron estos últimos años sobre cuestiones como Taiwán, la soberanía en el mar de China Meridional, el desequilibrio en la balanza comercial o el trato a la minoría musulmana uigur.
El mes pasado, las relaciones se agriaron nuevamente porque Estados Unidos derribó un globo chino usado presuntamente con fines de espionaje, algo que Pekín niega.
Este incidente llevó al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a aplazar una visita diplomática a Pekín, donde iba a abordar una serie de temas candentes.
Interrogado el martes en una rueda de prensa, el ministro chino de Relaciones Exteriores, Qin Gang, lamentó el estado actual de las relaciones sino-estadounidenses.
El canciller defendió que las relaciones entre ambas potencias deberían basarse en "el interés común" y "la amistad" y no en "la política interna estadounidense y esta especie de neomacartismo histérico", en referencia a la caza de brujas contra el comunismo emprendida en los años 1950 en Estados Unidos.
Qin, hasta hace poco embajador en Washington, también lamentó las recientes acusaciones de algunos países occidentales que afirmaron sin pruebas que China pretende suministrar armas a Rusia para la guerra en Ucrania.
El ministro dijo que China no estaba "ni en el origen ni era parte de la crisis y no ha suministrado armas a ninguna de las partes", a la vez que pidió negociaciones de paz "lo antes posible".
En febrero, Pekín lanzó un documento de doce puntos planteando una solución política al conflicto en el que pedía respetar la integridad territorial de todos los países y urgía al diálogo entre ambos bandos.
En su comparecencia, Qin reiteró que China "mantiene la opción de tomar todas las acciones necesarias" para recuperar Taiwán.
También advirtió contra "subestimar la fuerte determinación, la firme voluntad y la poderosa habilidad del gobierno y el pueblo chino para defender la soberanía nacional y la integridad territorial".
bur-je/leg/mas-dbh/zm