Con una popularidad en su punto álgido, récords de audiencia y de presencia de aficionados en los circuitos, la Fórmula 1 acelera a fondo para 2023, con un número récord de Grandes Premios. A riesgo de chocar con sus límites, tanto deportivos como medioambientales.
Con veinticuatro carreras de marzo a noviembre por todo el mundo, la próxima temporada los aficionados estarán bien servidos. Aunque el Gran Premio de China, anulado, no ha sido por el momento reemplazado, una temporada con 23 grandes citas sería asimismo inédita.
"Con 24, nos acercamos al límite", explicaba a finales de octubre a la AFP el PDG de la F1, Stefano Domenicali, asegurando que él "podría firmar con otros siete o ocho países", aunque los 'acuerdos Concorde', en vigor hasta 2025, fijan el máximo de carreras en 24.
Una decena de carreras en los años 1950 y 1960, una quincena en las décadas siguientes, y después la barrera de las 20 superada en 2012. ¿Y ahora un horizonte con 30?
Desde la compra de los derechos comerciales en 2017 por el grupo estadounidense Liberty Media, modernizando la disciplina a través de una serie de Netflix y de contenidos más completos en las redes sociales, la F1 sueña en grande. ¿Pero demasiado en grande?
Incluso el doble campeón del mundo Max Verstappen piensa que habría que haber "menos carreras". El neerlandés cree que 16 carreras sería lo idóneo, "quedándose sólo con los circuitos buenos y quitando los demás". En otras palabras, que la calidad debería prevalecer sobre la cantidad.
Sobre todo si, como en 2022, Verstappen conquistó la mayoría de las carreras (15 de 22), dejando planear la duda de un domino hegemónico y sin lugar a emoción e incertidumbre.
Domenicali no es de esa opinión y asegura que el Mundial será "más apretado" en el futuro.
La F1 puede presumir de las afluencias de 2022, con picos en Estados Unidos (440.000 espectadores en el fin de semana en Austin), en Australia (420.000) o en México (395.000), por no hablar de las audiencias televisivas al alza.
Pero algunas escuderías también hacen llamados a levantar el pie.
"Veinticuatro carreras, es suficiente. Tenemos que estabilizar de nuevo el nivel en el que estamos y no hacer más", explicaba a la AFP Günther Steiner, responsable de Haas, en noviembre en la presentación del Gran Premio de Las Vegas 2023. "Desde que Liberty Media tomó el control ha habido muchos cambios, pero llega un momento en que hay que tranquilizarse".
Para Jost Capito, que acaba de ponerse al frente de la escudería Williams, "22 carreras este año y 24 el próximo, es mucho".
Aunque el reto físico no lo es tanto para los pilotos, sí lo es para los trabajadores a la sombra, como los mecánicos o los ingenieros, que deberán organizarse en un sistema de rotación inédito.
Una rotación que resulta indispensable en encadenamientos de carreras aberrantes (Azerbaiyán-Miami-Italia o España-Canadá-Austria), que plantean la cuestión del límite medioambiental.
¿Cómo podrá la F1 cumplir con su objetivo de neutralidad de carbono en 2030 si organiza más carreras?
"Muchas cosas parecen atractivas, pero están de hecho bastante vacías de sentido", estimaba recientemente el alemán Sebastian Vettel, cuádruple campeón del mundo y convertido en militante ecologista, en el medio especializado Auto motor und sport.
La F1, que pregona su futura "neutralidad", permanece más discreta a la hora de explicar cómo logrará esos objetivos de reducción de emisiones y los mecanismos para lograrlo.
Uno de los argumentos estrella de la F1, el paso al combustible sostenible en 2026 ya fue descartado por Vettel: "Esta tecnología ya está ahí, no es nueva. A la F1 le gusta presumir de ser un precursor técnico, pero hubiéramos sido precursores si lo hubiésemos realizado diez años atrás".
Y Vettel se pregunta también quién controlará ese objetivo. "Si la Fórmula 1 se controla a sí misma, es seguro un bonito eslogan, pero no muy creíble".
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