Las compañías europeas de bajo coste, motores de la sostenida recuperación del tráfico aéreo, han recuperado o incluso superado los niveles de actividad previos a la pandemia, aprovechando la fuerte demanda por los destinos de ocio en el continente.
La irlandesa Ryanair, la española Volotea o la húngara Wizz Air están en buena forma. Las principales compañías de bajo coste han llegado al 91% de su actividad en 2019, mientras que las aerolíneas tradicionales se quedaron en un 79%, según los datos de Eurocontrol, el gendarme del cielo europeo.
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“Las compañías con precios reducidos tienen una actividad esencialmente dirigida a vuelos de ocio con destinos a ciudades europeas, cuya demanda ha sido muy fuerte este verano”, analizó Arnaud Aymé, consultor en la firma Sia Partners.
“De forma muy rápida han sido capaces de relanzar a pleno rendimiento las líneas menos limitadas por las restricciones sanitarias”, dijo.
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El grupo Ryanair, que incluye Buzz, Lauda y Malta Air, transportó cerca de 17 millones de pasajeros solo en el mes de julio, casi lo mismo que Air France desde enero.
Y en la semana del 11 al 17 de agosto ha operado un 15% de vuelos más que en las mismas fechas de 2019, con más de 3.000 vuelos diarios.
Wizz Air, una firma en pleno crecimiento, aumentó su oferta en un 20% en el mismo periodo.
La única excepción es la empresa británica easyJet, que se ha quedado en el 86% de su nivel prepandémico debido a “la débil recuperación de los viajes de negocios” que constituye una parte importante de su actividad, comentó Aymé.
Estas empresas son ampliamente seleccionadas por los clientes por sus precios bajos, a pesar del aumento importante de tarifas este verano boreal que, por ejemplo en Francia, fue del 43,5%.
Ryanair anunció a principios de agosto que la época de los billetes de avión a €10 ($10) había terminado.
Pero “el aumento inevitable de sus precios no las hará menos rentables”, aseguró Marc Ivaldi, especialista de transporte aéreo en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de Toulouse (Francia).
“Estas compañías se mantendrán de todas formas más baratas que las compañías clásicas, que igualmente revisaron al alza sus tarifas por las mismas razones”, explicó.
Además, las principales aerolíneas de bajo coste sortearon la crisis sanitaria con menos dificultades que las firmas tradicionales.
“La mayoría de las compañías de bajo precio estaban bien armadas financieramente para capear la crisis. Consiguieron ganar nuevos segmentos del mercado tomando las líneas abandonadas por las empresas tradicionales y manteniendo la inversión en nuevos aparatos”, estimó Aymé, poniendo el ejemplo de Transavia France, filial de Air France, que expandió su flota y recuperó líneas dejadas por la matriz.
Las aerolíneas de bajo coste alcanzaron un 47,3% del mercado en 2022 contra un 41,5% en 2019, según la oficina de estudios CAPA, una progresión récord.
Estas compañías también quedaron "relativamente al margen" de los problemas que se produjeron en la apertura de la temporada alta del verano boreal, con disfunciones en numerosos aeropuertos europeos por falta de personal o huelgas que provocaron anulaciones, retrasos o pérdidas de equipaje.
Es cierto, no obstante, que Ryanair, Volotea, easyJet o Transavia France lidiaron con huelgas de parte del personal que solicitaba mejores condiciones de trabajo y salarios más altos.
Pero esto tuvo "un impacto marginal" en su actividad, según Aymé. "En cuanto a las reivindicaciones salariales o laborales, los sindicatos de las compañías de bajo coste han ganado su causa", asegura.
Además, los expertos estiman que la falta de personal se mitigará en el próximo trimestre, debido a la esperada caída de la actividad en otoño y a las nuevas rondas de contratación en empresas como Ryanair o easyJet.