Cuba, la potencia latinoamericana histórica, se quedó únicamente con un bronce en el atletismo de los Juegos de Rio-2016. Cinco años después, la isla caribeña espera resurgir con una nueva generación en la que Juan Miguel Echevarría, que arranca el sábado su participación, sueña con colgarse el oro en el salto largo.
El joven de Camagüey de 22 años parece más que capaz de dar una alegría a su país y seguir así los pasos de uno de los atletas más grandes de la historia de su país, Iván Pedroso, que fue campeón olímpico en Sídney-2000.
Pedroso, que tiene ahora 48 años y que entrena entre otros a la superestrella actual del triple salto Yulimar Rojas, terminó su carrera con una cosecha impresionante de medallas internacionales, incluyendo nueve títulos mundiales -cuatro al aire libre y cinco bajo techo-.
Pero en Juegos Olímpicos la suerte le fue más esquiva, con un cuarto puesto en Barcelona-1992 y un duodécimo en Atlanta-1996, mermado en ese último caso por problemas físicos.
Hasta que llegó el 28 de septiembre del año 2000, en los Juegos de Sídney.
Comenzó mal el concurso de la final, con un nulo. Llegó luego a 8,34 metros, antes de otro nulo.
En el cuarto intento se colocó en cabeza con 8,41 metros, pero el australiano Jai Taurima le superó en el quinto con 8,49. hasta que llegó el apoteósico último intento, en el que Pedroso voló a 8,55 metros en el país de los canguros y, por seis centímetros, se quedó con la primera plaza del concurso.
En los Juegos de Atenas-2004, Pedroso, que ya había dejado atrás sus mejores días, fue el abanderado de Cuba en la ceremonia de apertura. Llegó luego a la final de su prueba, pero se quedó en el séptimo lugar, en su despedida olímpica.
Ese oro de Sídney-2000 es una de las dos medallas que Cuba ha conseguido en el salto largo en Juegos Olímpicos. La otra la consiguió Ibrahim Camejo, un bronce en Pekín-2008.
Echevarría aspira ahora a seguir los pasos y devolver la gloria olímpica a su país en la prueba y en el atletismo, después de que el balance en Rio-2016 fuera de apenas un bronce, el logrado por Denia Caballero en el lanzamiento de disco.
El joven, que por momento hace recordar por su aspecto a un cantante de 'hip hop', es una de las figuras emergentes a seguir.
En 2018 se proclamó campeón mundial bajo techo en Birmingham (Inglaterra) y en 2019 se colgó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima-2019, además de llevarse la victoria en la Liga de Diamante.
Tiene una mejor marca homologada de 8,68 metros, conseguida en Bad Langensalza (Alemania) y se le considera uno de los saltadores con potencial para batir en el futuro el viejo récord mundial del estadounidense Mike Powell (8.95, vigente desde 1991).
"La expectativa es que pueda conseguir, cuando sea, el récord mundial, Tiene todo para triunfar", dijo a la AFP en una entrevista en 2019 el mítico saltador de altura cubano Javier Sotomayor, buen conocedor de los récords mundiales, ya que él mismo ostenta desde 1993 el de su prueba.
En el Mundial de Doha-2019, donde llegaba como principal favorito, se llevó una amarga medalla de bronce, saltando 8,34 metros y teniendo que ver cómo se coronaba el jamaicano Tajay Gayle (8,69 metros).
"En el salto largo hay muy grandes competidores. Gayle es joven y hay atletas con experiencia como Henderson. Los dos son tremendos competidores", se resignó Echevarría tras aquella derrota.
Llegó entonces la pandemia y el parón de las competiciones en 2020. La dificultad de viajar, las restricciones.
En este 2021, Echevarría llega a los Juegos Olímpicos con el sexto mejor registro de la temporada (8,38 m), pero todo parece apuntar a que puede aspirar a un gran logro en una prueba donde Estados Unidos ha sido el gran dominador histórico, con 22 títulos de 28.
Si Echevarría logra el título coincidirá no solo en el palmarés con Pedroso, sino con otros nombres ilustres, entre los que destaca Carl Lewis, que encadenó cuatro títulos en esta prueba entre 1984 y 1996.
dr/psr