El candidato del partido gobernante en Nigeria, Bola Tinubu, obtuvo el miércoles la victoria en las elecciones presidenciales del país más poblado de África, donde la oposición denuncia fraudes "masivos" y reclaman anular los comicios.
El candidato del Congreso de Todos los Progresistas (APC) obtuvo 8,8 millones de votos, por delante de los 6,9 millones de Atiku Abubakar del Partido Democrático Popular (PDP) y los 6,1 millones de Peter Obi del Partido Laborista (PL).
Además, también obtuvo un 25% de los votos en al menos 24 de los 36 estados nigerianos y en Abuya, la capital federal, una condición necesaria para ser declarado vencedor después de la primera votación.
"Tinubu Bola Ahmed, del APC, habiendo satisfecho las exigencias de la ley, es declarado ganador y electo", anunció en la madrugada el presidente de la Comisión Electoral Nacional (INEC), Mahmood Yakubu, ante la prensa en Abuya.
Sin embargo, los dos principales partidos de la oposición denunciaron el martes que la elección era una "farsa" y pidieron su anulación incluso antes del fin del recuento.
A sus 70 años, Tinubu fue gobernador del estado de Lagos y se le conoce como "el padrino" debido a su enorme influencia política.
Ahora sucederá al presidente saliente, el exgeneral Muhammadu Buhari, de 80 años, que se retira después del límite constitucional de dos mandatos en los que, según sus críticos, incumplió su promesa de aumentar la seguridad del país.
Por delante, este yoruba de confesión musulmana tiene la difícil tarea de levantar al país más poblado de África (216 millones de habitantes), asolado por una economía en declive, la violencia recurrente de grupos armados y el empobrecimiento generalizado de la población.
Considerado favorito durante mucho tiempo para estas elecciones, especialmente gracias a la influencia nacional de su partido y a su fortuna, la ventaja de Tinubu se fue reduciendo a medida que avanzaba la campaña.
En paralelo, la figura de Peter Obi, un antiguo gobernador cristiano de 61 años alabado por su integridad, consiguió seducir a una juventud ávida de cambios, cansada de la élite envejecida y de reputación corrupta.
Además, la escasez de billetes y de combustible varias semanas antes de la votación hinchó la cólera de los nigerianos contra el gobierno, que presenta un balance desastroso por el aumento de la inseguridad y el coste de vida.
Más de 87 millones de personas estaban llamadas a votar el sábado, aunque la participación final todavía no se ha divulgado.
Aunque la votación transcurrió sin incidentes, los retrasos en el recuento e importantes fallos en la transferencia electrónica de los resultados generaron sospechas en la oposición, que denunció el martes "una farsa".
"Hemos perdido completamente la fe en todo el proceso", dijeron en una rueda de prensa conjunta, reclamando su "cancelación inmediata" y la celebración de una "nueva votación".
Por su parte, la INEC rechazó las acusaciones "infundadas e irresponsables" de la oposición.
"Cuando no estén satisfechos con el resultado de una elección", los candidatos "son libres de dirigirse a los tribunales", pero no pueden pedir su cancelación antes de su término, dijo la comisión en un comunicado.
Nigeria tiene un largo historial de manipulación y compra de votos. De hecho, las siete elecciones nacionales organizadas desde el regreso de la democracia en 1999 han sido contestadas.
Varios observadores internacionales, entre ellos una misión de la Unión Europea, denunciaron una "falta de transparencia" y fallos en la organización del escrutinio.
La decepción se anuncia considerable entre los seguidores de la oposición y especialmente aquellos de Peter Obi, que creían en la posible victoria de este candidato rompedor, especialmente después de haberse impuesto en el estado clave de Lagos, bastión del partido del gobierno.
Naciones Unidas lanzó el martes por la noche un llamado a la "calma", pidiendo a los candidatos y a sus partidarios "abstenerse de todo comportamiento que pueda socavar el proceso electoral" y "la paz y la estabilidad".
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