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A medida que el 2024 llega a su fin, las empresas deben empezar a preparar el cierre de su período fiscal. Este proceso culmina con la presentación de la declaración del impuesto sobre las utilidades, cuyo plazo vence el 15 de marzo de 2025. Para garantizar un cierre exitoso y libre de problemas con el fisco, es fundamental prestar atención a diversos aspectos técnicos y legales para evitar errores y sanciones. A continuación, exploramos los puntos más importantes que toda empresa debe considerar.
Revisión del balance de situación
El balance de situación es un documento clave en el cierre fiscal, ya que refleja la posición financiera de la empresa. Las cuentas incluidas en este balance tienen una incidencia directa en la declaración del impuesto sobre las utilidades.
Es imprescindible que los saldos de estas cuentas coincidan plenamente con la información que se reportará al fisco. En caso de que existan diferencias, estas deben estar justificadas y respaldadas con documentación adecuada. Por ejemplo, ajustes por errores contables o diferencias en inventarios deben ser conciliados y explicados de manera clara.
Conciliación con las declaraciones de IVA
Un segundo punto crítico es la coherencia entre la declaración del impuesto sobre las utilidades y las declaraciones mensuales del impuesto al valor agregado (IVA). Es necesario sumar las ventas y compras reportadas en el IVA y comparar estos valores con los datos reflejados en los balances, los auxiliares y en la declaración final del impuesto sobre la renta.
Toda discrepancia entre estas cifras puede ser motivo de cuestionamientos por parte de la administración tributaria. Por lo tanto, al igual que con el balance de situación, es fundamental documentar y justificar cualquier diferencia que pueda surgir. Una buena práctica es realizar conciliaciones periódicas a lo largo del año para evitar sorpresas al final del período fiscal.
Conciliación fiscal: Discriminando ingresos y gastos
La conciliación fiscal es otro componente esencial en el proceso de cierre. Este ejercicio implica identificar los ingresos gravables y separarlos de los no gravables, asegurando que exista documentación suficiente para justificar la clasificación de estos últimos.
Es importante recordar que en 2023 se modificó el artículo 1 de la Ley del Impuesto sobre la Renta, lo que impactó el principio de territorialidad. Este cambio ha generado dudas sobre cómo tratar ciertos ingresos obtenidos fuera del territorio nacional, por lo que es vital analizar cada caso con detenimiento.
Asimismo, los gastos no deducibles deben ser identificados y excluidos de la base imponible. Entre estos gastos se encuentran aquellos que no cumplen con los requisitos establecidos en la legislación, como la falta de comprobantes electrónicos o la carencia de relación directa con la generación de ingresos gravables.
El diferencial cambiario: Una zona gris
Uno de los temas más polémicos en los últimos años ha sido el tratamiento del diferencial cambiario, ya sea como ganancia o pérdida. Este concepto se refiere a las variaciones en el valor de activos o pasivos denominados en moneda extranjera debido a fluctuaciones en el tipo de cambio.
El artículo 5 de la Ley del Impuesto sobre la Renta establece que debe reportarse el diferencial cambiario originado “en activos y pasivos, que resulten entre el momento de realización de la operación y de percepción del ingreso o pago del pasivo, o el del cierre del período fiscal”, es decir, según este último aspecto, incluso aquel que no se haya realizado al final del período fiscal. Sin embargo, la administración tributaria ha sostenido en recientes interpretaciones que el criterio aplicable debe ser el del “realizado”, incluso en contextos donde algunos contribuyentes prefieren basarse en lo “devengado”.
Esta diferencia de criterios genera incertidumbre y potenciales conflictos con el fisco. Por ello, las empresas deben evaluar cuidadosamente su postura, considerando tanto el marco legal como las posibles implicaciones de un litigio futuro.
La deducibilidad de los gastos
Para que un gasto sea deducible, debe cumplir con ciertos requisitos establecidos por la normativa tributaria. Entre los más relevantes se encuentran:
- Relación con ingresos gravables: Los gastos deben demostrar su utilidad y pertinencia en la generación de ingresos gravables.
- Comprobantes electrónicos: Todos los gastos deben estar respaldados por documentos válidos y autorizados por el Ministerio de Hacienda.
- Cumplimiento de obligaciones laborales y sociales: Si un gasto está sujeto a retenciones o debe ser reportado a la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), es necesario cumplir con estas obligaciones.
Además, existen categorías de gastos que tienen requisitos específicos:
Gastos financieros
Los intereses financieros, en particular, deben estar bien documentados y asociados a la generación de rentas gravables. En el caso de intereses no bancarios, es importante verificar los límites aplicables a su deducibilidad, ya que el exceso podrá ser deducido en períodos posteriores.
Cuentas incobrables
La deducibilidad de cuentas incobrables es un tema sensible. Según la última jurisprudencia, solo se pueden deducir después de haber agotado todas las gestiones legales para su recuperación. Las provisiones para cuentas incobrables, en cambio, no son deducibles, lo que obliga a las empresas a ser prudentes en la gestión de sus créditos.
Buenas prácticas para un cierre exitoso
Un cierre fiscal bien ejecutado no solo ayuda a evitar problemas con la administración tributaria, sino que también fortalece la gestión financiera de la empresa. A continuación, algunas recomendaciones prácticas:
- Planificación continua: Realizar cierres parciales durante el año puede facilitar el proceso final y reducir el riesgo de errores.
- Documentación ordenada: Verificar que todos los comprobantes, justificantes y registros estén bien organizados y accesibles.
- Revisión de cambios normativos: Mantenerse al día con las modificaciones legislativas que puedan afectar la declaración del impuesto.
El cierre fiscal no debe verse solo como una obligación legal, sino como una oportunidad para evaluar y mejorar la gestión financiera y fiscal de la empresa. Cada aspecto, desde el balance de situación hasta la deducibilidad de los gastos, merece atención cuidadosa y un enfoque estratégico.
En última instancia, el éxito de este proceso dependerá de la capacidad de las empresas para anticiparse a los desafíos, mantener un control riguroso de su información financiera y buscar asesoramiento profesional cuando sea necesario. El 2024 puede cerrar con tranquilidad fiscal si se toman las medidas adecuadas a tiempo.
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