Desde meses atrás se comenta sobre una “nueva normalidad” marcada por los eventos de la pandemia 2019 y 2020. Si bien existen nuevas conductas adoptadas por esta realidad debemos ser conscientes que a nivel de la tecnología podríamos decir que ocurrió “aceleramiento precipitoso de la normalidad”, esto debido al impulso de las circunstancias que produjeron el adoptar de forma disruptiva e incluso impositiva la tendencia digital y virtual.
Como ocurrió hace muchos años ya no podemos imaginar un mundo sin elementos y servicios básicos como lo son el agua potable y electricidad en nuestros hogares o un vehículo propio o público para transportarnos. Ya no podemos imaginar un mundo sin internet, sin redes sociales, sin inteligencia artificial; nos demos cuenta o no que somos parte y usuarios de esto.
Sin importar la industria en que nos encontremos como colaboradores o clientes, somos parte de este ecosistema y las organizaciones deben estar conscientes de que este aceleramiento vino a “desordenar” sus planteamientos estratégicos.
En tecnología hablar de un rezago de un año es crítico y es determinante para ser competitivos. Lo impactante a nivel empresarial es que las herramientas técnicas en su mayoría han sido poco exploradas o desconocemos la infinidad de posibilidades que esto permite.
Haciendo referencia a la historia de la humanidad, los exploradores van adelante antes de invertir recursos en la conquista, visualizan las oportunidades que otros no han identificado, son audaces y hasta arriesgados en su tarea, no temen ser etiquetados de soñadores o que sus ideas son irracionales.
Nuestra realidad es que las organizaciones deben invertir en sus oficinas de investigación, ir más allá de sus estructuras y lo que conocen; el ampliar sus horizontes e indagar no solo sobre lo que realizan diferentes empresas de su mismo sector sino aquellas acciones que se aplican en otras industrias y cómo estas se podrían adaptar y adoptar para su entidad. Un explorador es aquel que cree que su organización es grande y puede expandirse exponencialmente; pero debe ser consciente de que tendrá que vencer muchos obstáculos y paradigmas, incluso de su misma tribu.
El conquistador es aquel capaz de arriesgarse, una vez explorado el territorio se atreve a ser el primero, posiblemente el explorador no identifica todos los riesgos que una acción puede traer como consecuencia; en esta función es critico el análisis de comités y áreas de investigación para la identificación y mitigación de los riesgos asociados a una acción. Pero el Conquistador materializa sus acciones, invierte recursos, cree certeramente que obtendrá grandes beneficios de su conquista y sobre todo reconoce que su esfuerzo le traerá mayores resultados, mayor expansión y le será más difícil a otros intentar poseer lo conquistado. En tecnología las organizaciones que entran primero tienen una alta probabilidad de adueñarse de gran parte del botín.
Si bien el colono conquista territorios ya poseídos, sus esfuerzos son menos efectivos y con mayor desgaste. Las organizaciones que miran a sus competidores y adoptan sus tecnologías o desean acoger “nuevos” métodos, lo que realmente están haciendo es nivelarse al punto de equilibrio de otros, llegando a la famosa frase “es lo mínimo que debemos ofrecer”.
Una de las características más interesantes del colono y que podemos mencionar es su necesidad de adaptar a los conquistados a su cultura. Un error muy común de las organizaciones con características de colonos, es querer que sus usuarios se adapten a ellos y no adaptarse a las necesidades de sus clientes. Esa característica es un evaluador indiscutible del tipo de organización que es y a dónde se dirige.
Las características de los diferentes roles mencionados no necesariamente son positivos o negativos, sino que responden a un esquema estratégico de la organización. Pero como negocio se debe estar claro del norte al que apunta para que en esa medida se pueda dirigir y esperar resultados.
La tecnología, el avance, la innovación; seguirán su camino como un rio con un gran caudal sin obstáculos. Es decisión de cada organización a dónde la direcciona y si esto puede ser una inundación de información que abrumará a los estrategas o bien, una oportunidad que se toma para producir recursos como una represa.