El aumento de los precios de los granos básicos en Costa Rica ha mostrado un desempeño difícil de digerir. Ya sólo cerrando el primer trimestre del año 2022, la inflación nacional alcanza un +5,79%, pero si vemos específicamente el movimiento de la canasta básica, ésta supera el +9% de cambio interanual en el precio de lo más básico de la cocina costarricense.
Imposible ocultar la situación mundial que acarrea en estos momentos al planeta. La misma no da tregua desde distintas aristas. Una crisis de contenedores, que lejos de recuperarse rápidamente, vuelve a retroceder debido a los confinamientos cuyos efectos se evidencian en los principales puertos de China, acarreando un problema logístico convergiendo nuevamente en subida de precios de productos importados.
Para el caso de las tensiones político-militares entre Ucrania y Rusia, el 30% del trigo mundial y el 12% del petróleo planetario, provienen de ese lado del mundo, recordando que la prioridad en este contexto no se centra en proveer materias primas. Por ende, la oferta de productos se limita aún más, y los derivados empiezan a subir de precios. Conjuntamente a esto, el resto de las materias primas tanto del sector agrícola como el sector energético, han mostrado un ritmo avasallador incluso, volviendo a tocar techos no antes vistos hace más de 6 años en los mercados donde se transan.
Y a todo lo anterior, se le debe sumar un tipo de cambio en Costa Rica que sigue coqueteando una banda cercana a los ¢670 por divisa norteamericana, y con base en otros eventos domésticos (Hackeos) pareciera no bajar tan rápido como se pretendía.
Lo antes expuesto, termina de definir una tormenta perfecta juntada con un cóctel molotov de distintas variables, que ha dispuesto a Costa Rica convivir con aumentos entre un 10% y un 32% de productos de origen agrícola y agropecuario pasando desde pan, azúcar, lácteos, cereales, res, pollo e incluso las grasas y el cerdo que no se quedan atrás.
Cuando se menciona el caso de los lácteos , entre 40% al 60% del costo de esta, se basa en la alimentación de las vacas y por el lado de la producción de huevo, este rubro alcanza casi el 65% del costo de la alimentación de las gallinas ponedoras. Los sembradíos están sufriendo un golpe muy fuerte en el aumento desenfrenado de los agroquímicos y fertilizantes (por encima del 200%) y por el lado de la soya y el maíz, que son alimentos para aves y cerdos, presentan sendas subidas de precio a más no poder.
Aquí es donde es necesario hacer una pausa para entender y comprender, la importancia de la variación de precios de granos básicos en el bolsillo de los costarricenses. Por cada 10 puntos porcentuales que se mueve el valor final de los granos básicos en Costa Rica, se afecta en un +0,6% en el indicador de inflación, recordando que es el impuesto más regresivo que existe sobre la faz de la tierra, y lo sienten más las personas de menor poder adquisitivo.
Para quienes lideran Costa Rica, el sentido de urgencia es más que necesario en estos momentos. No hay margen para perder mas tiempo del que ha pasado hasta ahora, pues cada minuto que corre, el sector agrícola no aguanta más, ni los consumidores podrán hacerlo tampoco.
Se debe pensar rápidamente en una seguridad alimentaria inteligente, pero que lejos de fomentar obstáculos busque convertir al sector agrícola en un motor mas dinámico y competitivo, de forma tal que todos los involucrados puedan convivir sin morir en el intento.
Y por supuesto, la creación de empleos debe ser la única receta en el menú evitando así, destruir este indicador que tanto cuesta crear.
Con base en lo anterior, se puede contemplar como medidas mitigantes el ajuste en los pagos de aranceles de insumos y materias primas, además de los impuestos indirectos e incluido el impuesto de valor agregado, que debe ser diferenciados (o por qué no, subsidiado de forma temporal) para oxigenar al área agrícola. Las patentes municipales y permisos deben ser aún más benevolentes para que el sector, sin provocarle un peso en su estructura de costos por lo menos, pueda nivelar la situación de emergencia que viven los productores agrícolas costarricenses hoy día.
En temas de créditos financieros productivos, se deben seguir fomentando la búsqueda de beneficios y ajustes de parte del sistema financiero nacional e incluso poder volcar una parte de la banca de desarrollo para otorgar al sector agrícola, un financiamiento barato a tasa básica pasiva y de fácil inyección, sin tanta burocracia y tramitología como se conoce hoy en día.
Tampoco es de olvidar el necesario ajuste de precios en combustibles y electricidad, y si de ajuste también se habla, las cargas sociales diferenciadas deben privar en este sector agrícola si tanto se quisiera salvar en este 2022.
Con los continuos movimientos de variables internacionales es complicado mitigar efectos derivados de dichas fluctuaciones. Pero Costa Rica sí puede buscar la optimización de los costos y los gastos operativos en territorio nacional, a través de tributos, patentes, cargas financieras y cargas sociales, enfocado en obtener precios finales al consumidor con un menor aumento al ya agresivo que se tiene hoy en día.
Hay que recordar que los alimentos son básicos para vivir y las decisiones sobre ellos, hay que tomarlas YA. Debe prevalecer la voluntad política a la brevedad posible, antes de que sea muy tarde y empecemos a pagar granos básicos a precios de lujo.