No hay presión social para ser mejor persona.
En una encuesta realizada en los Estados Unidos en la Universidad de Harvard entre niños de colegio, se preguntaba a los niños qué expectativa era más importante para sus padres, si ser buena persona o tener buenas notas. El 80% de los estudiantes contestó que para sus padres era más importante que tuvieran buenas notas.
Además, hoy hay cierta presión por tener, a través de las redes sociales, una cultura de egocentrismo “la cultura del selfie”; que nos aleja de la humildad como valor fundamental y universal.
Ser una buena persona, está determinado por vivir consistentemente de forma honesta y valiente, solo que hoy, hay demasiadas distracciones que nos inhiben vivir como buenas personas de una forma consciente. Esto no solo le ocurre a nuestros niños y adolescentes, sino también a nosotros los adultos.
Queremos ser exitosos para ser felices, y creemos que ser felices se trata de tener buenas experiencias (visión hedonista de la vida) y de ser populares, no de ser buenas personas.
Las buenas experiencias son solo parte de ser felices, pero ser feliz y vivir una vida con significado, es algo mucho más complejo que vivir buenas y agradables experiencias o, simular tener solo buenas y agradables experiencias…
Si le pregunto a usted, qué periodo o actividad de su vida fue determinante en definir quién es usted hoy, qué me contestaría.
Muchos contestaríamos que lo que nos define como persona hoy, fueron periodos difíciles, adversos, complejos… donde nos cuestionamos a nosotros mismos, momentos de revisión y crecimiento interior, que al final redundaron en crecimiento integral y que por eso nos convertimos en mejores personas, también en más felices
Para ser mejores personas, tenemos que vivir lo bello, pero también lo difícil. Y lo difícil, no ocultarlo, disimularlo, o evadirlo, sino aceptarlo, enfrentarlo, asumir nuestra parte de responsabilidad y crecer en el proceso.
Pero en una cultura muy enfocada en el placer, en el éxito superficial, en la negación de la frustración o en una visión muy infantil del fracaso, no estamos construyendo carácter en nuestros hijos, ni tampoco en nosotros.
¿Qué tan buena persona es usted?
¿Qué tan buen líder? Si se le hiciera un 360, ¿qué tanto peso se le daría a su carácter, valores?
Como padre o madre ¿qué tanto peso le da a que sus hijos sean buenas personas?