Melania Fernández es la profesora, pero es mucho más que eso: tiene una energía contagiosa y, a sus 32 años, no solo sabe bailar muy bien sino que tiene mucho más que enseñarnos. Su historia puede interesar a quien está descubriendo su vocación, a quien cree que su vocación no le permitirá hacer de la misma una forma de vida y, a quienes les gusten las historias de mujeres emprendedoras que inspiran.
“Mela” era una chiquilla que amaba la sensación de libertad que le daba la utilización de su cuerpo haciendo gimnasia y bailando desde que era una niña. Era muy buena estudiante, ya que siempre sacó primer promedio en la escuela, colegio (Saint Francis) y la Universidad de Costa Rica, en donde se graduó de Administración de Empresas.
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Aprendió, desde pequeña, a utilizar muy bien su tiempo, ya que siempre bailó y estudió, o bailó y trabajó. Su primer trabajo fue como analista financiera en la empresa privada, trabajaba de 8 a 5 de la tarde y a las 5 pm se iba a practicar la danza.
Luego de dos años de trabajar como analista financiero, decidió iniciar la aventura de dejar una carrera segura e ir a los Estados Unidos a estudiar enseñanza del baile y, cuando vino al país, inició su sueño de iniciar un emprendimiento. En el mismo integró la danza, la administración de negocios y la pedagogía.
Esto fue una decisión valiente y poco convencional, pero no se arrepiente y uno lo nota al verle los ojillos verdes que le brillan cuando describe la aventura de fundar, desarrollar y administrar su empresa.
Andamio, que comenzó ella sola enseñando a un grupo de conocidos de 20 personas, hoy lleva ya siete años de existir. Tiene 2 sedes: una en el Este y otra en el Oeste y cuenta con 160 alumnos y 14 docentes. El elemento diferenciador es que no es una escuela de baile más, es un lugar en donde realmente se tiene una metodología de enseñanza, donde los profesores tienen que preparar las clases (no se imparten clases improvisadas) y en donde ella integra lo aprendido en su maestría en NYU sobre enseñar baile, con su experiencia como bailarina de 16 años y también su sello personal.
Las experiencias más duras para ella como emprendedora tienen que ver con temas de personas: cuando un profesor se va; cuando se analizan fríamente los números (resultados) y éstos no reflejan necesariamente el esfuerzo invertido por tanta gente, o cuanto tiene que enfrentar situaciones difíciles de alguna alumna o su familia.
Es un trabajo que la llena, que tiene muchas retribuciones y que le permite impactar mucho más allá de enseñar una disciplina. Se generan vínculos importantes entre ella y las personas, que logran ser terapéuticos, en muchos casos.
No todo ha sido una escalera ascendente hacia el éxito, ha habido situaciones que la han hecho crecer a través del sufrimiento y el fracaso.
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A lo largo de la entrevista, va demostrando como es una mujer resiliente, muy valiente y con gran capacidad de introspección. Considero que la clave de mucho de lo que ha logrado está en su gran disciplina y en su sencillez; sus activos más importantes están determinados por su amor al trabajo y por su capacidad para tomar decisiones difíciles cuando se ha equivocado y, sobre todo, por su calidad humana.
Considero que esta costarricense es un bonito ejemplo del ser emprendedor y de pasión por lo que se hace. Y sí, definitivamente, verla bailar es una experiencia indescriptible: pura energía positiva que contagia a vivir feliz.
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