Sabemos que la alimentación es la manera de proporcionar al cuerpo los nutrientes esenciales para obtener energía y funcionar adecuadamente. Debido a esto, es importante procurar brindarle alimentos de buena calidad nutricional, sin dejar de lado los beneficios que podrían tener algunos de ellos en las diferentes etapas de la vida o según las condiciones y necesidades de cada persona.
En los últimos tiempos, hemos visto con más frecuencia personas que asisten a la consulta de nutrición en busca de recomendaciones para mejorar por medio de la alimentación temas relacionados a enfermedades inflamatorias. Estas ocurren cuando el sistema inmune, encargado de proteger al cuerpo de agentes externos como virus y bacterias, falla atacando y destruyendo por error las células sanas del cuerpo, en vez de los agentes externos, apareciendo así los trastornos inmunológicos como las alergias, enfermedades como la artritis reumatoide, esclerosis múltiple, lupus eritematoso, fibromialgia, entre otras.
Todas estas condiciones son multifactoriales, sin embargo se ha demostrado que los alimentos podrían tener un papel fundamental en el tratamiento de las mismas.
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Es así como existe un tipo de protocolo nutricional que se puede implementar durante unos meses y que permite identificar los alimentos que desencadenan síntomas inflamatorios. Este tipo de alimentación es mejor conocido como el Protocolo de Alimentación de Enfermedades Autoinmunes (AIP), el cual busca mejorar los padecimientos combinando una alimentación adecuada con estilos de vida saludables, favoreciéndole desinflamar su cuerpo.
El objetivo de este es precisamente reducir la inflamación, regenerar y reparar el sistema digestivo, el cual contiene el 70% de las células inmunitarias, con el fin de lograr reducir al máximo la acción inmune.
¿Cómo ponerlo en práctica?
La primera fase del tratamiento puede llegar a tener una duración de 1 a 3 meses acorde a la reducción de síntomas o desinflamación que presente cada persona.
Esta etapa implica la eliminación de alimentos que vayan a causar inflamación intestinal o desequilibrios entre bacterias del intestino. Es así como deberán restringirse el consumo de alimentos como cereales, leguminosas, lácteos, aceites de origen vegetal como canola, girasol o soya, aditivos alimentarios, azúcares o edulcorantes, semillas, huevos, cacao, café, frutos secos y especias derivadas de semillas, así como el consumo de papa, tomate, berenjena, chile, pimienta, bayas de goji, además de las bebidas alcohólicas y el tabaco.
Prefiriendo así el consumo de alimentos frescos, altos en fibra, poco procesados y ricos en nutrientes como las carnes rojas bajas en grasa, aves, pescado, mariscos, frutas, vegetales, aceite de oliva, aguacate, coco, probióticos, infusiones, vinagres sin azúcar y miel cruda en pocas cantidades y de forma ocasional.
De la misma forma, se recomienda tener una ingesta moderada de sal, grasas saturadas y ácidos grasos omega 6.
Poniendo en práctica también otros estilos de vida saludables como descansar suficiente, practicar actividad física constantemente y procurar tener un nivel de estrés adecuado.
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¿Cómo reintroduzco los alimentos?
Una vez que se ha producido una mejora en los síntomas, se puede dar inicio a la fase de reintroducción, en donde todos aquellos alimentos que se evitaron durante las semanas anteriores, son incorporados gradualmente, en muy pequeñas cantidades y varias veces al día. Esto permite conocer exactamente los alimentos que una persona puede consumir sin presentar malestar alguno y por otro lado, aquellos que no tolera bien.
Es así como se recomienda incorporar nuevamente a la alimentación un alimento diferente cada 5-7 días, esto porque nos permite tener suficientes días para identificar cualquier tipo de reacción que se presente en el cuerpo. De esta forma, todos aquellos alimentos que fueron bien tolerados podrán volverse a consumir regularmente, mientras que todos aquellos que generaron algún tipo de malestar deberán ser eliminados de la alimentación diaria.
Posteriormente, deberá implementarse una alimentación balanceada sin dejar de lado los hábitos saludables. No obstante, es importante que tenga en cuenta que la tolerancia de su cuerpo hacia los diferentes alimentos podría cambiar con el tiempo.
Aunque aún faltan más análisis sobre los beneficios que aporta este protocolo de alimentación, puede ser una herramienta útil para trabajar de la mano de un profesional, con el fin de mantener un estado nutricional óptimo, prevenir el deterioro del sistema inmune durante los episodios agudos de la enfermedad y mejorar durante los periodos estables, velando siempre por lograr una mejor calidad de vida.
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