Si quiere mantener su calidad de vida a lo largo del tiempo, definitivamente no podrá escapar del hábito de realizar actividad física. Tampoco podrá huír de él si desea mejorar su composición corporal, ya sea bajar grasa o subir mejorar su masa muscular. Pero más allá de esto, el ejercicio es medicina, es de los mejores ansiolíticos, herramientas para manejo de estrés y su práctica constante previene a largo plazo el padecimiento de gran cantidad de enfermedades.
Si tanto son sus beneficios, ¿por qué es que cuesta tanto llevarlo a la práctica y mantener el ejercicio como parte de la agenda de cada uno? No hay tiempo, no hay energía, no hay ganas o simplemente “todavía no he podido, pero ya la próxima semana empiezo”. Lograr moverse con constancia es de los mayores retos en quienes buscan un estilo de vida más saludable. Pero lograrlo traer recompensas en lo físico y emocional, que cualquiera que lo haya experimentado puede contárselas.
Una clave en el cambio de hábitos es la motivación, y esta no aparece de la noche a la mañana, poco a poco se va caminando hacia ella. Hace poco escuché que “la motivación viene después de la acción, no antes”. Lo cual quiere decir que no espere a sentirse motivado para moverse, más bien muévase y conforme lo haga la motivación empezará a llegar. Posiblemente usted se pregunte, ¿cómo empiezo si no tengo motivación, no tengo ganas y me da pereza? Bueno, veamos algunas formas prácticas de hacerlo y aunque estoy enfocando el blog de hoy en ejercicio, puede aplicarlo para cualquier hábito que esté trabajando en cambiar:
1. Agende su ejercicio: debe darle un lugar específico en su agenda. Elija días y horas específicas no negociables. James Clear un autor que ha basado su trabajo en estudiar hábitos y rutinas de deportistas escribe: “Los profesionales tienen un horario y se apegan a él. Los novatos esperan a sentirse motivados o inspirados para moverse”. Es claro que no todos vamos por el camino de ser deportistas profesionales, pero el mensaje es que el dejarnos llevar por “como nos sentimos” para decidir si nos movemos o no, no es lo mejor. Planifique y ejecute según planificó.
2. Busque compañía: entrene con personas que lo inspiren o que estén con su mismo objetivo de hacer un hábito de actividad física. Estudios muestran que quienes se ejercitan con otra persona tienen una mayor adherencia al ejercicio.
3. Concéntrese en el hábito primero y los resultados después: que su foco principal durante los primeros meses sea lograr constancia en su hábito de actividad física y no en cuánto peso baja o músculo aumenta. Esto no significa que los resultados no vayan a importar, pero si logra formar este hábito, será más fácil alcanzar y mantener los resultados después.
4. Monitoree su progreso: ver sus avances en tiempo, distancia, peso utilizado en entrenamientos, etc le motivará. Escríbalo o utilice apps o relojes con este tipo de funciones.
5. ¡No se compare! No lo haga con otros ni con la versión que usted fue hace 5, 10 o 15 años. Saque su mejor versión hoy y compárese solo con usted mismo en esta nueva época. La comparación puede generarle frustración y frenar su avance.
Recuerde empezar con metas realistas y si un día de 1 hora tiene 20 minutos para ejercitarse, igual ¡póngase las tennis y muévase! Esos minutos bien aprovechados pueden ser más que suficiente. Aproveche lo que el día le regale y no lo piense tanto.
Trabaje en su forma de pensar con respecto al ejercicio, a veces su mente es el peor enemigo, no el tiempo ni la energía ni sus lesiones.
No deje de intentarlo, una rutina de ejercicio le dará una mejor salud ósea, disminuirá el riesgo de enfermedades del corazón y obesidad, mejorará su sistema digestivo y ayudará a la prevención de algunos tipos de cáncer entre muchas otras. Vale la pena hacerle el espacio en su agenda.