Hasta hace algunos años, la forma de “internacionalizar” una empresa era por medio de la exportación. La aspiración era salir a otros mercados. Este, por supuesto, era un desafío solo para la élite empresarial, capaz de competir con productos de la mayor calidad. El escenario antes señalado no existe más. La competencia está aquí adentro y vino para quedarse. No hay necesidad de salir para competir con todo tipo de productos y marcas internacionales. Desde las que ya se encontraban en el país, las que llegaron con la apertura y las que siguen estando en sus propios países pero que pueden llegar por medio de las compras electrónicas.
¿Qué hacemos entonces para competir en este cada vez más complejo escenario? ¿Políticas de protección? Olvídense! (pero no porque no se pueda sino porque no se quiere). Salga a competir y si no le va bien es porque probablemente su empresa no vale la pena. Lamentablemente ese mensaje se ha escuchado varias veces. Solo quiero aclarar que la competencia no solo es buena, sino necesaria. Si no hay con quien competir, no hay incentivos a mejorar (no hay necesidad de poner ejemplos). Si corro solo, siempre gano; pero si corro con otros (sobre todo, mejores que yo), me debo esforzar al máximo, y eso hace que nos acostumbremos a prepararnos, a calificarnos.
Quienes son las empresas locales que deben competir con las importaciones. Generalmente las que nunca tuvieron oportunidad de entrar a nuevos mercados, las que no han exportado nunca; las pymes. Si antes la situación era compleja porque competían con grandes empresas locales, ahora la cosa es peor aun. Pero quizás el problema ha estado en la falta de innovación, en querer competir en mercados de precios bajos. Hemos querido parar el tren con una mano. Y no es posible.
Las oportunidades para las pymes en estos mercados globalizados no están en competir con las grandes o por precios bajos. Debemos encontrar en estos momentos nuestras mayores habilidades y mejores formas de competir en “nichos” de mercado, en segmentos donde nuestra propuesta de valor sea diferente e innovadora. Colaborar con empresas más grandes o con empresas de nuestro mismo tamaño (en el mismo sector o en otros), integrarnos en cadenas o encadenamientos. La competencia se hace cada vez más compleja. Las empresas en solitario tienen pocas opciones. Se requiere de una visión de conjunto. Y así como en algún momento hemos señalado que las ideas se construyen colectivamente, en la actualidad, las empresas (sobre todo las pequeñas) también. Solo veamos los mercados. Son bloques: la Unión Europea, Asia - Pacífico, Mercosur, Comunidad Andina, CAFTA, NAFTA. Debemos abrirnos y entender que nuestra competencia puede ser también nuestra salvación.