Para James Clear, autor del libro “Atomic Habits: an Easy and Proven Way to Build Good Habits and Break Bad Ones”, un cambio de hábitos no depende del tiempo sino de la cantidad de repeticiones. Dos meses, o dos años, dan igual: lo importante es cuántas veces repitamos una acción en ese periodo.
Aplicado a nuestro contexto actual, podemos trabajar desde casa 40 días en 2 años (1 día de teletrabajo a la semana); o podemos hacerlo 40 días en 2 meses (5 días de teletrabajo a la semana). En el segundo caso, el cambio de hábito se acelera y además se consolida, si se prolonga por 2 años de pandemia, es decir, más de 500 días laborables, aproximadamente.
Para Clear, otro aspecto que influye el cambio de hábitos es la comodidad para mantener esa frecuencia. Por ejemplo, es más sencillo quedarse en casa trabajando, que gastar dos horas de tiempo en traslados, y otras actividades como alistarse, tomar el autobús o poner gasolina al carro. Trabajar desde casa bajo ciertas circunstancias, aumenta la productividad de forma directamente proporcional a la calidad de vida: si hay un lugar apropiado para trabajar (ojalá distinto a la habitación donde dormimos), si el ambiente de la casa facilita la laboriosidad, si hay buena conectividad, si prevalece la motivación propia y existen modos de medir el desempeño, entonces los resultados vendrán, porque el proceso productivo está relativamente asegurado.
Dicho lo anterior, llama la atención el incremento pujante en la construcción de oficentros tradicionales. A pesar de que los hábitos han cambiado radicalmente, y seguirán consolidándose, puede asumirse tácitamente que, al acabar la pandemia (cuyo plazo cada vez se acorta más), “todo volverá a ser como antes”. Pareciera ignorarse que las culturas de las organizaciones han cambiado tanto como las personas y que, en muchas empresas, la cuenta de resultados se ha visto positivamente influenciada por estas modificaciones en las conductas de los colaboradores.
Ciertamente estas variaciones no son algo que pueda extrapolarse a todos los sectores del mercado. Por ejemplo, logística y salud parecieran mantener su demanda de personal, luego de haber atravesado una importante curva de aprendizaje, acelerada por la transformación digital.
En resumen, con el primer año de pandemia los hábitos de trabajo cambiaron, y este segundo año esas nuevas conductas se están consolidando. En consecuencia, las culturas de las organizaciones están modificando sus comportamientos y eso marcará un punto de inflexión o ruptura en ciertos sectores de la industria. En cualquier escenario, solo el tiempo dirá hasta dónde llegarán estas transformaciones sociales; no obstante, en todos ellos, el cambio es ineludible.