Antecedentes
El 31 de diciembre del 2019, el gobierno de China reporta a la Organización Mundial de la Salud (OMS), una nueva enfermedad causada por un virus que en un principio se diagnosticó como neumonía de origen desconocido. En enero se identifica al virus como SARS-CoV-2.
El 30 de enero del 2020 la OMS emite la “Emergencia sanitaria de preocupación internacional” (PHEIC por sus siglas en inglés) por el COVID-19.
El 3 de marzo del 2020, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, en un comunicado oficial, afirma que la tasa de letalidad del COVID-19 es del 3,4% y que, además, es un virus altamente contagioso.
A diciembre del 2019 la población mundial era de unos 7,700 millones. Si tan solo se contagiara un 30% de esta, eso implicaría más de 78 millones de muertes en tan solo unos meses. Un pronóstico claramente apocalíptico.
Como veremos más adelante, este pronóstico de la OMS de 3,4% de tasa de letalidad ha demostrado ser errado. Los nuevos datos revelan que dicha tasa es muy baja y que el porcentaje de personas contagiadas que requieren hospitalización también resulta ser muy bajo.
Razones que habrían justificado la cuarentena en marzo.
1. Evitar la saturación de los sistemas de salud.
Ante los pronósticos apocalípticos de la OMS, era muy probable que los sistemas de salud no dieran abasto para atender a todo aquel que lo llegara a necesitar. Si así hubiese sido, los encargados de los hospitales tendrían que haber tomado la dolorosa decisión de a quién atienden y a quién no; a quién le dan el respirador y quién se quedaría sin él; quién ingresaría a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y quién no. Para haber evitado esta probable situación, la respuesta de los gobiernos fue “aplanar la curva” de contagio.
Aplanando la curva.mp4.
Entendamos que aplanar la curva no evitará la cantidad de contagios ni muertes totales. Dentro de un año todos habremos sido expuestos al virus. La cuarentena, o la política de aplanar la curva, solo distribuirá los contagios y muertes en un lapso ligeramente mayor, pero no los evitará. Por ejemplo, sin medidas de aislamiento físico se podrían contagiar mil personas en un mes. Con cuarentena, esas mismas mil personas se contagiarán a lo largo de cinco meses.
Como bien dijo Johan Giesecke, máximo epidemiólogo sueco: “no importa lo que uno haga, todos se van a contagiar de todas formas”. El objetivo de la cuarentena no es acabar con la enfermedad ni matar el virus, sino disminuir la velocidad del contagio; para evitar la saturación de nuestros sistemas de salud. La razón de esto es porque, según los gobiernos, nuestros sistemas de salud no poseen la capacidad de respuesta necesaria.
Un sistema de salud no está colapsado porque se contabilicen miles de contagios por el COVID-19. El sistema de salud colapsa si este no tiene la capacidad para atender a sus pacientes sin importar su número. Es decir, un sistema de salud colapsa si, por ejemplo, le llegasen dos casos de COVID-19 pero solo se tiene capacidad para atender a uno. De igual manera, un sistema de salud con capacidad para atender a miles de pacientes de manera simultánea, como el estadounidense o el sueco, no es un sistema de salud colapsado sino robusto.
Por tanto, dejemos de hacer el ridículo de contar los contagios y muertos diarios por COVID-19 como si estos pudieran evitarse. ¿Acaso contamos los contagios diarios de dengue, SIDA, sarampión, gripe, cáncer, etc.? Dado que el objetivo de la cuarentena es evitar la saturación de los sistemas de salud, lo único que importa es la saturación de las Unidades de Cuidados Intensivos. En Costa Rica contamos con 128 Unidades de Cuidados Intensivos disponibles para atender el COVID-19. Hasta la fecha no se han ocupado más de cinco.
Las medidas de “quédate en casa”, cierre de negocios, restricción vehicular, etc; están en proporción directa con el nivel de ineficiencia e ineficacia de los sistemas de salud. Entre peor sea el sistema de salud, mayores son las medidas necesarias para aplanar la curva de contagio. Por tanto, no debe aplaudirse cada vez que los gobiernos imponen mayores medidas para restringir el comercio y la libre movilidad, porque solo reflejan el mayor fracaso de los sistemas públicos de salud.
2. Ganar tiempo para mejorar la capacidad de respuesta de los sistemas de salud.
La segunda razón que justificaría la cuarentena sería si su fin tiene el objetivo de ganar tiempo y aprovecharlo para mejorar la capacidad instalada de nuestros sistemas de salud, ya sea en la ampliación o construcción de hospitales, ampliación del número de Unidades de Cuidados Intensivos disponibles, etc.
Es evidente que nuestro sistema de salud no está saturado. Tampoco el gobierno de Costa Rica ha sacado provecho de este tiempo para mejorar la capacidad instalada de nuestro sistema de salud salvo un centro provisional que ya cerró por falta de pacientes.
Las medidas draconianas tienen costos. Los países desarrollados reconocen los costos asociados con la aplicación de la cuarentena coercitiva. Por tal razón, no la aplican per se, tal y como hace el gobierno de Costa Rica.
Con la información existente hasta la fecha, ¿se justifica la cuarentena?
Cuando se declara la pandemia del covid-19, no había datos precisos sobre su tasa de letalidad. Solo había hipótesis y modelos basados en el peor escenario posible. Ante la incertidumbre, se podría haber justificado la cuarentena con el fin de evitar la saturación del sistema de salud.
Sin embargo, toda cuarentena debe regirse por principios científicos, no políticos. El principio de toda cuarentena es aislar a los enfermos con el fin de que no contagien a los sanos. No tiene ningún sentido aislar a los sanos, ni a los grupos de bajo riesgo. Esto se sabe desde tiempos bíblicos donde los leprosos estaban aislados; no las personas sanas. Encerrar a los sanos per se, es violación de la libertad individual y muestra de políticas totalitarias.
Lavarse las manos, usar mascarillas y mantener un distanciamiento físico tiene fundamento científico. El cierre de playas, la restricción vehicular, el cierre de negocios a partir ciertas horas, etc; no tiene fundamento científico alguno sino político. Como bien expresa Johan Giesecke, máximo epidemiólogo sueco, “No hay evidencia científica para la mayoría de las restricciones que están tomando los países”.
En otras palabras, baste con que se respete las medidas de distanciamiento físico, uso de mascarillas y de limpieza pertinentes y todo podría estar abierto.
1. Según los datos recientes, la tasa de letalidad del covid-19 es mucho más baja de lo estimado inicialmente por la OMS.
Cuando la OMS declara la pandemia por al SARS-CoV-2, anuncia una tasa de letalidad por el COVID-19 del 3,4%. Esta cifra se construyó usando modelos especulativos, no empíricos pues a la fecha no había cifras suficientes.
Sin embargo, a la fecha (mayo) se han realizado muchos estudios empíricos con la información acumulada y todos revelan que la tasa de letalidad del COVID-19 es mucho más baja de lo esperado.
Para tener un dato de comparación, la tasa de letalidad de la influenza en el mundo es aproximadamente entre 0,1% y 0,2%
Un estudio de la Universidad de Bonn (Alemania) ha determinado que la tasa de letalidad del COVID-19 es del 0,37%. Esta cifra es apenas una décima de lo calculado por la OMS.
El profesor Hendrick Streeck, director del Instituto de Virología de la Universidad de Bonn, quien condujo la investigación, afirma que las mayores tasas de letalidad que se observan en otros países se deben, muy probablemente, a que existe mucha gente que ya se contagió pero que resultó asintomática y que no se han contabilizado por falta de pruebas masivas.
En una publicación del Swiss Policy Research, la tasa de letalidad promedio mundial con la información existente es del 0,3%. La mayoría de las muertes del COVID-19 son en personas que rondan los 80 años y que ya venían padeciendo de muchas enfermedades al contagiarse del COVID-19. Que una persona muera contagiada del SARS-CoV-2 no quiere decir que su causa de muerte haya sido por COVID-19.
Lamentablemente, muchas muertes se han atribuido al COVID-19 sin haberse hecho las pruebas respectivas.
En un estudio publicado a mediados de mayo por el por el Dr. John P.A. Ioannidis, del Departamento de Medicina, de Epidemiología y Salud Poblacional y del Meta-Research Innovation Center (METRICS) de una Universidad de Stanford en los EEUU, calcula una tasa de letalidad infecciosa (Infection fatality rates) entre el 0,2% y el 0,4%
En otro estudio para los EE.UU., la tasa de letalidad de los sintomáticos es de 1,3%. La tasa de letalidad total es mucho más baja porque, según el mismo informe, no están tomando en cuenta a los infectados asintomáticos.
El epidemiólogo Johan Giesecke estima que la tasa de letalidad terminará rondando el 0,1%.
Si bien todos estos estudios están sujetos a confirmación posterior conforme vaya habiendo más datos, lo que sí es concluyente es que la cifra de la OMS, que justificó la cuarentena, está totalmente errada.
Los estudios recientes revelan que el COVID-19 no es tan peligroso como se estimó inicialmente.
2. Los hospitales de la CCSS no están saturados.
Costa Rica cuenta con un total de 210 Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). De las cuales, 128 están disponibles para atender a los pacientes que se compliquen por el COVID-19. A la fecha (7 de junio del 2020), solo hay cuatro personas en UCI. En otras palabras, el gobierno aplanó demasiado la curva porque la cantidad de contagios diarios podría multiplicarse por 15 y nuestro sistema de salud aún tendría la capacidad de atenderlos sin problemas de saturación.
La cantidad de casos es tan baja en Costa Rica que el mismo presidente ejecutivo de la CCSS, Román Macaya, anunció a mediados de mayo que estaba despidiendo a 53 personas del centro especial de atención del covid-19, ubicado en las instalaciones del Centro Nacional de Rehabilitación pues “no son necesarios sus servicios en este momento, debido a los pocos casos que han llegado a ese centro”.
Por tanto, dado que la tasa de letalidad es mucho más bajo que lo esperado y dado que nuestro sistema de salud no está colapsando, ¿se justifican las medidas de cuarentena?
3. Caso de la pandemia A (H1N1) del 2009.
El 28 de abril del año 2009 se confirma el primer caso de la pandemia de gripe A (H1N1) en Costa Rica.
Al 15 de octubre de ese año, 38 personas habían fallecido a causa de esa enfermedad. Un año después de registrarse el primer caso, se había registrado unas 56 muertes.
En aquel entonces, no hubo cuarentena. Las medidas más severas fueron: extender por una semana el periodo de vacaciones de medio año de los estudiantes de primaria y secundaria, suspender la romería que se celebra el 2 de agosto y solo se suspendió un concierto.
4. El virus no morirá por meter a todos en casa.
La cuarentena solo podría reducir la cantidad de contagios si, y solo si, tuviésemos a disposición la vacuna antes de levantar la cuarentena. Se estima que la vacuna demorará al menos un año en producirse. ¿Vamos a quedarnos encerrados hasta que aparezca la vacuna?
El virus no morirá metiendo a todos en la casa. Cuando salgamos el SARS-CoV-2 estará afuera esperándonos. Cuando los gobiernos y la gente llevan el registro diario de contagios, parecen creer que el virus morirá encerrando a todos en la casa. Cuando la gente cree que un país es exitoso en la lucha contra el COVID-19 usando como parámetro el número de contagios, es porque alguien le hizo creer que la cuarentena es una vacuna. Esa es una sensación falsa de seguridad y es demagógico que los gobiernos le hagan creer eso a la gente.
Para enfrentar al covid-19 se necesita de una política que sea viable en el largo plazo mientras se desarrolla la vacuna. Claramente encerrar obligatoriamente al país no es solución. Dado que la política “quédate en casa” es insostenible hasta que se encuentre la vacuna, debemos cambiar la estrategia y prepararnos ante un muy probable incremento del número diario de contagios una vez que se levanten estas medidas.
5. Comparando el COVID-19 en Costa Rica con defunciones por virus respiratorios e influenza.
Para el primer semestre del 2019, el Ministerio de Salud reportaba 88 muertes por virus respiratorios, 15 de ellos por influenza. Para el primer semestre del 2018, las muertes por virus respiratorios sumaron 33. Más de tres meses después de haberse reportado el primer caso por SARS-Cov-2 en Costa Rica, solo han fallecido 11 personas.
En promedio, los virus respiratorios, como la influenza, matan a unas 6 personas al mes en Costa Rica. El COVID-19, apenas mata 3.
¿Quién pide cuarentena por la influenza?
Defunciones por o con virus respiratorios confirmados por laboratorio. Unidades Centinela. Costa Rica 2014 – 2017*
Causas | 2014 | 2015 | 2016 | 2017 |
---|---|---|---|---|
Adenovirus | 4 | 3 | 0 | 9 |
Influenza A | 0 | 0 | 1 | 3 |
Influenza A H1 pdm09 | 6 | 23 | 66 | 18 |
Influenza A H3N2 | 8 | 5 | 18 | 12 |
Influenza B | 12 | 0 | 1 | 9 |
Parainfluenza 1 | 0 | 0 | 1 | 0 |
Parainfluenza 3 | 4 | 4 | 4 | 4 |
Virus respiratorio Sincicial | 22 | 5 | 19 | 8 |
Rhinovirus | 4 | 1 | 4 | 1 |
Enterovirus | 2 | 0 | 0 | 0 |
Metapneumovirus | 1 | 1 | 4 | 4 |
Total | 63 | 42 | 118 | 68 |
Fuente: Análisis de la Situación de Salud 2018. Memoria institucional. Ministerio de Salud. Mayo 2019. (*) A la semana 42 del 2017 |
Versión: 27 de octubre del 2017.
Costos de la cuarentena
Toda decisión que tomemos en la vida tiene un costo y la política de “quédate en casa” no es excepción.
Al momento de implementar una cuarentena, un gobierno responsable tomaría en cuenta los costos asociados con el fin de minimizarlos o hacer un balance. Sin embargo, el gobierno de Costa Rica los ha ignorado todos. No es correcto, como hace el gobierno de Carlos Alvarado, de ver la cuarentena como un fin en sí mismo sin ningún costo colateral. A continuación, vemos una lista de los costos de la cuarentena.
1. Deterioro de la salud del costarricense.
Lejos de mejorar la salud del costarricense, la cuarentena coercitiva está causado un deterioro gravísimo en la salud. Según declaraciones el presidente ejecutivo de la CCSS, Román Macaya, brindadas a principios de mayo, en tan solo 10 semanas de medidas draconianas (de marzo a mayo), la institución ha dejado de realizar más de 717 mil atenciones médicas de distinta índole: 675.885 citas de consulta externa, 18.780 procedimientos ambulatorios y 22.647 cirugías.
Las medidas de cuarentena obligatoria impuestas por el gobierno también han causado el cese de trasplantes de órganos en los hospitales de la CCSS y, con ello, es probable que haya causado hasta la muerte en las personas.
2. Aumentan los casos de violencia, abuso sexual, mortalidad y enfermedades sicológicas en los niños.
Según las cifras históricas, el 75% de los casos de abuso infantil son perpetradas por familiares o personas muy cercanas al entorno familiar. Es evidente que el confinamiento y la política de “quédate en casa” no es buena noticia para las víctimas. Es por esta razón que en un comunicado de las Naciones Unidas del 7 de abril del 2020, se advierte sobre el aumento de la vulnerabilidad al abuso, maltrato y violencia que pueden sufrir los niños como consecuencia de la cuarentena coercitiva.
En otro comunicado del 12 de mayo, la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) advierte:
“Las escuelas están cerradas, los padres no tienen trabajo y las familias sufren presiones cada vez mayores” manifestó la Directora Ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore. Los factores que aumentan el riesgo de violencia, abuso y descuido se han agravado para los niños que viven en lugares donde se ha limitado la movilidad y donde impera un deterioro socioeconómico debido a las políticas de “quédate en casa”. La cuarentena obligatoria ha dificultado aún más el acceso a los servicios esenciales. Con ello, es probable que repunte la mortalidad infantil.
Afirma el comunicado “es probable que las repercusiones en la salud mental y psicosocial que suponen la restricción de la movilidad, el cierre de escuelas y el aislamiento posterior intensifiquen los ya elevados niveles de estrés, especialmente en el caso de los niños vulnerables.
3. Costos económicos.
El costo más evidente de la cuarentena, y que ya lo están sufriendo miles de personas, es la parálisis de la producción nacional. Los gobernantes, los empleados del gobierno y los ricos pueden ver la cuarentena como unas vacaciones forzadas. Sin embargo, el trabajador que vive al día no puede quedarse en casa. Según la Organización Internacional del Trabajo, para finales de junio del 2020, el mundo perderá cerca del 6.7% de las horas laborales lo que representa cerca de 195 millones de empleos de tiempo completo.
Según Bloomberg, la crisis económica que están causando las medidas draconianas será peor que la crisis del 2008. Esta será la peor desde la Gran Depresión de 1929.
En Costa Rica, según la Encuesta Continua de Empleo al primer trimestre del 2020, la cantidad de personas desempleadas sumaron 314 mil. Esto representa una tasa altísima de desempleo del 12.5%.
Dado que esta encuesta recopiló información que va de enero a marzo, no recoge el deterioro en el empleo causado por el gobierno al imponer las medidas de cuarentena que empezaron a regir desde el 16 de marzo. Sin embargo, tenemos algunos indicios de dichas consecuencias.
Sin embargo, según una encuesta realizada por la Cámara Costarricense de Restaurantes, entre bares, sodas y restaurantes, unas 121,000 personas habían perdido su empleo al 25 de abril debido a las políticas draconianas impuestas por este gobierno y 8,550 locales habían sido afectados.
A tan solo 15 días del inicio de las políticas de encierro domiciliario (principios de abril), ya las consecuencias económicas se empezaron a manifestar con personas padeciendo hambre porque se han quedado sin empleo y están saturando las centrales telefónicas del IMAS pidiendo ayuda.
Al 4 de mayo, 18.469 trabajadores ya se vieron afectados por la suspensión temporal de sus contratos laborales. Además, a esa fecha estaban pendientes de aprobación, por parte del Ministerio de Trabajo, otras 31.298 solicitudes. Estas solicitudes crecen todos los días. A lo anterior debemos agregar la aprobación de la reducción salarial a 30,880 trabajadores, más 27,245 adicionales que estaban pendientes de aprobación al 4 de mayo.
En total, al 4 de mayo había 49.349 trabajadores formales afectados por las medidas draconianas y 58.543 pendientes de sufrir consecuencias. Esto suma un potencial de 107.892 trabajadores formales afectados.
Según el Banco Central, la producción se contraerá en 3.6% en el 2020 como consecuencia de las medidas draconianas.
Tengamos presente que el covid-19 no causa ni desempleo, ni contracción económica, ni cierre de negocios. Solo el gobierno ha cerrado negocios y limitado el comercio y con ello será el único responsable de la caída de la producción y el aumento de la tasa de desempleo y la pobreza. La cuarentena debe ser una opción del ciudadano, no una imposición.
4. Retrasa la inmunidad del rebaño.
Otra consecuencia negativa de la cuarentena es que reduce la velocidad de contagio y con ello se prolonga el tiempo que tome el desarrollo de la inmunidad del rebaño. Una persona que se contagia del SARS-Cov-2 enfrenta dos únicos desenlaces. La persona muere o bien se recupera gracias a su sistema inmunológico que desarrolla las defensas necesarias ante el virus y lo mata. Se supone que una persona, una vez recuperada, ya no se vuelve a enfermar porque ya su cuerpo está “vacunado”.
5. Produce enfermedades sicológicas.
Otra grave consecuencia de “quedarse en casa” de manera obligatoria, es que esto produce estrés y acentúa enfermedades sicológicas asociadas con el aislamiento. En algunos países, los casos de jóvenes con ideas de suicidio se han incrementado de manera alarmante durante esta cuarentena coercitiva.
¡El aislamiento enferma!
6. Deteriora las finanzas del sistema de salud.
Irónicamente, los gobiernos justifican las medidas draconianas para evitar el colapso de los sistemas de salud. Sin embargo, el abuso de la política “quédate en casa” que está imponiendo el Gobierno de Costa Rica es como un “disparo al corazón” a nuestro sistema de salud. La destrucción adrede e innecesario del aparato productivo está desfinanciándolo. Según una nota periodística, la CCSS proyecta un impacto de ₡757.000 millones como consecuencia de la cuarentena coercitiva. Eso equivale a un 14% de su presupuesto inicial para el 2020 y un 2% del PIB aproximadamente. Las medidas draconianas, cuyo fin era evitar la saturación de nuestro sistema de salud, están destrozando su capacidad de respuesta.
¡Vaya ironía!
Habría resultado mucho mejor política pública si desde febrero del 2020 el gobierno hubiese concentrado sus esfuerzos en aumentar la capacidad instalada en los hospitales para poder atender la pandemia sin necesidad de recurrir a la cuarentena coercitiva.
7. Fomenta la violación de libertades individuales.
Por último, pero no menos importante, la pandemia del covid-19 se presta para que los gobernantes con aires de tiranos se aprovechen de la situación, declaren emergencia nacional, gobiernen por decreto y empiecen a violar, de manera arbitraria, las libertades individuales y económicas. Es el caso de Hungría, donde, el Primer Ministro Viktor Orbam, no oculta sus intenciones de convertirse en dictador y ha decretado emergencia nacional con el fin de poder gobernar por decreto, pasando por encima del poder legislativo.
Como bien dice el máximo epidemiólogo sueco Johan Giesecke, muchas de las medidas de la cuarentena no tienen fundamento científico alguno sino político.
El pasado mes de abril, en un manifiesto de la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), se denuncia como muchos gobiernos latinoamericanos están usando la pandemia del COVID-19 como pretexto para implementar el autoritarismo. El FIL está liderado por Mario Vargas Llosa, galardonado con el premio Nobel de Literatura. El manifiesto está firmado por varios expresidentes de América Latina y líderes de opinión.
El documento afirma:
“Mientras los empleados de la sanidad pública y privada combaten el coronavirus valerosamente, muchos gobiernos toman medidas que restringen indefinidamente libertades y derechos básicos. En lugar de algunas entendibles restricciones a la libertad, en varios países impera un confinamiento con mínimas excepciones, la imposibilidad de trabajar y producir, y la manipulación informativa. ... Algunos gobiernos han identificado una oportunidad para arrogarse un poder desmedido.”
El COVID-19 no es el responsable de la contracción económica; el gobierno sí.
Es un error creer que el covid-19 causa desempleo, crisis económica, aumento de la violencia doméstica, repunte del abuso infantil, deterioro de las finanzas de nuestro sistema de salud, debilitamiento de las instituciones democráticas, pérdida de las libertades individuales y aumento de las enfermedades mentales. Son las políticas impulsadas por el gobierno de cuarentena coercitiva lo que está causando todos los daños arriba mencionados. El gobierno es el único responsable de los despidos masivos, la quiebra miríada de negocios, la subida en el número de violencia doméstica y la pérdida de las libertades individuales.
Por tanto, es demagógica la frase del ministro de Salud de Costa Rica cuando afirma, en defensa de las medidas draconianas: “La vida de ninguna persona puede estar por debajo de una transacción comercial” porque la cuarentena está costando vidas, está incrementando el abuso infantil, la violencia doméstica y el deterioro de la salud de quienes ven postergadas sus cirugías, sus citas médicas o sus trasplantes. Es decir, los costos de la cuarentena coercitiva van mucho más allá de lo económico e incluye atentados contra la vida.
Enfrentamos al SARS-Cov-2 de manera inteligente
El gobierno de Costa Rica ha implementado una medicina que claramente ha resultado peor que la enfermedad. Si bien a principios de marzo, dada la incertidumbre, se podría haber justificado la cuarentena, con los datos recientes la misma no se justifica.
El éxito ideal contra el covid-19 debió consistir en haber desarrollado un sistema de salud con la capacidad de atender a todos quienes lo necesiten, sin necesidad de paralizar la producción nacional.
Sin embargo, dada la ineficiencia de salud pública, la situación ideal no fue posible.
La solución es enfrentar el SARS-CoV-2, no esconderse, tal y como ha hecho la humanidad con todos los virus, bacterias y enfermedades que han circulado por miles de años. Es importante entender que, como bien dijo el director ejecutivo de la OMS para emergencias de salud, Michael Ryan, “el virus puede ser que nunca se vaya”
Para enfrentar al COVID-19 se necesita de una política que sea viable en el largo plazo mientras se desarrolla la vacuna. Encerrar tiránicamente al país mientras de descubre la vacuna no es solución. Es necesario, por tanto, recurrir a la inmunidad de rebaño para volver a la normalidad.
El objetivo de la cuarentena es evitar la saturación de los sistemas de salud y, además, ganar tiempo con el fin de incrementar la capacidad del número de pacientes que puede atender el sistema de salud. La cuarentena nunca puede ser un fin per se.
No hay nada que le haya impedido al gobierno haber invertido fuertemente, desde principios de marzo, en el sistema de salud para mejorar la respuesta frente al COVID-19 y con ello haber levantado la cuarentena lo antes posible. El gobierno fácilmente pudo haber redistribuido el presupuesto de la República o bien haber realizado alianzas con el sector privado, tal y como lo han hecho otros países.
Esta debió haber sido la prioridad del gobierno de Costa Rica, no la cuarentena ni las políticas draconianas.
La estrategia inteligente es focalizar el aislamiento, no generalizarlo. Desde hace semanas, se tiene certeza de cuáles son los grupos que presentan mayor riesgo de muerte si llegasen a contagiarse con el SARS-Cov-2. Por tanto, es un abuso, encerrar con políticas tiránicas a los grupos de bajo riesgo y prohibirles a éstos continuar con sus vidas de manera normal. Lo correcto es realizar cuarentena solo con los grupos de alto riesgo.
La velocidad del levantamiento de la cuarentena depende del porcentaje de la población que ya ha sido contagiada con el virus. Cuanto mayor sea la inmunidad de rebaño, menos necesitaríamos de cuarentena y menor el riesgo de saturar nuestros sistemas de salud. Para ello es necesario realizar pruebas masivas para determinar el número real de contagiados y cuantos se han curado sin necesidad de atención médica.
Por último, y no por ello menos importante, la cuarentena debe ser una opción del ciudadano, no una imposición. El gobierno debe sugerir que las personas se queden en casa, pero no imponerlo. El gobierno debe respetar que somos adultos y seres libres. Cada uno sabrá si necesita salir o si puede quedarse en casa. Esto fue la base del sistema sueco y quien Michael J. Ryan de la OMS no solo elogió, sino que manifestó que debe ser el modelo a seguir para las futuras pandemias.
Es necesario enfatizar que es imperativo levantar toda medida de cuarentena que no tiene fundamento científico como lo es cierre de playas, restricción vehicular y cierre de negocios.
La cuarentena tiene costos altísimos; no solo está destrozando el aparato económico, sino que, además, está deteriorando la salud de toda la población como bien expliqué antes. Las cifras actuales no justifican las medidas draconianas impuestas por el gobierno.
Como bien dijo John P.A. Ioannidis , “el COVID-19 se le ha llamado la pandemia del siglo, pero bien puede el fiasco del siglo”. ¡Detengamos este fiasco YA!