Costa Rica, como nación independiente, no existió antes de 1838. En 1821 Costa Rica era una provincia de la Capitanía General de Guatemala. Esta última, no la provincia de Costa Rica, es la que se independiza de la monarquía española.
A partir de 1824 Costa Rica formó parte de la República Federal de Centroamérica. Aquí fuimos un Estado de la misma manera que Florida es un Estado de los EE. UU.; es decir, no éramos tampoco una nación independiente ni soberana.
Sería más apropiado que la independencia de Costa Rica se fijara el 15 de noviembre de 1838 porque en esa fecha Costa Rica se separa de manera definitiva de la República Federal de Centroamérica y se proclama estado libre, soberano e independiente.
El 31 de agosto de 1848 se promulga una nueva constitución en la que declaró a Costa Rica como nación soberana e independiente de cualquier otro estado, nombrándola definitivamente como República de Costa Rica.
Si, por ejemplo, el estado de Florida se independizara en el 2021 de los EE. UU. sería absurdo que en el 2022 celebraran el año 1776 como su fecha de independencia. De igual manera, no tiene sentido fijar 1821 como la fecha de independencia de Costa Rica.
En la educación pública nunca nos dicen que el pueblo siempre ha sido, y sigue siendo, esclavo de alguna autoridad política; sea en 1821, 1838 o el 2021. El pueblo nunca se ha independizado de sus gobernantes. El pueblo sigue siendo siervo menguado pagando impuestos y el gobernante sigue tratando como esclavo a su pueblo porque dispone de su vida, su ingreso y su propiedad.
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No es libre aquel que vive bajo restricciones sanitarias, ni el que tiene que pedirle permiso al gobernante para trabajar, ni aquel que paga el 58% de impuestos sobre las ganancias, ni es libre aquel que va preso si no paga impuestos, ni son libres los ciudadanos donde hay más de 330 entidades públicas que determinan, según el gobernante, cada aspecto de su vida laboral, patrimonial o personal.
Quienes se independizaron fueron los políticos costarricenses de turno que ya no volverían a pagar tributos a España, sino que ahora serían ellos los que administrarían, para ellos mismos, los impuestos que recauden.
Quien es libre, es dueño absoluto tanto de su ingreso como de su propiedad honestamente adquirida y, por tanto, tiene el derecho inalienable para comerciar, trabajar, comprar, vender, alquilar, empeñar, asegurar, prestar, producir, importar, exportar, intercambiar, regalar, recibir, y heredar, sin restricción de ningún tipo por parte del gobernante (incluyendo permisos, cuotas, licencias o patentes). Quien es libre, puede realizar todo tipo de transacción honesta, sin que intervenga el gobierno, con cualquier otro ser humano sin importar nacionalidad, género, credo religioso, etc.
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¡Donde hay libertad, no hay restricción a la libertad económica!
En fin, ser libre no se trata de cambiar de amo foráneo por uno local. Ser libre se trata de no tener amo.