El 25 de febrero del presente año la calificadora de riesgo Fitch Ratings revisó la perspectiva de Costa Rica de estable a positiva, y mantuvo la calificación de la deuda soberana de largo plazo en BB. Esta revisión a positiva de la perspectiva indica que Fitch ve mejoras en la capacidad de pago del gobierno para hacer frente a la deuda soberana, y sugiere una probabilidad de una mejora en la calificación en el futuro.
Fitch Ratings clasifica la deuda en dos grandes categorías: grado de inversión y grado especulativo. Las calificaciones AAA, AA, A y BBB caen bajo la categoría de “grado de inversión”. El resto (BB, B, CCC, CC, C, RD y D) se agrupan dentro de “grado especulativo”.
La deuda soberana de Costa Rica tiene clasificación BB que cae dentro del grado especulativo. Es decir, con la clasificación BB no hay nada que celebrar. Según el portal de Fitch Ratings: “Las calificaciones ‘BB’ indican una vulnerabilidad elevada al riesgo de incumplimiento, particularmente en el caso de cambios adversos en las condiciones comerciales o económicas a lo largo del tiempo. Sin embargo, existe flexibilidad comercial o financiera que respalda el servicio de los compromisos financieros”. (Subrayado de mi parte)
Según Fitch Ratings, la mejora en la perspectiva obedece a un crecimiento económico robusto, mejoras en la posición externa, la caída en la relación deuda/PIB y por continuos superávits primarios, a pesar de desmejoras en la situación fiscal.
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Debemos ser cautelosos ante la mejora en la relación deuda/PIB porque esta se debió al maquillaje financiero. El porcentaje cayó, no porque haya disminuido el saldo de la deuda externa en dólares, sino porque esta deuda se valora en colones. Dado la caída del tipo de cambio, la deuda cae abruptamente al pasar su valor de dólares a colones. La realidad es que el saldo de la deuda soberana en moneda extranjera ha estado subiendo de manera alarmante.
Fitch Ratings reconoce que el superávit primario del 2024 se ha reducido con relación al 2023 y que el déficit fiscal se deterioró en el 2024 con relación al 2023. Sin embargo, el cambio de perspectiva obedece que Fitch está apostando a que estos indicadores mejoren en el 2025 sin dar mayores argumentos. Tomemos en cuenta que el 2025 es un año electoral donde lo normal es que se incremente el gasto público. Además, al caer la deuda/PIB por debajo del 60%, dada la Ley del Plan Fiscal, ya el gobierno tiene luz verde para acelerar el gasto. Fitch reconoce que el gasto público ha estado creciendo en mayor proporción a los ingresos. Sin embargo, por alguna razón mágica cree que eso se revertirá en el 2025.
Fitch Ratings también mejoró la perspectiva debido a la mejora en la posición externa de la economía tomando en cuenta el crecimiento de las zonas francas, el turismo y las reservas monetarias. Lamentablemente, y muy probable debido a la apreciación del colón, las zonas francas y el turismo perdieron mucho dinamismo en el 2024 y queda por verse el impacto que la apreciación del colón tendrá en el 2025 en estos sectores. Lo cierto es que el optimismo de Fitch parece excesivo al no tomar en cuenta el impacto de la apreciación del colón en la posición externa.

Por otra parte, una calificadora de riesgo solo mide la capacidad de pago de la deuda soberana. La calificadora de riesgo no mide la calidad del gasto público. Es decir, a las calificadoras de riesgo les es indiferente si, por ejemplo, el superávit primario se logra como consecuencia de una reducción significativa del gasto social, como en educación, gasto en seguridad, construcción de hospitales o desarrollo de infraestructura. Las calificadoras de riesgo solo miden la capacidad del gobierno para honrar la deuda externa, aunque sea a costa del deterioro de indicadores sociales.
Para el ciudadano costarricense la mejora en la perspectiva o calificación de la deuda soberana no significa ningún beneficio. Esta mejora no reduce el desempleo, ni reduce las listas de espera de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), ni acelera el crecimiento económico, ni reduce la pobreza, tampoco reduce la tasa de homicidios, ni incentiva la inversión, ni mejora la educación, ni mejora el estado de nuestras calles, ni promueve la innovación, ni baja la informalidad, ni reduce el altísimo costo de vida del costarricense, ni nada.
El único beneficio de una mejora en la calificación es que le permitiría al gobierno colocar nueva deuda a una menor tasa de interés. Sin embargo, la tasa siempre sería relativamente alta porque la deuda soberana sigue con calificación de grado especulativo. Es decir, la mejora en la calificación solo beneficiaría a los gobernantes con intenciones a seguir aumentando el nivel de endeudamiento público.