Hace unos añitos (no pregunten cuántos…) y en el siglo pasado, llevé un curso de diseño gráfico. Eso que uno mete la cuchara en todo lado. Trabajaba en cooperativas y luego en una ONG que atendía microempresas de sobrevivencia de los Barrios del Sur.
Necesitaba desarrollar mis habilidades para materiales impresos (boletines, afiches, brochures y otros) dirigidos a los públicos metas en esas entidades.
El profesor nos enseñaba a diseñar con lo usual en la época: un lápiz, papel, alguna regla para trazar líneas y medir. Tenía de esas mesas inclinadas que usaban los ingenieros y los dibujantes de arquitectura. ¿Qué se pedía?
Aparte de la disposición y “vocación”, la habilidad básica era saber dibujar a mano, conocer la técnica de disposición de imágenes y textos (la S), y algunas nociones de creatividad. Solo que ya existían programas informáticos, como el Page Maker (que Adobe dejó de desarrollar en 2004) y luego QuarkXPress, Ventura, Illustrator y Photoshop del mismo Adobe.
Más tarde llegaron otras herramientas: diseño 3D, plataformas colaborativas y automatización de tareas repetitivas. ¿Qué se pide hoy? En LinkedIn veo un anuncio de empleo para diseñador gráfico.
Veamos las funciones: diseño de material gráfico, grabación y edición de vídeos, creación y edición de animaciones, conocimiento en fotografía. Y los requisitos: formación académica en diseño gráfico, conocimiento y experiencia con Adobe Premier y hasta licencia de conducir.
Otra empresa establece, para el mismo puesto, un total de 11 funciones “básicas”, tales como crear visualizaciones, gestionar proyectos, establecer la dirección creativa y crear materiales para medios digitales e impresos. ¿Requisitos?
Vean lo que piden: inglés, dominio de Adobe Suite, Canva, Sketch o equivalentes, dominio de herramientas de modelado (3D y renderizado 3D como Maya, Berner, AutoCAD, ZBrush o equivalentes), conocimiento práctico de CSS3 y HTML5, WordPress y sistemas de gestión de contenidos, y “conocimiento de maquetación, fundamentos gráficos, tipografía, impresión y web”. Entre otros.
Para quien no conozca de estos programas la situación es difícil. Probablemente llene bien la casilla de experiencia. Pero, si se mantiene en una empresa donde piden este tipo de habilidades, podría tener dificultades, menor productividad y sus mismos compañeros y jefes empezarán a dejarlo de lado. Tendrá que capacitarse aceleradamente.
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La capacitación no le borrará el estrés, la inseguridad y saber que tiene ese pecadillo laboral hasta que demuestre que superó las limitaciones iniciales y, en especial, que tiene una alta adaptación al cambio. En guerra avisada…
Solo que el aviso se viene dando desde hace años. Un estudio de Ivie y la Fundación BBVA, en España, encontró que quienes cuentan con altas competencias digitales ganan 65% más que otras personas. ¿Y en Costa Rica?
El estudio no dice nada de América Latina ni de Costa Rica, pero aquí hay una asimetría en cambio digital, productividad, empleo y salarios similar a la que tenemos entre los regímenes especiales y en el régimen definitivo. Una ojeada a las estadísticas de ingresos da una pincelada.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) los ingresos en puestos de profesionales son casi de ¢1,2 millones; los técnicos y profesionales de nivel medio andan por unos ¢651.000 en promedio; y los trabajadores de apoyo administrativos ganan un promedio ¢504.000. ¿Ven las brechas?
La asimetría es mayor con los trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados, agricultores y trabajadores calificados agropecuarios, forestales y pesqueros, oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y de otros oficios, operadores de instalaciones y máquinas y ensambladores, y ocupaciones elementales no más de ¢392.884.
Para acceder a los primeros se requiere avanzar en los diferentes niveles educativos y, como sabemos, hay una brecha ahí.
La llegada de la inteligencia artificial
Y ahora, aunque usted sea profesional, hay que ponerse las pilas pues la inteligencia artificial lo está cambiando todo y rápidamente desctualiza nuestro quehacer.
En la reciente compra de Interpublic por Omnicom, que crea un gigante mayor en publicidad, las palabras “inteligencia artificial” fueron mencionadas ocho veces para convencer a los inversionistas. En contraste, la palabra “creatividad” solo se dijo una vez.
“La forma en que se presentó el posible acuerdo de $30.000 millones destaca la aceptación de los datos y la tecnología por parte de la industria publicitaria”, dijo The Wall Street Journal.
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El estudio de Ive y BBVA destaca que la digitalización (con la inteligencia artificial, el big data y la hiperconectividad) llevan a la automatización de tareas y a la creación de empleos especializados.
Pero se requieren colaboradores con competencias digitales, incluyendo las habilidades técnicas y la capacidad de integrar tecnologías en procesos tradicionales. “La falta de preparación en estas áreas sigue siendo un desafío en España y Europa”, advierte el informe. Si eso pasa allá, imagínese cómo andaremos por acá.
Más si se tiene en cuenta que, en el futuro próximo, el 90% de los empleos futuros requieren competencias digitales.
La brecha es llamativa: en Europa, el 43% de la población no cuenta con competencias digitales básicas. En Costa Rica el 70% de los empleadores tiene dificultades para encontrar el talento que necesitan, repite Manpower Group.
La demanda digital es pareja: la industria de tecnologías de información y comunicaciones demandan perfiles especializados que les cuesta obtener, mientras que otras industrias enfrentan barreras en la adopción tecnológica. El impacto se siente en el empleo ya.
Como vimos hace unos meses, los informáticos que son desplazados de sus empleos son aquellos que no tienen competencias en inteligencia artificial, al tiempo que aumenta la demanda y los empleos en informática con conocimientos, habilidades y destrezas de inteligencia artificial.
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¿Y de qué se habla cuando se habla de competencias digitalizadas? Son habilidades tradicionales transformadas por la tecnología.
Por ejemplo, el análisis de datos, la gestión de proyectos o la comunicación. Piense en lo que hoy usted hace en su trabajo: ya requiere equipos y sistemas informáticos y, si los tiene, de herramientas de inteligencia artificial, además.
De hecho, el estudio señala que se requieren adaptaciones digitales específicas. Veamos el caso de las herramientas colaborativas.
¿Recuerda cuando surgió Teams, Zoom o Google Meet? Hace menos de cinco años. Seguro las sabe usar con los ojos cerrados en la actualidad. Incluso en la pandemia se aprovecharon para realizar fiestas y celebraciones virtuales: cada persona en su casa, con su bebida y su bocadillo favoritos, cantando y hasta bailando.
Saber usarlas no es suficiente hoy, empero. Ahora Copilot le da nuevas facilidades a Teams que hay que volver a aprender.
“Las competencias evolucionan rápidamente”. Suena a estribillo.
Teams, que sustituyó a Skype como una herramienta de reuniones o llamadas virtuales, ahora hace un resumen de los puntos clave de una reunión, sugiere acciones y ayuda a identificar los pasos siguientes, apoyándose en Copilot.
Y en llamadas, con Copilot se pueden automatizar las tareas administrativas, tales como capturar puntos clave, responsables de tareas y próximos pasos. Solo que hay que aprender a usarlo.
En ese aprendizaje de competencias digitales, por cierto, se debe incluir cómo evitar el estrés tecnológico y la fatiga digital. A esto se agrega otro factor.
Las mismas herramientas de inteligencia artificial están cambiando aceleradamente. Ayer, mientras andaba haciendo unos mandados, me llegó un correo de Google (seguro que lo recibieron otras personas) sobre las novedades de Gemini.
El correo indicaba como novedades de esta herramienta de inteligencia artificial: las conversaciones usando la voz y un modelo que convierte el texto a imagen para crear ilustraciones “con mejores detalles, con una iluminación más rica y con efectos visuales realistas en varios estilos”.
Ah… y eso se puede usar desde el móvil.
En el curso de diseño gráfico que les conté —y que no concluí porque era demasiado atrasado en ese momento— no se tenía idea de lo rápido que todo cambiaría. Al final, hoy me apoyo en las nuevas herramientas.
De hecho con el ChatGPT, que se apoya en DALL-E, “hicimos” la imagen principal de este post.