Usted va al supermercado o a un restaurante y notará que algunos están apuntados con los cambios tecnológicos y de reglamentos que se están aplicando a las tarjetas de débito y de crédito.
Algunos, porque hay montones de negocios que parecen atascados, una señal que todos los clientes pueden tomar en cuenta sobre la capacidad empresarial para estar al día con los avances y las necesidades de los consumidores.
El otro día fui a un supermercado a comprar tres cosillas y al pasar a realizar el pago la cajera me pidió la cédula. El monto no llegaba ni a los ¢5.000.
¿Y cuál es el problema si siempre lo han hecho así?
Pues que ya no hay que firmar los voucher ni presentar la cédula en las compras menores a ¢15.000 cuando se paga con tarjetas que tienen chip o la tecnología de pago sin contacto.
Así lo establece el reglamento del Sistema de Pagos del Banco Central del Banco Central, vigente desde el lunes 14 de mayo anterior cuando fue publicado en La Gaceta.
Es decir, hace casi cuatro meses y algunos negocios ni se dan por enterados.
En el supermercado al que fui tampoco tienen datáfonos habilitados para esta tecnología o para que el sea el mismo cliente el que pase la tarjeta, como ya se está haciendo en otros lugares, incluyendo en una cadena de la competencia.
Y si los tienen, los datáfonos están ubicados tan lejos del cliente que solo el “hombre elástico” de los 4 Fantásticos podría llegarle.
Lo mismo pasa si Usted va a un restaurante.
Como buen paranoico, nunca le doy la tarjeta al mesero a la hora de pagar. Siempre paso a la caja y ahí cancelo.
Pero no importa si pago un casado de ¢3.500 en una soda por la universidad o un platillo en algún restaurante, en algunos hay que entregar la tarjeta a la persona que está en cajas y hay que firmar el voucher.
¿Ha probado decirle a quien está en la caja que ya no hay que firmar compras de menos de ¢15.000?
Te hace cara al estilo “¿De qué me hablas Willis?”
Una compañera de trabajo tuvo que buscar el artículo, a través de su móvil, para enseñarlo a un cajero.
Ni soñar en decirles que envíen el tiquete de caja al correo electrónico y que no gasten papel.
No es que sea ambientalista. Simplemente, si lo envían al correo electrónico puedo revisar el tiquete en mi celular y no ando acumulando papeles.
Es sentido práctico, que dicen –por ser parecido al sentido común– que es de lo que más carecemos.
El Banco Central acaba de publicar que al 30 de junio el 67% de las tarjetas de crédito y el 59% de las de débito ya funcionan con chip y con la tecnología de pago sin contacto (contactless).
Solo los clientes de seis entidades están con tarjetas antiguas de banda magnética, pero deberán actualizarse antes del 31 de diciembre del 2018, según lo establece el reglamento de sistemas de pago emitido en el 2015.
Desde febrero pasado, en el banco me entregaron –como a muchos– la nueva tarjeta con el chip.
Algunos negocios sí tienen problemas, pues su datáfono no tiene la tecnología. Pero son pocos: uno de cada cuatro terminales de punto de venta no tienen contactless, dice el Central.
En las compras mayores a ¢15.000, y tarjetas que utilizan la banda magnética, todavía hay que presentar la cédula y firmar el voucher hasta que se pueda utilizar un PIN o un mecanismo de seguridad biométrica (como el lector de huella digital) de identificación.
Los avances no se quedarán ahí.
El reglamento permite que se pueda pagar también utilizando la billetera electrónica, la pulsera o cualquier artículo que contenga el chip al datáfono o a la terminal de punto de venta.
Y eso que la idea es que en el futuro se pague hasta con el celular mediante el sistema de contactless.
Imaginemos a quienes están en caja cuando Usted vaya a pagar con su móvil. La cara que harán.
¿Habrá que mostrarle el artículo del periódico o la publicación de La Gaceta que lo permite?