Después de toda una semana de teletrabajo, el sábado es el día que “me saco” para almorzar en algún restaurante donde se cumplan todos los protocolos. Como este fin de semana trabajo, caminé al centro de Heredia y, antes de llegar a los Tribunales, ingresé a una sodita.
Había una cliente en una mesa. Escucho que pregunta la dirección de la soda al señor que atiende y hace las veces de cajero. Luego llama a alguien para que le pida un Uber.
Cuando está en la caja cancelando su cuenta, el celular suena. Vuelvo a ver que está sobre su mesa. Es un buen móvil, al menos uno de los últimos modelos de una marca reconocida.
De lo que conversan también me entero, pues la cliente habla sin percatarse de nada.
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En lo que ella sale, entra una pareja que se sienta en una mesa ubicada en otra esquina de la soda.
—¿Desde hace cuánto tiene esta soda?— pregunta la señora que acaba de ingresar.
—Hace tres meses— responde el señor que atiende y hace las veces de cajero.
Cierto. Antes ese local lo ocupaba una boutique. Recuerdo cuando la cerraron y la desocuparon en la época más dura el confinamiento, colocaron el letrero de alquiler y después abrieron la soda.
Era una apuesta arriesgada, por lo que estaba pasando, e inteligente: cerca están los Tribunales de Justicia, oficinas de abogados y muchos otros comercios, en una zona donde casi no hay oferta de buenos restaurantes y sodas.
—¿Hace tres meses! ¿Y cómo les ha ido?
—Muy bien.
El local es bonito. El casado que me comí estuvo muy bien. Ofrecen buen café, bocadillos y postres muy llamativos. La atención también es esmerada. Me gustó.
Cuando paso a la caja, el señor confirma la cuenta en la computadora y acerca el datafóno. Afuera vi a un motociclista de entregas de pedidos o delivery. ¿También tienen ese servicio? No pregunté.
De regreso a casa, reviso las redes sociales, tanto por adicción como para chequear qué está pasando en un tiempo donde ocurre cualquier cosa.
En LinkedIn veo a alguien que pide ayuda con desesperación para un trabajo. He visto otros con el hashtag de talento en busca de una oportunidad. ¿Cuáles son sus probabilidades?
El futuro del trabajo después de la pandemia va de la mano del futuro del cambio digital en las empresas. Un reporte de IBM indica que la mayoría de los 3.000 altos ejecutivos a nivel global esperan que la tecnología (computación en la nube, Internet de las cosas e inteligencia artificial) haga a sus compañías más ágiles y flexibles, después de lo ocurrido en 2020. Empero ven desafíos en ciberseguridad, innovación, liderazgo y en la disponibilidad de talento con las competencias requeridas.
Los ejecutivos, según otro informe de riesgos en el 2021 del Foro Económico Mundial, ven varios peligros inmediatos: una recesión global prolongada, cambios abruptos en los mercados, desempleo y profundización de la brecha digital. ¿Y por qué esta última es de su interés?
La brecha digital va más allá de tener acceso a la computación e Internet. Abarca las habilidades para ventas en línea, así como para gestión y análisis de datos. Todo esto tiene cada vez más relación los negocios y el empleo, pues las competencias tecnológicas están condicionando buena parte de las posibilidades de crear un emprendimiento, obtener o retener un puesto y mantener la vigencia en el mercado.
¿Es igual en los trabajos de alta demanda?
Según un reporte de enero anterior de Linkedin, los trabajos de más rápido crecimiento en 2021 son:
—Profesionales relacionados con comercio electrónico: se incluyen desde conductores para entregas hasta especialistas en logística y cadena de suministros, servicio al cliente, personal para recibir los pedidos y preparar los paquetes.
—Expertos en préstamos hipotecarios: agentes de bienes raíces, de seguros y de préstamos hipotecarios para atender la creciente demanda de viviendas fuera de centros de ciudades para personas que trabajan en forma remota.
—Personal de apoyo sanitario: asistentes de atención médica, técnicos de farmacia, asistentes dentales y de salud en el hogar.
—Profesional de ventas y desarrollo empresarial: consultores, asistentes, especialistas y asesores estratégicos de ventas.
—Expertos en diversidad en el lugar del trabajo: gerentes, oficiales, jefes y coordinadores para desarrollar programas de diversidad en las empresas, dada las demandas de equidad de género y racial al interior de las compañías y en el mercado.
Otro reporte de mediados de enero anterior de la misma Lindedin presenta un ranking de los trabajos con más demanda:
1. Ingeniero de software.
2. Ventas.
3. Especialista en impuestos.
4. Personal médico.
5. Recepcionista.
6. Conductor de servicios de entrega (delivery).
7. “Preparador” de impuestos.
8. Asociado de impuestos.
9. Gerente de proyectos.
10. Programador para desarrollos web de front y back ends.
¿Todas esas ocupaciones están relacionadas con las tendencias empresariales y requieren competencias tecnológicas?
El aumento de la demanda en puestos relacionados con impuestos se debería al cierre fiscal, por lo que sería una situación estacional en EE. UU. Pienso también que en Costa Rica en estos meses se deben presentar las declaraciones de impuestos y en el montón de cambios en materia tributaria que se están dando.
En el caso de las recepcionistas se debería a las posibilidades de reactivación de las empresas.
¿En esos puestos son necesarias las competencias tecnológicas? En la actualidad puestos de recepcionistas, cajeros o conductores para entregas de compras en línea y delivery requieren operar computadoras, móviles y aplicaciones. En ellos, eso podría ser suficiente; en otros puestos, no.
Un informe de Manpower Group dice que, mientras la pandemia afectaba a las industria de turismo, varios sectores (tecnológico, servicios, atención médica, logística y elaboración de alimentos) contrataban personal y tuvieron que hacerlo apoyándose en la tecnología.
Toda la gestión del personal (nuevo y actual) tuvo que digitalizarse, de hecho, y los encargados de recursos humanos —aparte de mantener la atención en la salud de los colaboradores, aplicar nuevos modelos de trabajo y entrenamiento, apoyar roles de liderazgo e impulsar la diversidad, la equidad y la inclusión— se enfocan cada vez más en los datos del talento.
En las ocupaciones donde el manejo de una computadora, un móvil y aplicaciones es insuficiente, las competencias necesarias abarcan:
—Conocimiento y dominio de desarrollo de software.
—Gestión de proyectos y de productos.
—Análisis de datos: big data, ciencia de datos, minería de datos, analítica y visualización.
—Mercadeo digital: generación de contenidos, herramientas (diseño, videos, podcast y otras), storytelling y copywriting (para textos de tiendas en línea, redes sociales y blogs).
LinkedIn recomienda, para varios de esos puestos de alta demanda, llevar cursos de Python para ciencia de datos, fundamentos de programación (diseño orientado a objetos y algoritmos), Scrum, PMI, SQL, ciencia de datos y analítica, marketing digital y Six Sigma.
Ya no estamos en la época donde se requería un curso sobre cómo vender, hacerse amigo y sonreír y andar con un maletín tipo portafolio para llevar material promocional, el bloc de contratos, el papel carbón para que saliera la copia y varios lapiceros (por si, cuando al fin convencía a un cliente, se quedaba sin tinta).
¿Quienes publicaron sus anuncios en LinkedIn de que necesitaban empleo tienen esas competencias? Adivinen.
Ahora imaginen que van a contratar a alguien que llama a otra persona para que le envíe un Uber, aunque tiene un chuzo de celular y la edad para hacerlo. Probablemente en ningún trabajo requerirá una habilidad así, pero no tenerla dice tanto como no actualizarse.