La Ley de Baldrige manda que si supiéramos en qué nos estamos metiendo, no nos meteriamos en nada. Y no valen restricciones, aunque en materia de empleo no hay opciones como no las hubo en la pandemia
En estos días leí dos interesantes informes, uno de la PwC y otro de McKinsey, que nos dan una idea de lo ocurrido en casi 16 meses de pandemia y que pueden dar luces de lo que ocurrirá después, en especial sobre quiénes deberán duplicar esfuerzos para seguir vigentes en el nuevo mundo laboral.
Antes de la pandemia era inimaginable anticipar el salto en el trabajo remoto de las empresas tanto como era impensable una Copa América de fútbol, como la que se realiza en Brasil actualmente, sin aficionados en las gradas de los estadios.
Al leer ambos reportes es inevitable insistir en el “antes de la pandemia”, pues es la única forma de dar cuenta y tener bien claro el cambio ocurrido.
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¿Se mantendrá el teletrabajo?
Cuando hablabamos de teletrabajo antes de la pandemia era con relativa timidez. Había una ley, que algunas empresas locales empezaban a aplicar con poca convicción, mientras buena parte de los trabajadores miraban de reojo cómo era el trabajo remoto en las multinacionales, donde se ofrecía como parte del paquete de beneficios para atraer y contratar colaboradores más que como una modalidad normal de operación, con unas escasas excepciones.
“En el país se venía gestando el teletrabajo”, afirmó Victoria Scott, gerente de compensación y beneficios de PwC.
Vamos al cliché: la pandemia cambió eso. Ante el confinamiento y la paralización económica de marzo y abril de 2020 se implementaron diferentes medidas (suspensiones totales o parciales de jornadas y despidos) y, para mantener operaciones, se envió a los puestos teletrabajables a realizar sus tareas desde la casa.
Todavía este año se mantiene buena parte de eso. El informe de PwC, que realizó un sondeo entre 118 empresas locales entre febrero y marzo de 2021, indica que el 85% de las compañías han mantenido la modalidad del trabajo remoto y en porciones considerables de sus planillas.
De ellas:
—El 29% de las empresas mantenía el 80% o más de la planilla en forma remota.
—El 52% tenían entre el 20% y 80% de sus planillas fuera de oficinas.
—El 19% tenía menos del 20% del personal en teletrabajo.
La aplicación depende de las necesidades en cada sector, empresa, departamento y hasta por puesto.
Casi un cuarto de las empresas brindaron algún beneficio adicional a los teletrabajadores: entrega de productos de la empresa a domicilio (28%), actividades virtuales de entretenimiento (19%) o de wellness como yoga, zumba o baile (15%), de atención psicológica y salud mental (14%), flexibilidad de horario para que padres ayuden en estudio de hijos (12%) y reconocimiento de desempeño (12%).
El sondeo de PwC reveló que el 44% de las compañías brinda un subsidio en el pago de Internet. También se dieron otros beneficios: subsidio en compra de equipo de computación e inmobiliario (30%), alimentación (asesoría de nutricionistas, 18%) y electricidad (4%).
Scott sostiene que las empresas adoptaron una actitud positiva y la transición se realizó en forma natural, pese a la situación de urgencia por la emergencia sanitaria y a la crisis económica.
¿Qué ocurrirá después de la pandemia? A nivel global, McKinsey indica que el trabajo remoto —en puestos teletrabajables y donde no se afecta la productividad de las empresas— se mantendría hasta en el 25% de la fuerza laboral, de tres a cinco días a la semana. Esto sería cuatro o cinco veces más que antes del Covid-19.
Victoria Scott, de PwC, considera que en el país probablemente ocurra una mezcla de trabajo presencial y teletrabajo, pues no será necesario mantener labores remotas en todos los puestos. Las empresas que requieren captar talento en diferentes zonas alejadas sí aplicarán el trabajo remoto.
Dependerá de la situación personal, también. Hay colaboradores que desean regresar a la oficina y otros que preferirán la modalidad remota. Estos últimos requerirán que las empresas sean flexibles, que sus líderes den un salto mental y cultural.
Claramente, en Costa Rica aumentan los colaboradores que son nómadas digitales y tienen compromiso, disciplina, responsabilidad y capacidad para desempeñarse en forma independiente aprovechando las herramientas tecnológicas disponibles.
“Hay diferentes formas para trabajar. El reto es encontrar las habilidades e identificar cuáles personas podrán hacerlo. Las empresas deben redefinir sus estrategias”, dijo Scott.
Dos destinos
Antes de 2020 se estimaba que solamente el 6% de los trabajadores necesitaría encontrar otra ocupación debido al cambio digital en las empresas y en el empleo. Otra vez: con la pandemia eso se aceleró, amentó y se profundizó. “Más de cien millones de trabajadores necesitarán encontrar una ocupación diferente para el 2030”, advierte el reporte de McKinsey.
El cambio se daría más en puestos con altos niveles de proximidad física: cuidados médicos (87 de probabilidades de un total de 100), cuidado personal (83), ventas y atención al público en tiendas físicas, bancos y otros sitios (76), y viajes y ocio, incluyendo restaurantes, hoteles y aeropuertos (75).
Lo mismo ocurriría en cuidado de personas mayores o enfermas (70), manufactura (70), oficinistas y otros puestos que trabajan con computadoras, como administradores y contadores (68), entrenamiento y docencia (68), transporte de alimentos (58) y producción agrícola y empleos en exteriores en reparación y mantenimiento, incluyendo construcción (54).
Los puestos y colaboradores más afectados serán los menos calificados, al tiempo que aumenta la demanda de personal con competencias en ciencia, ingeniería, tecnología y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
Por ejemplo, un docente que no tenga competencias para utilizar plataformas de educación virtual y conocimientos, destrezas y habilidades pedagógicas y didácticas para asegurar procesos de aprendizaje a distancia serían sustituidos por quienes sí tengan esas competencias.
Localmente la Cámara de Comercio estima que la actividad de este sector recuperará los niveles que existían antes de marzo de 2020, pero no será igual en el empleo. Algunos negocios, cuyas historias hemos contado recientemente aquí en EF, desplazaron personal de la atención presencial a la atención de las ventas en línea y hay muchos otros probando nuevos modelos de negocios.
El informe de McKinsey recalca que las empresas descubrieron e identificaron cuáles actividades se podrán hacer en forma virtual: negociaciones, decisiones comerciales críticas, sesiones de intercambio de ideas o de entrenamiento y actualización, trabajo cotidiano y atención de clientes. Elija cómo y dónde hacerlas: desde la oficina, la casa, una cafetería o frente a la playa. ¿Es necesario hacerlo en la oficina? ¿Es necesario hacer un viaje de negocios? Y no solo es por el ahorro en costos.
Parte de los cambios se debe al rediseño de los procesos. Si antes de la pandemia alguien sugería hacer las cosas de una forma distinta y las mismas empresas no veían estratégico ni necesario la venta en línea, incluyendo el delivery, el confinamiento obligó a hacerlo. Conforme aumentó la demanda en línea, muchas empresas y entidades financieras, por ejemplo, tuvieron que correr para implementar plataformas basadas en las nuevas tecnologías.
Los cambios serán más pronunciados y acelerados en el mundo laboral pospandemia.
El primero: disminuyen los requerimientos en habilidades cognitivas básicas y para trabajos físicos y manuales, lo que afecta a los empleos de menores salarios que ocupan tales competencias en la mitad o más de la jornada de trabajo.
El segundo: aumentan los requerimientos en habilidades blandas y tecnológicas en puestos intermedios y altos, donde esas competencias ocupan el 80% del tiempo.
Las diferencias no son únicamente esas.
Las personas sin título universitario requerirán el doble de esfuerzo para realizar la transición hacia los nuevos empleos y las mujeres se verán obligadas a realizar un esfuerzo cuatro veces mayores que los hombres, indica McKinsey. Las desigualdades que ya existían y que se profundizaron con la pandemia explican la diferencia.
¿Vieron en qué estamos metidos?