El domingo 5 de mayo culminó el proceso electoral panameño, de poca cobertura mediática en Costa Rica. Era de esperarse puesto que, luego de un pasado dictatorial (Noriega), los canaleros entraron en la normalidad democrática electoral repetidas veces, y con las turbulencias propias de la democracia, viven en estabilidad y progreso económico.
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Pero la política panameña debe importarnos y mucho. El límite fronterizo con un país pacífico, cuya prosperidad no genera problemas hacia el norte, constituye una ventaja para Costa Rica. Más aún si a lo anterior se suma la complementariedad de ambas economías: fabricamos, sembramos o criamos aquello que Panamá no produce. En el 2018, Costa Rica exportó más de $600 millones hacia el vecino del sur.
Comercio
En declaraciones a la prensa internacional, el candidato ganador Laurentino Cortizo, sugirió una posible afectación de esa relación comercial. Recordemos que en las recientes y disputadas elecciones triunfó el tradicional Partido Revolucionario Democrático (33 %), cayó el partido de gobierno (10,6 %), persistió Cambio Democrático (31%) —partido del encarcelado expresidente Martinelli—, y apareció un independiente, Ricardo Lombana (19 %).
Al referirse a sus relaciones regionales, Cortizo manifestó: “Hay algunos tratados de libre comercio que queremos revisar, los de Centroamérica, especialmente en el tema agropecuario; vamos a solicitarlo en un par de tratados".
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Aunque no entró en detalles, el tema está por dirimirse y constituye un importante aviso para que nuestro gobierno se anticipe y establezca contactos directos con el ganador, evitando una eventual revisión perjudicial para Costa Rica y el sector agroindustrial.
Nuestros países vecinos merecen especial atención. En el caso de Panamá, se trata de un socio estratégico.