“Descubrí que -pese a todos los peligros- siempre sería mejor lo que se movía que lo estático, que sería más noble el cambio que la quietud, que lo estático estaba condenado a desmoronarse, degenerar y acabar reducido a la nada; lo móvil, en cambio, duraría incluso toda la eternidad”. Estas palabras, tomadas de las primeras páginas de la novela Los errantes, de la escritora polaca Olga Tokarczuk, premio Nobel de Literatura 2018, pueden aplicarse, con toda justicia, a los 13 empresarios cuyos méritos fueron reconocidos por El Financiero el 11 de noviembre pasado.
En efecto, ese selecto grupo de representantes del sector privado, galardonados por este periódico durante la ceremonia del Empresario del Año 2019, se distingue por una firme y apasionada vocación de cambio e innovación que enfrenta y desafía los peligros y amenazas siempre presentes en el entorno nacional e internacional. Se trata de productores visionarios y emprendedores que prefieren lo móvil a lo estático, y la transformación a la quietud, pues han aprendido que no hay riesgo mayor que el de permanecer en la zona de confort en un mundo en el que a diario se agitan las naciones y mercados con nuevas realidades, desafíos y oportunidades.
Precisamente en la presente edición dedicamos ocho páginas a estos reconocimientos que EF realiza desde 1996 con el objetivo de destacar el espíritu emprendedor y los valores éticos de hombres y mujeres de negocios que contribuyen con el desarrollo de Costa Rica a pesar de los obstáculos con que lidian en materia de trabas burocráticas, costos de producción y una representación empresarial que ha venido a menos en los últimos años y cuyas fisuras quedaron al descubierto recientemente.
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A lo anterior hay que sumar el clima de hostilidad que algunas voces alientan en contra de la libre empresa mediante una perenne y desgastada retórica ideológica y demagoga incapaz de generar empleos, crear oportunidades, producir riqueza, pagar impuestos y cargas sociales, y además tener un impacto positivo en las necesidades e intereses de múltiples comunidades. Empañar o manosear la buena reputación de todas las compañías por culpa de algunas que no actúan con estricto apego a la ley, y sin la guía de valores y principios, es tan injusto y apresurado como manchar la imagen de todos los funcionarios públicos con base en los abusos y deficiente atención que le brindan algunos a los ciudadanos.
Los galardones del 2019 llegan en la recta final de un año que ha sido particularmente complicado para los empresarios debido a los efectos negativos de una economía nacional desacelerada. Muchas firmas se han visto obligadas a tomar medidas difíciles como la posposición de inversiones, recorte de planillas y cierres de operaciones, lo cual ha impactado los ingresos de muchos hogares y desestimulado el consumo interno.
Cierto que tal y como lo indicó el Informe Estado de La Nación 2019, “el sistema político pudo dar respuestas oportunas” para evitar una crisis económica o política; de hecho, EF seleccionó al diputado Carlos Ricardo Benavides, presidente del Congreso, como Figura Pública 2019 debido a los surcos de negociación política que ha contribuido a arar en el Primer Poder de la República. Sin embargo, el país sí ha sentido algunas secuelas producto de años de postergación de reformas vitales, tal y como sucedió durante la presidencia de Luis Guillermo Solís Rivera, cuya ausencia de liderazgo para impulsar transformaciones estuvo a tono con el papel desempeñado por quien fue su primer vicepresidente y ministro de Hacienda, Helio Fallas Venegas.
En este sentido, aplaudimos y respaldamos el llamado que hizo quien recibió el reconocimiento principal como Empresario del Año 2019, Luis Javier Castro Lachner, presidente y fundador del conglomerado Mesoamérica, durante la ceremonia del 11 de noviembre, en el sentido de que la política es muy seria como para dejarla solo en manos de los políticos; insistió en la necesidad de que quienes producen bienes y servicios colaboren con los gobiernos en todo aquello que esté a su alcance.
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Otro mensaje de Castro Lachner que apoyamos es el de que la razón de ser de las firmas no es exclusivamente producir riqueza para los propietarios, sino también causar un impacto positivo en las personas. “El ser humano para poder vivir necesita glóbulos rojos, pero no diríamos que nuestra razón de ser es producir glóbulos rojos. Asimismo, una empresa necesita utilidades para existir, pero las empresas realmente exitosas son las que saben que su propósito va más allá que producir utilidades”, afirmó luego de recibir el galardón.
Mantener y pregonar ese norte en tiempos de bonanza económica puede resultar fácil, pero soslayarlo o engavetarlo es siempre una tentación en períodos de vacas flacas, épocas en las que se abren portillos peligrosos que pueden conducir a privilegiar las urgencias de corto plazo sobre la visión y los valores de largo plazo. Muy arriesgado comprometer o embargar el futuro por apagar fuegos hoy.
Finalizamos recordando las aún vigentes palabras de nuestro primer editorial, publicado en la edición del 13-19 de marzo de 1995: “Es necesario tener presente que todo proceso de cambio genera pugnas entre quienes desean mantener las cosas tal como están en la actualidad y quienes propician su modificación. Las posibilidades de progreso o de estancamiento del país dependen, en esencia, del resultado de estas pugnas”.