Admiración y respeto. Eso es que despierta el empresario Arturo Calle, que este año celebra medio siglo de crecimiento, evolución y ejemplo para los emprendedores.
Esa fue la manifestación que recibió en diciembre pasado durante entrega de los Premios Portafolio 2016, al recibir el Premio a la Vida y Obra Empresarial.
Según sus propias palabras, sabe que 48 millones de colombianos lo quieren por su trayectoria como generador de empleo, filántropo y creador de un sello que década tras década ha innovado con éxito.
Si bien la confección es uno de los campos en los que ha centrado su trayectoria para sacar adelante prendas masculinas innovadoras en diseño y materiales, su condición de comerciante juicioso, aterrizado, paciente, prudente en el gasto pero también ambicioso desde que comenzó su emporio, puede ser una de sus mayores fortalezas.
Desde los 12 años, cuando ayudaba a su mamá en una pequeña finca que producía frutas, hortalizas y flores situada en las afueras de Medellín, Arturo Calle apoyó a la familia de nueve hermanos en el último eslabón de la cadena productiva: la comercialización. Sus habilidades como vendedor fueron tan destacadas que hasta los vecinos demandaron sus servicios.
Así comienza una historia empresarial que él narra detalladamente, sin reservas, con generosidad y calidez. Como una constante en su vida empresarial, ha sido amigo de la austeridad, el manejo responsable de los recursos y enemigo del endeudamiento.
Con ahorros de 13.000 pesos –y restringiéndose de los gustos propios de la juventud como ir a cine– y un préstamo de 4.000 pesos, logró tener su primer local en la zona de San Victorino, en el centro de Bogotá, que se llamaba Dante y que luego lo denominó "La Camisita".
Hoy, Arturo dice que ese nombre no fue el más acertado porque es mejor no pensar en diminutivo. Después de esa incursión en el comercio, el naciente empresario siguió con la compra de dos locales más en el mismo sector, un par de años después, los cuales surtía con productos que traía de Pereira.
Luego reemplazó por diseños propios y por la marca que lleva su nombre. Para este año, las inversiones anunciadas por la compañía en el marco de los 50 años de operación se aproxima a 53.000 millones de peso ($17 millones).
Uno de sus más recientes retos ha sido el montaje de un nuevo centro logístico en la Zona Franca Internacional de Pereira, con una inversión de 15.000 millones de pesos ($5 millones). En su fase inicial tendrá 6.000 metros cuadrados, pero hay espacio para 4.000 metros cuadrados más.
A nivel internacional, tiene programado el ingreso a Guatemala, lo que significaría un cuarto país. Hoy está en El Salvador, Costa Rica y Panamá.
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También trabaja para posicionar en esos mercados sus marcas para niños, AC Kids, y su oferta de marroquinería y calzado, que está en AC Leather.
Estudia también la entrada a países como Perú y Ecuador.
En Colombia, la cadena de tiendas mantiene la política de expansión en capitales como Villavicencio, Barranquilla, Bogotá, Popayán, Neiva y Tunja.
En sus planes de crecimiento está un local exclusivo de Arturo Calle Leather. Para esta línea espera que al cierre del año entrante el formato tome la forma de lugares especializados dentro de varias de sus tiendas. Esto representará nuevos recursos cercanos a 8.000 millones de pesos ($2,6 millones).
Otra novedad en su plan de negocios consiste en la adopción de un formato de mayor tamaño al actual. La idea es que en un gran piso de ventas compartan espacio Arturo Calle, AC Kids y AC Leather, cada una con su propia identidad y oferta de productos y servicios.
La compañía cerró el 2015 con ventas en sus tiendas por 570.000 millones de pesos ($190 millones) y sus proyecciones son de crecimiento en la medida en que las negociaciones de expansión se concreten.
Al paso de los nuevos proyectos que llegan para la marca, su inspirador, Arturo Calle asiste a su oficina todos los días. Ya no está al frente de la gerencia, porque ahora esa responsabilidad la tiene su hijo Carlos Arturo, pero se mantiene al tanto de lo que sucede en la organización, en su condición de presidente.
"La empresa les pertenece a los hijos, pero mi corazón le pertenece a la empresa", confesó recientemente.
Sueña con ver a la compañía en unos años, tres o cuatro veces más grande de lo que es hoy en extensión, y la vislumbra con nuevos desarrollos, conceptos, productos y marcas.
Sabe que esto es posible, dada la respuesta de sus clientes, principalmente mujeres que compran en sus más de 80 locales a padres, hijos, hermanos, esposos, amigos. Las mismas que no pierden la esperanza de que algún día don Arturo, también piense en prendas para ellas.