Tokio. El Banco de Japón (BoJ) activó este viernes 29 de enero, por sorpresa, un tasa de referencia negativa del 0,1% para complementar su programa flexibilizador y contrarrestar los efectos que la ralentización global está teniendo sobre sus metas de crecimiento e inflación.
La entidad desconcertó con un anuncio que sigue los pasos de lo acometido por el Banco Central Europeo (BCE) a mediados del año pasado y que a partir del 16 de febrero dejará por primera vez en territorio negativo los tipos de interés que aplica a parte de los depósitos de las entidades financieras niponas.
La decisión, destinada a fomentar el crédito y la inversión, es además el primer movimiento de tipos en Japón desde octubre de 2010, cuando el BoJ, bajo su antiguo equipo de Gobierno, los situó en el bajísimo nivel de entre el 0 y el 0,1% con la intención de sacar a la tercera economía mundial de su estancamiento.
El programa masivo de flexibilización que el banco central nipón activó en abril de 2013 logró revertir esa tendencia, pero no cosechar un ritmo de crecimiento que a medio plazo haya resultado suficientemente constante y robusto.
La ralentización de la locomotora china y el resto de emergentes ligada a las agudas caídas del crudo y las materias primas han erosionado los efectos que estaba teniendo la "Abenomics", nombre con el que se bautizó la reforma económica del primer ministro Shinzo Abe y que prima la política ultraflexible del BoJ.
Tal y como mostró hoy el dato del IPC nipón, el abaratamiento del petróleo ha neutralizado la subida de precios que el banco central nipón persigue con su programa de compra masiva de activos y que considera clave para dejar atrás dos décadas de tendencia deflacionista y asentar un ciclo sólido de crecimiento.
El BoJ ha tenido que recortar también hoy su pronóstico inflacionario para el próximo ejercicio fiscal –que arranca en abril en Japón– desde el 1,5% al 0,8%.
Además, ha retrasado nuevamente su meta de lograr una subida de precios del 2% interanual –objetivo que originalmente pretendía lograr en 2015– hasta mediados de 2017.
De este modo, con el recorte adoptado hoy por su junta de política monetaria (que lo aprobó por cinco votos frente a cuatro) el órgano emisor complementa su programa –pensado para inundar de liquidez el sistema– con una medida que busca incentivar a los entidades financieras a mover su capital en vez de aparcarlo.
Algunos analistas se han apresurado a señalar la posibilidad de que esta medida para reducir el llamado "dinero ocioso" en el archipiélago no surta el efecto esperado.
Argumentan que el sector privado nipón, más que necesitar una ampliación del crédito, precisaría actualmente de alicientes para invertir con mayor seguridad, algo que en su opinión se lograría con la aprobación de un contundente paquete de reformas estructurales.
La Bolsa de Tokio, que finalmente cerró con una subida de casi el 3%, acogió con momentáneas dudas la medida (el selectivo Nikkei pasó de ganar un 4% alentado por el anuncio del BoJ a moverse casi de golpe en terreno negativo para remontar después).
Incluso, también la bolsa de valores en Nueva York reaccionó de forma positiva a la medida, y el índice Dow Jones abrió al alza y ganaba un 1,17% en la mañana.
Por si acaso y para despejar las dudas de este mercado que tan volátil se ha mostrado en las últimas semanas, el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, señaló en una rueda de prensa posterior que el programa de flexibilización cuantitativa "aún no ha alcanzado su límite".
Además de insistir en que el BoJ podría seguir recortando las tasas de referencia "si lo considera necesario", Kuroda quiso dejar claro de esta manera que la institución aún se guarda algo de munición en la recámara en contra de la opinión de algunos economistas más derrotistas, que empiezan a hablar ya de "últimos cartuchos".