Washington.- Grecia caerá seguramente en default este martes al no poder pagar su deuda con el FMI, pero no será la única afectada: la institución con sede en Washington también puede ver dañada su credibilidad.
Hace varias semanas que las especulaciones se acumulaban sobre la suerte de unos 1.500 millones de euros que Atenas debía reembolsar el martes antes de las 22H00 GMT al Fondo Monetario Internacional.
Hasta hace poco, el FMI se negaba a creer en el escenario del default. A comienzos de junio, su directora general, Christine Lagarde, se aferraba a las afirmaciones del primer ministro griego, Alexis Tsipras, que la invitaba a "no preocuparse".
Y la semana pasada, un portavoz de la institución multilateral decía que todavía pensaba que Grecia honraría el compromiso heredado de los planes masivos de asistencia acordados al país por el FMI y Europa.
Sin embargo, la ruptura de las negociaciones entre Atenas y sus acreedores aniquiló esas esperanzas. ¿"Cómo se puede pagar al FMI si los bancos griegos han sido asfixiados?", se preguntó el lunes Tsipras.
El FMI esperará sin dudas hasta último momento para oficializar la noticia: Grecia se convertirá en el primer país industrializado en declararse en default ante el Fondo.
El FMI corre menos riesgos que Grecia pero también pagará un precio, afirman analistas interrogados por la AFP.
"Un default de Grecia, aunque sea de corto plazo, afectaría la reputación del FMI y debilitaría las posibilidades de que sus futuros planes de asistencia sean suficientes para atraer inversores privados a países en crisis", analiza Eswar Prasad, un ex alto funcionario de la institución.
El Fondo debió, tiempo atrás, hacer su mea culpa por haber sometido a Grecia a una cura que terminó por debilitar al enfermo, al recomendar políticas de austeridad que asfixiaron el crecimiento económico de la nación mediterránea.
Luego fue criticado por haber prestado dinero a un país como Grecia, que ya no estaba en condiciones de pagar su deuda, violando así las propias reglas de la institución.
El default agrandará entonces aún más una herida ya abierta.
"Un no-reembolso dejará en claro a quien quiera verlo que el compromiso del FMI con Europa y Grecia tomó un muy mal camino", señaló Peter Doyle, quien en 2012 se fue del Departamento Europa del FMI con un portazo.
La espina griega podría también "despertar" las críticas a algunas "controvertidas" acciones del FMI, por ejemplo en Ucrania, agrega Doyle. En marzo último, Kiev recibió una inyección masiva de dinero de parte del Fondo cuando la viabilidad de su deuda deja muchas dudas.
Sin embargo, la institución no quiere perder por nada del mundo su reputación de cancerbero que le reclaman sus 188 países miembros.
A lo largo de su historia, anuló parte de la deuda de algunos países pobres, como ocurrió con Haití tras el terremoto de 2010 (un cuarto de millón de dólares) o más recientemente con los países africanos afectados por el virus del ébola, a los cuales les perdonó parte de sus más de cien millones de dólares de deuda.
Pero el griego es un caso aparte. Las sumas prestadas a Atenas son muchísimo más elevadas (32.000 millones de euros desde 2010) y las pérdidas amenazarían la integridad financiera de la institución.
Para evitar ese escenario, el FMI ya no tiene "muchas cartas en la mano", apunta Prasad, pero le conviene que Grecia logre llegar a un acuerdo con sus otros acreedores.
Y a corto plazo, debería abstenerse de echar leña al fuego.
"Van a minimizar el alcance de este incidente de pago para no comprometer el lanzamiento de futuras negociaciones", asegura Domenico Lombardi, exintegrante del consejo de administración del FMI. "A nadie le sirve que el conflicto escale".
Lagarde lo comprendió. Tras unas primeras declaraciones duras, la máxima autoridad del Fondo bajó los decibeles del enfrentamiento el domingo, al afirmar que pretendía "seguir al lado de los griegos".