Mariela Sequeira, como muchas personas en la actualidad, tiene la costumbre de apartar desechos que puedan ser reciclados.
Un día investigó que se podía hacer con las tapitas plásticas que vienen con las botellas de refrescos, encontró una solución creando gafas e inició su emprendimiento Maram Eyewear. No fue de la noche a la mañana cómo lo logró.
Antes debió resolver varias situaciones, desde la recolección y los equipos hasta la comercialización, y ahora más bien requiere financiamiento para atender la creciente demanda que enfrenta.
“La motivación de las personas compradoras es lo ambiental”, dice Mariela.
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Ella es de San Pablo de Heredia. Estudió en la escuela de ese cantón y el colegio en el Santa María de Guadalupe (Samagu), en Santo Domingo.
En el año 2005 se graduó de farmacia en la Universidad de Costa Rica y empezó a trabajar en compañías farmacéuticas realizando visitas médicas, en las que brinda información sobre los diferentes productos.
Todavía se dedica a este trabajo, aunque siempre se dedicó a emprender paralelamente. El primero fue entre 2009 y 2010.
Con su hermana, Cynthia, tuvo una tienda en el centro comercial Paseo de las Flores, en Heredia, dedicada a la comercialización de materiales para scrapbooking, un tipo de manualidades para producir tarjetas y álbumes de fotografías.
“Sí daba, pero no generaba muchas ganancias”, explica Mariela. Cuando cerraron la tienda, ella siguió con otra iniciativa.
Aprendió a utilizar los sistemas informáticos de diseño gráfico Photoshop e Ilustrador y fundó Suki Printing, una marca de tarjetas de presentación y colillas para regalos. Inició en 2011 y todavía atiende pedidos. Tener un trabajo y ese emprendimiento no impidió pensar en otro.
En 2020, en medio del confinamiento por la pandemia, averiguó qué ocurría con las tapas plásticas. Desde hacía años reciclaba desechos en la casa y en sus otras actividades. Lo que encontró no le gustó.
Normalmente se reciclan y se procesan las botellas, así como otros utensilios plásticos. Las tapas, no.
La única excepción que encontró es un proyecto de Pro-Parques en el que se utilizan para construir pasarelas o rampas para personas en sillas de ruedas en las playas.
La falta de más iniciativas de reciclaje de las tapas plásticas lo vio como una oportunidad.
Mariela instaló un puesto de recolección de tapas plásticas en su casa en San Pablo y las entregaba a Pro-Parques. Entonces le surgió otra idea.
Desde los nueve años usa anteojos. Siempre ha tenido que buscar anteojos oscuros para proteger los ojos del sol y en 2019 incluso había comprado unos de madera en una feria. Una cosa llevó a la otra.
Pensó entonces en crear gafas con tapas plásticas. Investigó en Internet. Debía existir una forma. “Todo está inventado”, recordó que le decía su abuela materna, Lucía Castro.
Encontró varias alternativas, desde impresión en 3D hasta inyección de plástico. Luego se puso en contacto con varios proyectos de este tipo en Europa.
En un caso le dijeron que enviara el material recolectado hasta el Viejo Continente. En otro fueron más colaboradores y le dieron una guía de cómo hacerlo. Lo siguiente fue ver cómo implementarlo en Costa Rica.
En octubre de 2020 tenía ya los equipos. El problema es que había que hacerles ajustes.
Duró un año hasta que logró que funcionaran, empezó a realizar pruebas con consumidores y luego inició la preventa en redes sociales como Facebook e Instagram. Recibió sesenta pedidos y empezó a fabricar las gafas recicladas.
Mariela está muy agradecida con esos primeros clientes que pagaron confiando en ella. Cuando las fabricó, las entregó personalmente para conocerlos y, en especial, hacerles saber que se estaban convirtiendo en embajadores del producto y agentes de cambio.
En ese año participó en el concurso del programa Yo Emprendedor y ganó el primer lugar en la categoría de emprendimiento circular.
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La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes, creando un valor añadido y extendiendo su ciclo de vida. En Europa, por ejemplo, durante este 2022 se aprobó un paquete de medidas para acelerar la transición hacia la economía circular.
La presión de los consumidores y del mismo personal de las empresas, así como la legislación, provocan cambios en la industria minorista. La empresa de moda danesa Bestseller introdujo bolsas de plástico 100% recicladas para empacar los pedidos en línea de los clientes y también trata de utilizar métodos de entrega que sean mejores para el medio ambiente, como cambiar sus flotas de comercio electrónico a biodiesel HVO100.
En Costa Rica hay impulsos cada vez más estructurados para promover la economía circular. Varias entidades, como la Fundación Centro de Gestión Tecnológica e Informática Industrial (Cegesti), están organizando un taller sobre políticas públicas en economía circular, para los próximos 24 y 25 de noviembre.
Hay también varias iniciativas a nivel comercial que combinan la sostenibilidad, la economía circular y la venta tradicional a granel. De hecho, en varias de estas tiendas se venden las gafas de Maram Eyewear.
Con Yo Emprendedor inició un proceso de asesoría, acompañamiento y coaching, así como conoció un programa de apoyo a emprendedores del Centro de Desarrollo Empresarial, perteneciente al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). “Fue bastante provechoso”, dijo Mariela.
Para obtener las tapas plásticas, además del puesto instalado en su casa, tiene otros puntos de recolección en la Municipalidad, la biblioteca y el EBAIS de San Pablo. También recibe de grupos organizados, como Los Cachorros del Club de Leones de Grecia y de Nosara Recicla.
Mariela calcula que ha recibido más de cuatro toneladas de tapas plásticas. Lo que no se usa se destina a Pro-Parques para la instalación de las rampas en la playa.
Las gafas se empacan en cartón reciclado, fabricado de desechos comprados en negocios que imprimen planos. Los empaques son confeccionados por una costurera contratada de San Isidro de Heredia.
En el proceso de fabricación de las gafas, Mariela le dedica su tiempo libre y recibe el apoyo de su padre, Omar, su madre, Hilda Acuña, y de una prima, Stephanie Acuña.
Se producen dos tipos de gafas: una con lentes polarizados para protección contra rayos UV400 (con un precio de ¢50.000) y los aros para que el cliente le pida a su óptica le instale los lentes (¢30.000).
Actualmente las gafas se comercializan en las redes sociales de Maram Eyewear, incluyendo Tik Tok, y las tiendas de venta a granel Mercado Cero, en Guayabos de Curridabat, y Santo Cero, en San Francisco de Heredia.
Se venden también en Emprende 506 en los aeropuertos Juan Santamaría y Daniel Oduber Quirós en Liberia.
La contactaron también varias ópticas, pero por el volumen que solicitan no ha podido concretar esta posibilidad de ventas.
Mariela afirma que el producto tiene mucha aceptación, al punto que hay clientes que vuelven a realizar pedidos, y que las ventas crecen, por lo que requiere avanzar a un proceso de fabricación más mecanizado y menos artesanal.
Así podría atender la demanda de clientes individuales, en tiendas y de las ópticas. La opción que está buscando es participar en concursos de fondos no reembolsables.
Los planes incluyen introducir unos aros para menores de edad e iniciar un programa de responsabilidad social donando aros para población de hogares de ancianos que requiere salud visual y para menores de edad de familias en situación de vulnerabilidad social.
En todos los casos ella mantiene un mismo enfoque. “Generamos un producto de mayor valor por medio del supra reciclaje”, reitera Mariela.