Tras menos de una semana del cierre del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae) en Nicaragua, el rector de esa casa de estudios, Enrique Bolaños, admite que la decisión resultó inesperada.
Para el Instituto hay una mezcla de sentimientos: por un lado ya no tenían programas académicos presenciales en Nicaragua pero sí continuaba personal administrativo que pasó a teletrabajar, por el momento, con la incertidumbre de cómo mantendrán sus funciones en el Incae.
La entidad académica tiene a cerca de 300 trabajadores y por año gradúa a 400 estudiantes de maestrías y capacita a 6.000 ejecutivos. Ahora, el campus del Incae en Alajuela se convierte en el principal reciento.
En entrevista con EF, el hijo del expresidente nicaragüense del mismo nombre, exaltó la capacidad de resiliencia del Incae luego de diversas crisis regionales y se mostró cauto sobre el futuro de Nicaragua en manos de Daniel Ortega.
¿El Incae recibió esta noticia en Nicaragua con sorpresa o es algo que temían que podía suceder?
—Creíamos que Incae iba a estar bien, que no había razón para que hubiera ninguna acción en contra. Yo la recibí mientras estaba en un evento. No hubo ninguna notificación oficial, fue simplemente que se presentaron las autoridades ante el Instituto, tomaron posesión y salió en las redes sociales el decreto en donde ellos quitan la personería jurídica de Incae y toman posesión de los activos. Había señales de crítica a Incae de parte del Gobierno, pero no anticipábamos que iban a llegar a la decisión que llegaron.
Ustedes auspiciaron un intento de diálogo en medio de la crisis de 2018. ¿Creen que esta decisión ahora es una revancha?
—El Gobierno le solicita a la Iglesia de Nicaragua en 2018 que haga un diálogo. La Iglesia le solicita a Incae que hospede a los estudiantes en ese diálogo. Incae los hospeda y notifica al Gobierno. El diálogo no tuvo éxito, se rompió, y los estudiantes se fueron de Incae. Después ellos tuvieron un segundo intento de diálogo entre tres personas del Gobierno con tres personas de la oposición y le pidieron a Incae que facilitara el Instituto para que se reunieran allí en un lugar independiente. Incae cree que en ambos casos actuó en interés de promover el diálogo. ¿Será por eso? Pues no le sé decir, es especular.
En el decreto, el régimen usa varios argumentos para respaldar la decisión. Dice que el Incae no presentó estados financieros en ciertos años y que en otros hubo inconsistencias, los acusa de incumplir obligaciones y de obstaculizar el control y la vigilancia. ¿Incurrió el Incae en alguna de estas faltas?
—El Incae tiene casi 60 años de vida. Ha operado en varios países y tiene estados financieros auditados por firmas de primer mundo. El Incae siempre ha tenido el objetivo de cumplir con todas las obligaciones de reportería. En mi mente nosotros hicimos todo lo que se pudo hacer para hacer las presentaciones pertinentes a las autoridades.
¿Estas acusaciones no tienen base?
—Nosotros hicimos todo el esfuerzo. Presentamos los documentos. Ellos interpretan que no los presentamos porque oficialmente no los aceptaron, pero los presentamos. Una cosa es presentarlos y otra cosa es aceptarlos. Ellos rehusaban aceptarlos por diferentes razones.
Incae había trasladado las actividades académicas que tenía en Nicaragua a Costa Rica en 2018, pero allá quedaba la parte administrativa. ¿Qué pasará con esto?
—Ahora tenemos que ver cómo los cuidamos, cómo transicionamos de la figura que teníamos a otra para que ellos sigan colaborando para el Instituto. Ellos apoyan todas las actividades académicas, son el soporte administrativo, hay gente de recursos humanos, del Departamento Financiero Contable, del Departamento de Informática… Son un activo valioso. Esto acaba de suceder. Estamos en comunicación constante con ellos y manteniéndolos informados de las opciones que estamos evaluando para lograr esa transición.
Mientras este tema se resuelve, ¿cómo está afectando esta situación a la operación del Incae en este momento?
—Ellos no están yendo al campus porque el campus ya no existe. Con la pandemia ya ellos trabajaban virtualmente. En este momento estamos operando igual que antes: ellos con virtualidad y aquí en Costa Rica ya tenemos una mezcla de presencialidad y virtualidad. Lo que hay que hacer es transicionar a una figura donde haya sostenibilidad.
Es decir, ¿la operación del Incae aquí en Costa Rica no se ve mayormente afectada?
No se ve afectada para nada. El Incae con sede presencial en Costa Rica en este momento, y con actividades virtuales y programas en diferentes países, está 100% operativo. Lo de Nicaragua nos duele, nos molesta. A mí personalmente, siendo nicaragüense, es un gran dolor que siento por eso.
Los bienes del Incae en Nicaragua quedarán ahora en manos del Estado. ¿De cuánto hablamos?
—Tenemos 95 manzanas o 60 y pico hectáreas de terreno. Tenemos aulas, edificios, dormitorios hasta para 200 estudiantes, un foro para convenciones, un gimnasio, un centro deportivo… Son instalaciones que se construyeron en los 70 y que en mi gestión, a partir del 2015, empresarios nicaragüenses, centroamericanos y organismos internacionales dieron donaciones para modernizarlas. Hicimos inversiones fuertes recientemente. No sabría decir hoy con exactitud cuál es el valor de mercado, pero diría que es arriba de $30 millones. Son instalaciones de primer mundo.
Usted menciona que recibieron colaboración del sector privado para renovar el campus, ¿qué posición toma el sector privado en Nicaragua cuando suceden este tipo de acciones del régimen luego de que años atrás tenían una alianza con Ortega?
—El mundo cambia y evoluciona. Cuando Ortega ganó las elecciones en 2007, creo que el sector privado decía ‘bueno, él es el presidente y si él es el presidente, hay que trabajar con él’. La intención del sector privado cuando hizo ese esfuerzo de trabajar con el Gobierno era positiva. Después las cosas cambiaron a medida que hubo problemas políticos en 2018 y entonces se han cerrado muchas organizaciones, cámaras gremiales y ya eso evolucionó.
¿Entonces ya no existe esa buena química?
—No sé realmente. Es un tema que hay que preguntarle a ellos. Yo tengo ya varios años de estar aquí (en Costa Rica) y creo que como no hay cámara gremial no sé si hay mecanismos de estructura formal para que haya esas conversaciones.
Tras el cierre del Incae y de la Universidad Centroamericana (UCA), ¿qué queda de la educación superior en Nicaragua en este momento?
—En Nicaragua quedan algunas universidades. Cerraron la UCA y otras, pero quedan más. Indistintamente de lo que queda de educación en Nicaragua, cerrar Incae le hace daño al país porque Incae tiene profesores, tiene capacidad de ayudar a Nicaragua. Hemos estado de lleno en el desarrollo del país en muchos elementos y épocas. En estos tres días he recibido ofertas de muchísimos países que me dicen ‘ya que no estás en Nicaragua, ¿por qué no te vienes a mi país?’. Todos los países de nuestra región valoran el aporte que hacemos. Para Incae es una pérdida en nuestro balance general, pero yo creo que el mayor perdedor aquí es Nicaragua.
¿Qué futuro ve usted para Nicaragua en manos de Daniel Ortega, tomando en cuenta que tras años de sanciones y de presiones el régimen sigue en pie y tomando acciones como la que ejecutó con ustedes?
—Indistintamente lo que yo pueda opinar del futuro que veo o no veo, la economía sigue operando. El país sigue caminando y avanzando. Es una sociedad con incertidumbre, donde hay inestabilidad. Ojalá haya diálogo para que se entiendan y haya agendas comunes para que el país continúe avanzando. Debe ser el objetivo de todo.
¿Usted ve espacios para ese entendimiento?
—Como no estoy tan metido en el mundo político de Nicaragua, no sé qué está pensando la oposición y qué está pensando el gobierno, pero espero que haya espacios.
Nicaragua no es el único caso de inestabilidad en la región, ¿cómo ve usted desde Costa Rica el estado de la democracia en Centroamérica?
—Nuestro objetivo es hablar de negocios, de desarrollo económico, de crecimiento, de bienestar social. Mientras mejor democracia haya, a la larga, es mejor la oportunidad de crecimiento. Los países van por diferentes procesos de democratización o no democratización y cada país tiene su manera de ver sus cosas. Es difícil ponerme yo a hablar de la democracia de los diferentes países.