La creciente tensión diplomática entre China y Australia dio un paso adelante este viernes, cuando Pekín anunció que impondrá altas tasas a la importación de vinos de este país, una medida de presión que los dirigentes australianos calificaron de “injusta”.
En un comunicado, el Ministerio de Comercio indicó que una investigación mostró que la industria vinícola china ha registrado un “perjuicio importante” debido al dumping del vino australiano, por lo que a partir del sábado, las importaciones se verán gravadas entre un 107,1% y un 212,1%.
El dumping o competencia desleal, del que Pekín acusa a Canberra, es una práctica que consiste en vender en el extranjero a precios inferiores a los del mercado interno.
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Las relaciones entre China y Australia empezaron a deteriorarse en 2018, cuando Canberra excluyó al gigante de las telecomunicaciones chino Huawei de la construcción de su red 5G, alegando razones de seguridad nacional.
Tampoco sentó bien en Pekín el pedido del primer ministro australiano, Scott Morrison, de realizar una investigación internacional sobre el origen de la pandemia del coronavirus, detectado por primera vez a finales del año pasado en la ciudad china de Wuhan.
China considera que esta demanda, que se alinea con la posición de Estados Unidos, es hostil y tiene motivaciones políticas.
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A finales de abril, el embajador de China en Canberra, Cheng Jingye, ya advirtió que dicha demanda podría generar un boicot por parte de los consumidores chinos.
"Quizá la gente se pregunte '¿por qué beber vino australiano?' ¿Comer carne de buey australiana?'", advirtió entonces el embajador en una amenaza velada.
China, principal socio comercial de Australia, suspendió unas semanas después la importación de carne de buey de cuatro grandes proveedores australianos e impuso aranceles del 80,5% a la cebada del país.
En junio, Pekín recomendó a los turistas y estudiantes chinos que evitaran Australia, justificando esta recomendación por los incidentes de carácter "racista" contra las personas de origen chino.
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Jugoso mercado
En agosto, el Ministerio de Comercio chino anunció la apertura de una investigación anti dumping sobre los vinos australianos importados en 2019. Se trataba, oficialmente, de una demanda de la Asociación China de Bebidas Alcohólicas.
La reacción de Australia a las altísimas tasas anunciadas este viernes por China no se ha hecho esperar.
El ministro de Comercio, Simon Birmingham, arremetió contra una decisión "claramente injusta y fuera de lugar".
Australia "defenderá enérgicamente" su sector vinícola contra los gravámenes impuestos por Pekín, dijo por su parte el titular de Agricultura, David Littleproud, que aseguró que recurrirá a la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Este viernes, las acciones de Treasury Wine Estates, una de las principales empresas productoras de vino del país, cayeron un 11% en la Bolsa de Sídney.
En Pekín, un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, defendió este viernes ante la prensa las medidas adoptadas por China para proteger a sus productores y consumidores.
El vocero culpó a Australia del deterioro de las relaciones bilaterales, e lo instó a "hacer introspección" y "empezar por preguntarse si respetó los intereses chinos".
En volumen, Australia fue el principal exportador de vino a China en el primer semestre de 2020, por delante de Francia y Chile, según la Cámara de Comercio de Alimentación china (CFNA).
Las exportaciones de vino australiano al gigante asiático se elevaron el pasado año a $919 millones, según Canberra.
Acción “brutal”
A este contexto ya tenso entre los dos países se suma un último factor que aviva la discordia: los medios de comunicación.
En agosto, Cheng Lei, una presentadora australiana de la televisión pública china en inglés CGTN, fue detenida en China por razones de "seguridad nacional" y se encuentra en paradero desconocido desde entonces.
Unas semanas después, dos reporteros australianos huyeron del país en condiciones rocambolescas por temor a ser detenidos.
Uno de ellos se refugió en la embajada de Australia en Pekín y el otro en el consulado australiano de Shanghái. Tras negociaciones diplomáticas, los dos aceptaron someterse a un interrogatorio antes de recibir la autorización de abandonar el país.
Además, Pekín acusó en septiembre a agentes de los servicios de inteligencia australianos de haber registrado el domicilio de cuatro periodistas chinos en Australia.
Los corresponsales fueron interrogados y sus teléfonos, ordenadores y tabletas, confiscados, según China. Pekín calificó de “brutal” este comportamiento.