Tras unos años complejos para la industria de los semiconductores, que se recupera de la larga escasez de suministros y protagoniza una batalla entre Estados Unidos y China por su control, este sector estratégico empieza a ver en la inteligencia artificial un horizonte de estabilidad.
La compañía estadounidense Nvidia domina el mercado de microchips especializados conocidos como GPUs, ideales para entrenar programas de inteligencia artificial (IA) como el popular chatbot ChatGPT.
"Las tendencias tecnológicas están yendo en la dirección de Nvidia", afirmó esta semana a AFP el presidente de la empresa, Ronnie Vasishta, durante el congreso mundial del móvil (Mobile World Congress, MWC) en Barcelona.
Esto ayudó a hacer de Nvidia la mayor empresa del sector -y una de las compañías más grandes de Estados Unidos- con un valor de 580.000 millones de dólares.
Así, rivales tradicionales como Intel y Qualcomm se esfuerzan igualmente para asegurarse de que no se quedan fuera.
Estos pequeños componentes son esenciales para casi todo, desde los teléfonos inteligentes, computadoras y autos eléctricos hasta las armas sofisticadas, la robótica y demás maquinaria de alta tecnología.
La IA tiene ya una gran presencia en esos campos, pero la llegada de los chatbots ha extendido aún más su potencial y el entusiasmo del sector.
"Lo más emocionante ahora mismo es la IA", indicó Cristiano Amon, jefe de la firma rival Qualcomm, en un evento del Wall Street Journal en el MWC.
A él le gustaría que los teléfonos dispongan de microchips capaces de realizar las más complejas tareas de IA, especialmente porque Qualcomm es líder en el sector de los chips para teléfonos.
Igualmente, Vasishta está también entusiasmado.
"¿Dónde y cómo se usa la IA? Probablemente será más fácil responder dónde no se está usando", explicó.
Arm, una empresa de semiconductores con sede en Reino Unido, todavía trabaja más atrás en la cadena de producción que Nvidia, ya que realiza los diseños que usan los proveedores de chips.
El tipo de microchips que produce la empresa es muy eficaz para entrenar modelos de IA en centros de datos, afirmó Chris Bergey, vicepresidente de la compañía, pero los teléfonos inteligentes necesitan chips que puedan actuar en base a esos modelos.
"Es una enorme oportunidad y es omnipresente", aseguró Bergey, que considera que la IA tiene un enorme potencial.
La revolución de la IA es para él comparable a la irrupción de las aplicaciones, que aparecieron hace unos 15 años y cambiaron rápidamente la forma en la que usamos la tecnología.
"Definitivamente, la IA es algo que tiene muchas aplicaciones interesantes y todavía estamos intuyendo la superficie de dónde irá".
Con los semiconductores, sin embargo, no hay nada sencillo.
La cadena de suministro es muy compleja: la consultora Accenture calcula que un microchip atraviesa fronteras 70 veces antes de acabar en un teléfono, cámara o auto.
Países como China y Estados Unidos querrían tener un mayor control, pero hay otro problema añadido: las fábricas que producen la mayoría de semiconductores están en Taiwán, una isla autónoma que reclama China, lo que podría llevar a Pekin y Washington a un conflicto directo.
Habitualmente prudentes, los ejecutivos de los semiconductores no suelen conversar sobre estos asuntos.
"No tenemos una posición sobre geopolítica, cumplimos todas las regulaciones estadounidenses que se nos requieren como compañía estadounidense", explicó Vasishta.
Bergey, que ha pasado 25 años en la industria, indicó que ya había visto a los chips pasar de ser "muy interesantes" a "muy aburridos".
"Ahora son interesantes, quizás demasiado y con demasiada atención", afirmó.
"Es un tema dinámico que la industria está manejando y tenemos que ver cómo se desarrolla".
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