Luego de claudicar ante su competencia en China este año, la empresa de servicios de transporte Uber se está centrando en Brasil, la nación más poblada de América Latina.
El uso de la aplicación, lanzada en el país suramericano hace apenas dos años, ha crecido tan rápido que representa ya el tercer mercado más grande de Uber, después de Estados Unidos e India.
Ese crecimiento disparado es también una carrera contra el tiempo. Los gobiernos locales trabajan para regular y cobrar impuestos a la empresa en formas que podrían dañar su ventaja competitiva, mientras que los sindicatos de taxistas presionan para prohibirla por completo.
"Ahora hay muchos problemas con Uber porque se ha convertido en un gran negocio en Brasil", dijo Fabro Steibel, director ejecutivo del Instituto de Ciencia y Tecnología, un centro de estudios con sede en Río de Janeiro. "Es demasiado pronto para saber si Uber será un gran problema o una gran solución" para las necesidades de transporte del país.
LEA: Uber alista nueva app con inteligencia artificial y mejoras en navegación
La empresa, con sede en Estados Unidos, opera en 37 ciudades brasileñas, incluidas Río de Janeiro; la capital, Brasilia, y la potencia económica Sao Paulo. Afirma tener 8 millones de usuarios activos y más de 50.000 conductores en Brasil. El servicio se ha beneficiado de una serie de factores.
La economía brasileña sufre su peor recesión en décadas, de modo que muchos pasajeros buscan ahorrar dinero y hay una gran oferta disponible de posibles conductores que por lo demás están desempleados o trabajan menos de lo que querrían.
Una fuerte cultura de los automóviles en Brasil, similar a la de Estados Unidos y combinada con carreteras relativamente buenas han permitido un crecimiento que habría sido imposible en otros países más pobres de América Latina.
A diferencia de la situación en China, donde Uber China libró una larga batalla con su rival Didi Chuxing antes de ser adquirida por Didi en agosto, Uber no tiene competencia significativa en Brasil.
Y aunque Brasil es conocida por su laberíntica burocracia y altos impuestos, esa regulación aún no ha llegado a la economía de intercambio.
Sin embargo, eso está cambiando poco a poco y podría dificultar a Uber seguir ofreciendo tarifas muy reducidas para ganar cuota de mercado.
Líos legales
Los sindicatos de taxistas están presionando al Congreso para que apruebe una ley que ilegalizaría la empresa. Una protesta en Brasilia reunió este mes a miles de conductores de todo el país.
En Río, el alcalde Eduardo Paes firmó una ordenanza el mes pasado para prohibir el empleo de vehículos privados para viajes pagados, lo que en la práctica prohíbe las aplicaciones de trayectos con conductor. Sin embargo, un juez de Río determinó este año que los conductores privados tendrían derecho a seguir operando hasta que su actividad se regule a nivel federal. Hay varias apelaciones en marcha.
LEA: Economía colaborativa recibe dos golpes legales
En Sao Paulo, donde Uber paga unos pocos centavos por kilómetro a un fondo municipal, el gobierno local tiene previsto aprobar el mes que viene varias regulaciones, que incluyen inspecciones sorpresa de las cuentas de compañías de vehículos compartidos.
Los taxistas alegan que los conductores de Uber tienen una ventaja injusta porque no enfrentan las mismas trabas burocráticas, como varias inspecciones al año, una serie de impuestos y mantener una cobertura completa en el seguro de su auto.
"Es difícil incluso tener esperanzas", dijo Fabio Freitas, un taxista de Río de 37 años que antes ganaba $84 al día, el doble que ahora. "Uber está destruyendo nuestra profesión".
Freitas dijo estar considerando trabajar en fábricas, ya que puede pasar horas sin encontrar un pasajero.
LEA: EF Explica: 10 claves para entender el proyecto de ley que pretende regular a Uber
Las dos caras de la moneda
Uber, una empresa privada, declinó revelar sus cifras de ingresos en Brasil. Sin embargo, afirmó que las acusaciones de que no está regulada o compite de forma injusta son erróneas.
"Uber paga impuestos en cada uno de los lugares donde opera. Somos legales", dijo el director general de Uber Brasil, Gui Telles.
Sus conductores deben tener una licencia de conducción con una anotación especial que les permite hacerlo de manera profesional. También deben pasar una comprobación de antecedentes, registrar su vehículo y tener seguro. Todos los autos deben tener cuatro puertas y aire acondicionado.
Telles afirmó que el sistema de evaluación de Uber permite a la empresa eliminar a cualquier mal conductor. La empresa, aseguró, trabaja para reducir el tráfico en grandes ciudades ofreciendo un servicio de vehículos compartidos y ayuda a miles de conductores a mantener a sus familias.
LEA: Uber lanza innovador servicio de vehículos sin conductor en EE. UU.
Sin embargo, hay un debate sobre cuánto puede ganar alguien conduciendo para la compañía. La empresa se lleva del 20% al 25% del coste de cada viaje, muy rebajado en comparación con los taxis.
Marcos Vinicius, un vecino de Río de 30 años que perdió su trabajo en una empresa de prospecciones petrolíferas en alta mar, empezó a conducir para Uber hace unos meses. Gasta $235 a la semana en alquilar un sedán Nissan de 2015, además de otros $100 en el seguro y el combustible. En una buena semana gana poco más de $400 con los trayectos, de modo que su beneficio es de unos $100.
Incluso si tuviera un auto de su propiedad, como muchos conductores de Uber, calcula que los costes de mantenimiento serían altos con tantas horas de carretera. Pese a los inconvenientes, él afirma que merece la pena.
"Para mí, era esto o morir de hambre", dijo Vinicius.
Para los pasajeros, la mayor ventaja son claramente los precios más bajos. Algunos clientes incluso encuentran formas de ir en vehículos de Uber desde lugares en los que sólo pueden trabajar legalmente los taxis, como aeropuertos y estaciones de autobús.
En un día reciente, Laura de Oliveira Cortines y su novio salieron del aeropuerto Santos Dumont de Río y caminaron una cuadra hasta un centro comercial vecino. Allí esperaron a que un conductor los recogiera en un puesto con carteles de Uber, donde varias jóvenes llevaban camisetas con el mensaje " ¿Cómo puedo ayudarle? " en varios idiomas.
Tomar un taxi habría costado unos $16. El trayecto en Uber saldría por unos $6.
"Solo tomamos taxis cuando no podemos conseguir un Uber", comentó Cortines, veterinaria de 25 años.