Con una impresora 3D se puede crear desde un prototipo hasta una figura personalizada de alguien. Este es un servicio que empieza a posicionarse en Costa Rica en el sector corporativo, desde la industria manufacturera hasta la joyería, la odontología e incluso los videojuegos.
Empresas como Elementos 3D (ubicada en Pavas), Grupo Provesol (Calle Blancos) o 3D Studio (Escazú) ofrecen el servicio para la impresión de prototipos, modelos, maquetas, dummies (imitaciones), figurines para videojuegos (se imprime la figura que se usará en la animación) o moldes de productos y piezas, y envases.
Anteriormente todo eso se tenía que crear a mano, troqueleados en una máquina, con arcilla y plastigel o de cualquier otra forma. “Con la impresión 3D se reduce el tiempo en 80% y bajan los costos”, dijo Mariela Fonseca, gerente general de Elementos 3D.
Según Esteban Soto, encargado de ventas de 3D en Grupo Sommerus, distribuidor de estos equipos en el país, también hay firmas manufactureras que cuentan con impresoras 3D de uso interno para mejorar sus propios procesos. “Generan prototipos de partes de producción o de piezas”, afirmó.
La introducción de esta tecnología en el país no ha tardado mucho, aunque este tipo de equipos se volvieron populares apenas hace pocos años en los mercados desarrollados.
Materiales y tamaños
Los equipos disponibles –desde los $30.000 a nivel industrial– permiten impresiones de objetos pequeños (hasta 25 cm).
Para moldes de mayor tamaño se crean las piezas por aparte y luego se ensamblan, dijo Ainhoa Ribas, socia y diseñadora de 3D Studio, que ofrece servicios para creación de piezas en plástico.
Grupo Provesol y Elementos 3D imprimen objetos en yeso, pero está última incursionará en 2015 en la impresión en plástico.
La fabricación de piezas –por ejemplo para prótesis– tardaría en llegar al país debido al costo de los equipos. Por ahora el mayor mercado está en la creación de moldes, maquetas y prototipos.
El proceso es sencillo. Para las impresiones en 3D, se realiza el diseño del objeto en una computadora (para crear figuras se escanea a la persona en 360°) y la impresora –siguiendo ese diseño digital– va colocando capas de 1 mm de polvo de yeso. Una goma le da sujeción y otra con tinta los colores o los textos que se incluyan.
Así, un objeto de 3,5 cm requiere unas 357 capas y la impresión dura solo dos horas (se pueden crear varios objetos a la vez en ese mismo tiempo).
En los equipos de tecnología SLA, también conocida como estereolitografía o de fabricación óptica, un rayo de luz ultravioleta pasa sobre el material de resina, forma el objeto y seca cada capa.
Hay equipos que usan “cera perdida”, un procedimiento tradicional empleado desde la escultura, para crear piezas de joyería o de maquinaria en la industria.
Además de los beneficios en tiempo y costos, los moldes o prototipos permiten determinar con precisión los ajustes que se deben realizar a los futuros productos.
Fonseca, de Elementos 3D, dice que tiene más de 200 clientes, de los cuales de 50 a 60 son “clientes frecuentes”.
Los usos varían. Una empresa pidió la imitación de un catalizador para que sus vendedores lo mostraran a los clientes, pues el real “pesa mucho”, cuesta $4.000 y el riesgo no es menor. También una profesora de medicina solicitó una reproducción a escala ampliada del oído interno, para explicar en sus clases cómo funciona este diminuto órgano.
Imitaciones a escala
En la impresora 3D se crean modelos, prototipos y figuras a escala, como lo muestra Mariela Fonseca, de Elementos 3D.
Prototipos. Modelo de envases y de latas de bebidas en yeso.
Casi real. Juguetes a escala como muestra o para decoración de oficina.