Una brecha digital se mantiene invisible en Costa Rica. La forma en que los costarricenses se apropian de las tecnologías y el Internet se queda por fuera de las mediciones periódicas.
La desigualdad tecnológica no solo tiene que ver con las posibilidades disímiles de acceder a la conexión sino con su efecto sobre la vida social y económica de las personas.
Si una persona sabe utilizar esa conexión a Internet para hacer comercio electrónico en su empresa y otra solo la utiliza para revisar el correo o entrar a Facebook, esa diferencia incide en el tamaño de la brecha.
Los protagonistas de la desigualdad deben tener un rostro, sugiere el Plan de Acción de la Sociedad de la Información para Latinoamérica y el Caribe (eLAC2015) en su lista de indicadores.
Estos indicadores se analizaron en el marco de la reunión preparatoria de la V Conferencia ministerial sobre sociedad de la información de la región.
Desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) se miden cuatro componentes: acceso, uso, calidad y educación. Todos se calculan a partir de variables cuantitativas.
El componente de uso mide el número de usuarios de Internet y computadora por cada 100 habitantes; el de calidad, las llamadas exitosas y el grado de satisfacción de los usuarios; y el de educación, la tasa de gente alfabetizada, entre otras variables.
Con estos indicadores, el país sabe, por ejemplo, que el ancho de banda de Internet por habitante se duplicó en el último año, pero no se tiene certeza de cómo se está utilizando esa capacidad de acceso en los pueblos.
“Estamos realmente atrasados en los métodos para medir la brecha con respecto a otros países como Brasil”, opinó Marcelo Jenkins, director del Programa de la Sociedad de la Información y el Conocimiento (Prosic).
El informe del Prosic del 2013 ya señalaba la incapacidad del país para recoger información pertinente. “La cuantificación de estos indicadores presenta dificultades por la falta de datos confiables, continuos y armonizados que permitan darle un seguimiento a través del tiempo”, indica el informe.
La eLAC2015 propone revisar otros factores como gobierno electrónico, medio ambiente, seguridad social, innovación y desarrollo productivo.
También sugiere analizar el entorno en que se gesta el uso de la tecnología y elementos más puntuales desde la educación, como la proporción de escuelas con acceso a Internet en el país o la de alumnos matriculados en escuelas que usan las TIC.
Para José Clastornik, director de la Agencia de Gobierno Electrónico de Uruguay, entender la brecha es el primer paso para iniciar el camino hacia su cierre.
“Todas las acciones que tome un país deberían tener indicadores para medir su impacto”, comentó Clastornik.
Una cara de la exclusión
La brecha digital lleva un sello de ruralidad y pobreza impreso.
Sin embargo, en Costa Rica tampoco se dimensiona la afectación de la brecha digital según el grado de ingresos de las personas ni la zona que habita, sino que se cuenta solo con datos generales.
Las zonas más alejadas del Valle Central (y de los diferentes países de la región) son las más afectadas por la brecha digital, pues hasta ellas no llega la infraestructura que se requiere para tender las redes de banda ancha.
Para Clastornik, es imperativo desagregar esa información para “conocer los sitios en los que se ubica la brecha, cuántas computadoras hay por zona del país y por quintiles”.
Costa Rica, sin embargo, es uno de los países de América Latina con mayor avance en el tema, dijo Mario Castillo, jefe de la Unidad de innovación y nuevas tecnologías de la Cepal.
El Índice de Brecha Digital del país muestra un descenso del 9%, según los datos proporcionados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones.
Además, la cantidad de usuarios de Internet aumentó en un 10% para el 2013. La tenencia de computadoras aumentó menos, pues más gente accede a la red a partir de dispositivos móviles.
De hecho, las plataformas móviles han logrado democratizar el acceso a la tecnología en varios países de América Latina. Para muchos analistas, el futuro del cierre de la brecha digital está en las redes móviles.
Sin embargo, el primer paso para democratizar aún más es entender cómo los usuarios se apropian de la tecnología.