Quizá la automatización de los empleos eventualmente cree nuevos y mejores empleos. Quizá nos saque a todos de trabajar. Pero mientras discutimos sobre esto, el trabajo está cambiando.
Los empleos de hoy –fabriles, administrativos o de cualquier tipo– requieren más educación y habilidades interpersonales que los del pasado. Y muchas de las personas cuyos empleos ya han sido automatizados no pueden encontrar nuevos. La tecnología conduce al crecimiento económico, pero los beneficios no se reparten de manera igualitaria. Los formuladores de políticas tienen el desafío de ayudar a los trabajadores a compartir las ganancias.
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Eso requerirá al menos cierto esfuerzo gubernamental, como cuando Estados Unidos (EE. UU.) pasó de una economía agrícola a una industrial, con políticas como escuela preparatoria para todos o los derechos de los trabajadores.
Falta por ver si existe la voluntad política para los grandes cambios, pero he aquí algunas de las políticas que economistas y expertos estratégicos piensan que pudieran ayudar ahora en la economía del país norteamericano.
1 Más educación, y de diferentes tipos. Una amplia área de acuerdo: la gente necesita aprender nuevas habilidades para trabajar en la nueva economía. “La mejor respuesta es incrementar las habilidades de la fuerza laboral”, dijo Gregory Mankiw, economista de Harvard.
Lo más valioso sería incrementar la inscripción universitaria y las tasas de graduación. Un creciente número de empleos requieren un título; la tasa de desempleo entre las personas de 25 a 34 años con títulos universitarios es de solo 2 por ciento, contra 8 por ciento para quienes suspendieron su educación después de la preparatoria.
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Pero ese objetivo parece descabellado en una época en que solo un tercio de los estadounidenses tiene títulos de licenciatura. Para muchos que carecen de tiempo, dinero o motivación, lo que ya está sucediendo es una capacitación más vocacional, en colegios comunitarios o a través de programas de aprendizaje. Esto ofrece una manera de que la gente aprenda en el trabajo, pero el problema es que muchos de esos empleos probablemente serán los siguientes en automatizarse.
Las personas que perdieron sus empleos a mitad de sus carreras no necesariamente tienen las habilidades para desempeñar otros. No obstante, las nuevas capacitaciónes del gobierno son confusas y a menudo ineficaces, y las compañías no están dispuestas a invertir en la capacitación de los trabajadores solo para ver que sean atraídos por un rival.
“Es una visión bipartidista que no funciona”, dijo Tyler Cowen, un economista de la Universidad George Mason. “La gente no es tan maleable”.
Más exitoso, dijo, es la capacitación que busquen los propios trabajadores.
Una idea de Third Way, un grupo de análisis estratégico, son los cursos de preparación en línea gratuitos para las personas que han estado fuera de la escuela demasiado tiempo para recordar las materias básicas de la preparatoria. Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, fundadores de la Iniciativa sobre la Economía Digital del Instituto Tecnológico de Massachusetts, sugieren préstamos estudiantiles garantizados federalmente para programas no tradicionales como los certificados en línea o los programas intensivos para programadores.
Quizá más eficaz sea acercarse a los estudiantes desde la escuela primaria. Los educadores deberían enfocarse en enseñar habilidades técnicas, como programación y estadística, y habilidades que den a los humanos una ventaja sobre las máquinas, como la creatividad y la colaboración, dicen expertos. Y como nadie sabe cuáles empleos serán automatizados después, quizá sea más importante aprender flexibilidad y cómo aprender nuevas cosas.
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2 Crear nuevos y mejores empleos. El problema, al menos por ahora, no es que no haya suficiente trabajo; lo hay, pero es muy diferente del tipo de trabajo que la tecnología está desplazando. Los empleos en manufactura y almacenamiento están reduciéndose, mientras que los empleos que ofrecen servicios (atención médica, guarderías infantiles, cuidado de ancianos, educación, gastronomía) están creciendo. “Estamos lejos del fin del trabajo, pero enfrentamos un gran desafío al redesplegar a la gente para que aborde las necesidades muy reales de nuestra sociedad”, dijo Brynjolfsson.
Una idea es que el gobierno subsidie el empleo privado o incluso los empleos voluntarios. “Si el mercado privado no está creando los empleos que la gente necesita, entonces el sector público debería involucrarse en la creación directa de empleos”, dijo Jared Bernstein, miembro del Centro sobre Prioridades Presupuestarias y Estratégicas, que fue economista en jefe del vicepresidente Joe Biden. Dijo que la técnica “tiene un mejor historial de lo que la gente piensa”.
Un estudio reciente realizado por el Centro sobre Pobreza y Desigualdad de Georgetown examinó 40 programas a lo largo de 40 años, y concluyó que tenían éxito en cosas como mejorar las habilidades de los trabajadores y reducir su dependencia de los beneficios públicos.
Las personas que pierden sus empleos a menudo no tienen dinero para recuperarse y mudarse a donde están los empleos y la capacitación, así que él sugiere que el gobierno ayude a las personas a mudarse.
Pero no se trata solo del dinero; muchas personas no quieren cambiar totalmente sus vidas.
3 Reforzar la red de seguridad. Parece haber apoyo bipartidista a ampliar el crédito sobre el impuesto a los ingresos percibidos, el cual recompensa a las personas de bajos ingresos por trabajar.
Mucho más fantasioso es un ingreso básico universal, en el cual el gobierno de a todos una cantidad de dinero garantizada. Pero esa idea está ganando fuerza entre los pensadores en todo el espectro ideológico. Los críticos dicen que desalentaría a las personas de trabajar; los proponentes dicen que les liberaría para regresar a la escuela o hacer el trabajo que les apasione.
“La respuesta clave debe ser inicialmente ampliar el crédito del impuesto al ingreso percibido y luego finalmente tener un ingreso básico universal que garantice al menos la subsistencia”, dijo Robert Reich, profesor de política pública en la Universidad de California en Berkeley, quien fue secretario del trabajo durante el mandato de Bill Clinton.
De manera más realista, el gobierno del presidente Barack Obama propuso un seguro salarial para compensar la diferencia para las personas que cambien a empleos de menor salario. Por ejemplo, los maquinistas, en una ocupación que se reduce, ganan un salario por hora promedio de $19,5, mientras que algunos asistentes en la atención médica en el hogar, una ocupación en crecimiento, perciben $10,50.
4 Cambiar la forma en que se hace el trabajo. La mayoría de la gente tiene habilidades para ganar dinero, así que ¿por qué no hacer más fácil que lo haga sin un empleador? Los trabajadores independientes y contratistas por proyecto pudieran obtener beneficios transferibles. No tendrían que estar ligados a un empleo para recibir seguro de salud, por ejemplo (aunque el drama en torno a la atención médica hace que la ampliación de otros beneficios parezca improbable). Ideas similares y más factibles incluyen relajar las regulaciones para las compañías que ocupen a trabajadores por proyectos (lo cual está sucediendo más, aunque no necesariamente para beneficio de los trabajadores), y construir espacios de co-working de manera que las personas experimenten la camaradería de una oficina.
Los gobiernos también pudieran hacer más fácil iniciar pequeñas empresas. Third Way propone tomar prestada una idea de Silicon Valley y crear fondos de capital aventurero, financiados por el gobierno federal, para que los estados inviertan en los emprendedores locales. “La gente en el resto del país también tiene buenas ideas para producir empleos”, dijo Jim Kessler, vicepresidente para estrategias.
Las máquinas quizá eliminen tantos empleos que no queden suficientes para los humanos. Eso sugeriría políticas como reducir horarios en vez de empleados. ¿Por qué no acortar la semana laboral a tres o cuatro días, o instituir empleos compartidos, exitosos en Alemania? “Eso es terreno de la ciencia ficción”, dijo Cowen. “No es un Estados Unidos que reconoceríamos”.
5 Dar a los trabajadores más de las utilidades. Los ingresos generados por la automatización han sido compartidos desigualmente, y los dueños de las empresas están recibiendo una parte mucho más grande que los trabajadores.
“La tecnología crea riqueza fenomenal pero la concentra más allá de cualquier nivel aceptable, y por ello tendremos que aceptar algún tipo de redistribución”, dijo Sam Altman, presidente de Y Combinator, una incubadora de empresas emergentes tecnológicas. Pero no hay acuerdo sobre cómo resolver el problema.
Los liberales quieren elevar el salario mínimo, mientras que los conservadores quieren mantenerlo bajo de manera que la mano de obra humana sea menos costosa que la mano de obra robótica. Third Way propone un salario mínimo que varíe con el costo de la vida: $9,35 en Killeen, Texas; $11 en Scranton, Pensilvania; y $12,6 dólares en San Francisco.
“Cómo hacer que las fuerzas de la tecnología y la globalización trabajen para las personas y no contra ellas es el mayor desafío de la política pública en EE. UU.”, dijo Kessler. “El ascenso del populismo, tanto en la izquierda como en la derecha, es porque los votantes de ingresos medios sienten que sus líderes electos no tienen respuesta a esta pregunta”.