Washington D.C. Una silla de ruedas todoterreno fabricada con llantas de bicicleta, un videojuego para ciegos, libros narrados para sordos y apps que guían a ciegos en el metro y las calles.
No es ciencia ficción: estas invenciones fueron desarrolladas en América Latina, como resultado de una iniciativa con la cual el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) promoverá una nueva cara de la innovación con un matiz social y materializada por medio de la tecnología.
Carlos Guaipatín, especialista de la División de Competitividad e Innovación del BID, explicó el papel de la innovación social tras algunos de los 20 proyectos ejecutados en la región.
“La innovación es la capacidad de generar nuevos productos. Empero, ha estado vinculada a las empresas, y en cierta forma, desvinculada de las necesidades sociales”, aseguró.
Ante ello, surge una reinterpretación: la innovación social, que usa los incentivos usuales para generar productividad y nuevos productos, pero con el enfoque de identificar oportunidades en el campo social.
Como ejemplo, Guaipatín detalló que en Perú nació la idea de crear esta silla de ruedas luego de que una mujer recibió un disparo en la espalda por Sendero Luminoso.
La motivación fue social. Los analistas primero evaluaron que ella ya estaba un poco excluida por ser mujer, “pero a eso además se le sumaba estar en silla de ruedas, ser pobre y estar en zona rural”, dijo el experto.
José Gómez-Márquez, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), se dio a la tarea de darle mejor calidad de vida a esta mujer discapacitada. Y lo logró, al desarrollar una silla de ruedas todoterreno, apta tanto para ciudades como para el área rural. Su invención no solo ayudó eficazmente a la mujer peruana, sino que se convirtió en modelo de innovación latinoamericano.
Bolsa de ideas
¿Cómo es que se llega a esas ideas que vale la pena ejecutar?
Normalmente lo que se hace es definir el problema, abrir una convocatoria de empresas para desarrollar opciones y luego, se elige una propuesta.
Esta vez fue distinto. “Nosotros dimos un paso atrás: no definimos cuál es el problema. Convocamos a un grupo de personas con y sin discapacidad que durante seis semanas plantearon y votaron sobre sus problemas. Nosotros nos comprometimos a financiar las soluciones a los cinco problemas más votados en una página web interactiva”, dijo Guaipatín.
Como respuesta, el BID recibió más de 1,6 millones de votos y posteriormente lanzó un concurso de soluciones dirigido a universidades y empresas.
A eso se le llama una bolsa de ideas, un espacio que une un mundo con muchos problemas sociales y otro con conocimiento.
Para lograrlo, se involucra a los beneficiarios en el proceso de innovación.
“Y no porque suena bonito involucrarlos, sino porque necesitamos ese conocimiento”, apuntó el experto en innovación.
Con este modelo, el BID promueve que la tecnología brinde nuevas oportunidades de resolver viejos problemas.
Esto conlleva el reto de encontrar financiamiento para desarrollar estos proyectos y hacerlos rentables en el tiempo.
“Podemos dar una semilla que eleva la productividad y demostrarlo, pero la resistencia al cambio (por el alto riesgo implícito para los grupos) es tal que no van a aceptar esa tecnología. En este caso no solo se necesita la tecnología, sino el modelo de negocio para implementarlo”, acotó.
Hay un plan para crear un fondo de inversionistas privados, que pretenden invertir en proyectos de naturaleza social.
Hoy los expertos de la Dirección de Competitividad del BID están diseñando la factibilidad y el concepto de este fondo.
La meta es generar una piloto para el 2014, para dar un paso más en el proceso de reinventar la innovación.