La mayor parte de los emprendimientos surgidos en los últimos años en América Latina en el campo de la "economía colaborativa" se enfocan en el alquiler, surgieron en los últimos años, especialmente en Brasil, Argentina y México, y su principal reto –que no es ni tecnológico ni legal– es ganar confianza.
Según el informe "Economía colaborativa en América Latina", el 27% de los emprendimientos son de alquiler, seguidos por aquellos dedicados al intercambio (13%), el mercado de ideas (13%) y la venta diecta de bienes (12%).
El reporte fue presentado la semana anterior por el IE Business School, de España, y el Fondo Multilateral de Inversión (Fomin), perteneciente al Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Además, hay emprendimientos de economía colaborativa de préstamos (10%), venta de bienes usados (9%), regalos y donativos (8%), financiamiento a negocios (8%) y trueque (7%).
Ricardo Pérez Garrido, director del programa master en gestión y negocio ditigal de IE Business School, los emprendimientos de economía colaborativa son aquellos que tienen fuerte base tecnológica (viven en Internet y en el móvil) y se convierten en plataformas para servicios de alquiler que resuelven problemas latentes existentes en mercados altamente regulados.
"Sus implicaciones van más allá de la creación de nuevas oportunidades y beneficios a consumidores y fundadores", dice Pérez Garrido.
El especialista indica que a nivel global los mejores casos de este tipo de firmas se han convertido en "enormes plataformas tecnológicas", en gigantes empresariales". Tales serían los casos de Uber, en el sector de transporte, y de Airbnb, en hospedajes.
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Este tipo de empresas tiene impactos directos en industrias existentes, que no pueden actuar en condiciones similares por la regulación, por los activos que tienen o simplemente por la falta de flexibilidad.
También afecta a los clientes, con el aumento de la oferta y el mejoramiento de los precios.
Otro afectado es el regulador, que se ve sometido a una doble presión: flexibilidad, por parte de usuarios y nuevos emprendimientos, y "mano dura", por parte de la industria establecida.
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El reporte que en América Latina la mayoría de los emprendimientos de economía colaborativa surgieron entre 2011 y 2015, especialmente en Brasil (32%), Argentina y México (13%), Perú (11%), Colombia (9%) y Chile (8%).
Del total de startups que han surgido en la región en Costa Rica se ubica el 3%.
La mayoría de los emprendimientos tienen como fin crear nuevas formas de economía (69%), mejorar la calidad de vida de las personas (53%) y mejorar la economía local (50%).
El reporte dice que esto es clave, ya que muestra cómo se posicionan estas iniciativas frente a sus mercados y competidores.
También los mueven fines de cooperación (45%), para usar mejor los recursos infrautilizados (44%) y generar confianza (43%), así como para dar poder a las personas (40%).
Para los nuevos emprendedores ni la tecnología ni las barreras legales son los principales retos que enfrentan. El principal desafío es crear la confianza en los nuevos modelos, en su forma de operar y en la forma de llevar a los mercados.
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