Internet de las Cosas, también llamada Internet de Todo, está conduciendo la experiencia cotidiana hacia un nuevo alto nivel de integración de servicios basados en computación y comunicaciones, por medio de toda clase de objetos usados por los humanos desde hace cientos y miles de años.
Por ejemplo, la ropa, las gorras y zapatos, los anteojos, anillos y relojes, en poco tiempo serán transformadas en prendas portadoras de servicios electrónicos, más allá de sus usos actuales, como pasó con el teléfono. Su transformación en los smartphones de hoy, donde hablar ya es una función menor, fue gracias a la integración de Internet y la computación portátil con servicios de comunicaciones inalámbricas incluyendo GPS, y aplicaciones de Google, Youtube, Facebook, Twitter, y tantos más, formando una capa de servicios valiosísimos para el usuario.
La transformación de los objetos con Internet de Todo, se apoya en la integración de esta capa anterior con la computación en la nube, big data, inteligencia artificial y sensores de toda clase, empotrados en objetos de uso final tradicional y en cosas que simplemente “están ahí”.
Se está creando un nuevo ambiente para la interacción humana, donde la computación es un espacio invisible -como lo caracterizó Jessica Ekholm- dotándonos de percepción extrasensorial, conocimiento de fenómenos y capacidad analítica del contexto en tiempo real, empoderándonos para tomar decisiones instantáneas y acciones inmediatas.
Ya no se trata solo de información ubicua, se trata de la cadena conocimiento-predicción-decisión-acción en tiempo real, en cualquier lugar o en movimiento, ya sea para dirigir nuestras empresas, conducir en la ciudad, cuidar de nuestros hijos, salud o nuestros hogares.
Es la nueva frontera de la cultura y la sociedad del conocimiento, abierta a los pioneros y creadores de nuevas aplicaciones y servicios, un terreno fértil para la innovación.